Image
The old cemetery of Lampesusa holds a space to honor the memory of the ones who lost their lives trying to reach Europe through the sea. Crosses made with pieces from the boats carrying refugees mark the graveyard of dozen unidentified bodies. Photo: Marcelo Schneider/WCC

El antiguo cementerio de Lampedusa alberga un espacio para recordar a quienes han perdido la vida intentando llegar a Europa por mar. Unas cruces hechas con restos de los barcos que han traído a los refugiados señalan el sepulcro de una docena de cuerpos sin identificar. Fotografía: Marcelo Schneider/CMI

La Cruz Roja Italiana calcula que la isla acogió la semana pasada al menos a 10 000 personas recién llegadas, muchas de las cuales viajaron en barco desde Túnez. El centro de refugiados de la isla fue construido originalmente para acoger solo a cuatrocientas personas.

La Federación de Iglesias Evangélicas de Italia, que participa desde hace años en programas de acogida e integración de inmigrantes y solicitantes de asilo, expresó su preocupación por la situación.

“Reiteramos que la solicitud de asilo no es un delito y que no puede ser gestionada con medidas tutelares”, dijo la Federación en una declaración. “Italia y otros países europeos pueden aceptar cuotas de inmigrantes y aplicarlas, en parte gracias al trabajo en materia de vías efectivas de integración”.

La declaración destaca que la descendencia de los migrantes ha creado riqueza y capital social e invita a que “imaginemos cómo podrían invertirse razonablemente los cientos de millones de euros destinados a evitar la llegada de inmigrantes”.

El Dr. Torsten Moritz, secretario general de la Comisión de las Iglesias para los Migrantes en Europa, con sede en Bruselas, comentó lo siguiente: “Vemos las imágenes de Lampedusa con gran preocupación y solidaridad, tanto con quienes llegan a la isla como con quienes los acogen. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la crisis se debe principalmente a decisiones políticas. El acuerdo alcanzado en julio por la UE y Túnez ha sembrado el pánico entre los refugiados y migrantes vulnerables del país norteafricano, quienes ahora están cruzando el Mediterráneo en mayor número”.

Y añadió: “También hay que recordar que hace unos diez años las llegadas eran aún mayores, ya que en aquella época la búsqueda y salvamento proactivos dirigidos por los Estados permitían el desembarco descentralizado en distintos puertos, lo que contribuía a una mejor respuesta. Obviamente, los esfuerzos nacionales deberían ir acompañados de una respuesta solidaria por parte de toda la Unión Europea, que incluya un mecanismo de reubicación obligatorio y significativo y, por último, aunque no menos importante, que ofrezca mayores posibilidades de paso seguro”.

El Consejo Mundial de Iglesias ha expresado desde hace tiempo su solidaridad y acompañamiento a los refugiados y migrantes que llegan a Italia, y a las iglesias miembros del CMI, la Federación de Iglesias Protestantes de Italia y las organizaciones y redes afines en sus esfuerzos por acoger y ayudar a los refugiados a integrarse en la sociedad.