El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) encabezó una delegación que visitó Sudán del 19 al 22 de abril. En el grupo ecuménico estaban representados el Consejo Mundial de Iglesias (CMI), la Conferencia de Iglesias de Toda el África, ACT Alianza, los Ministerios Globales de la Asociación de Miembros de las Conferencias Episcopales en África Oriental, la Fraternidad de Consejos Cristianos e Iglesias en los Grandes Lagos y el Cuerno de África, y Ayuda de la Iglesia Noruega (Norwegian Church Aid).
“El propósito de esta visita se articuló en torno a tres enfoques”, explicó Mtata. “En primer lugar, realizamos la visita para comprender los desafíos a los que se enfrenta el pueblo de Sudán. El segundo propósito era brindar apoyo y aliento. El tercer propósito era acordar con ellos la forma adecuada de intervenir ante la crisis a la que se enfrenta la población”.
La visita incluyó reuniones con iglesias miembros del CMI, así como con organizaciones ecuménicas. “Para nuestra sorpresa, casi todas las personas que participaron en esta reunión eran personas que habían huido de Jartum y se habían refugiado en Puerto Sudán”, declaró. “Narraron las terribles experiencias a las que se habían enfrentado. Muchas de estas personas aún tienen familiares viviendo en Jartum”.
Casi 10 millones de personas han perdido sus hogares en el conflicto de Sudán. “Están desesperadas porque no tienen ninguna garantía de poder volver a sus casas, que han sido saqueadas y destruidas, ni de cuándo podrán hacerlo”, dijo Mtata. Compartieron que los niños llevan casi un año sin ir a la escuela.
Sin embargo, en sus visitas a las personas desplazadas internas, Mtata pudo constatar que, incluso en esa situación, las personas seguían cuidándose unas a otras.
“Han empezado a dar clases a los niños”, dijo. “Han preparado actividades para jugar con ellos, y que tengan algún momento para dibujar, permitiéndoles expresar sus sentimientos”.
Mtata y los miembros de la delegación escucharon también terribles historias de mujeres que habían sido violadas y maltratadas. “Sabemos que muchas de estas mujeres no tienen posibilidad de recibir asistencia médica inmediata ni apoyo psicosocial”, dijo. “No saben cuándo van a poder salir de esta situación ni parece que vayan a poder hacerlo pronto”.
Mtata señaló que los líderes eclesiásticos tienen un mensaje principal: quieren que se termine la guerra. “Y, claro está, tienen también una segunda petición: necesitan ayuda humanitaria”, afirmó. “Necesitan lo básico: alimentos, agua, asistencia médica”.
No obstante, Mtata deploró que, en general, la respuesta mundial ante la necesidad del pueblo sudanés ha sido muy escasa. “El pueblo de Sudán está en una situación desesperada de necesidad. Por descontado, hay personas desplazadas que se han trasladado a otros países. Ellas también necesitan ayuda desesperadamente”, afirmó.
También describió las conversaciones que la delegación ecuménica mantuvo con diferentes actores políticos, incluido el presidente sudanés. “Para nosotros era muy importante transmitir el mensaje del Consejo Mundial de Iglesias de que queremos acompañar al pueblo de Sudán en un camino que se dirija claramente hacia la paz”, afirmó. “También compartieron con nosotros su proyecto para promover la paz y la reconciliación nacional”.
La delegación se reunió también con agentes humanitarios que colaboran con el Consejo de Iglesias de Sudán, y con las demás organizaciones religiosas que operan en Sudán. “Nos ayudaron a hacernos una idea de la cantidad de personas afectadas”, afirmó Mtata. “La reunión también sirvió para que pudiéramos apreciar los esfuerzos que están haciendo”.
Mtata explicó que la reunión que mantuvieron con el Consejo Musulmán de Sudán fue muy fructífera. “Están trabajando por la paz”, afirmó. “Tienen una propuesta clara: quieren trabajar con las comunidades cristianas de Sudán para lograr un pacto nacional por la paz, y quieren proponerles esto a los políticos”.
Para concluir, sugirió formas en las que la comunidad del CMI puede ayudar a la población de Sudán. “Es necesario que oremos por el pueblo de Sudán”, afirmó. “Somos conscientes de que no sale en los medios de comunicación. Tenemos que ayudarles a salir adelante, y también realizar una labor de sensibilización acerca de la situación”.
Dijo que también tenemos que asegurarnos de que la población sudanesa esté bien atendida, alentando a la gente a ampliar y apoyar la respuesta humanitaria de cualquier forma que pueda.
“Podemos poner el foco en la difícil situación del pueblo de Sudán”, concluyó diciendo. “Podemos defender ante nuestros gobiernos la necesidad de hacer algo respecto a la situación en Sudán. La guerra tiene que terminar”.