El Consejo Mundial de Iglesias (CMI), la Conferencia de Iglesias de Toda el África (AACC), la Comunidad de Consejos Cristianos e Iglesias de los Grandes Lagos y el Cuerno de África (FECCLAHA), ACT Alianza y la Junta General de Ministerios Globales de la Iglesia Metodista Unida se unieron para apoyar a Sudán. Esta colaboración se basa en esfuerzos anteriores, entre los que cabe destacar una visita de solidaridad en abril de 2022 y diversos foros ecuménicos y servicios de oración en línea.
Un miembro de la delegación, Jeannette Uwizeye, directora Ejecutiva de FECCLAHA, dijo: “En Sudán, el costo de la vida es alto. No obstante, constatamos —sobre todo después de visitar a las personas desplazadas internas— que las necesidades apremiantes son necesidades básicas: alimentos y refugio. En uno de los campos, se puso de manifiesto el hecho de que hay mujeres embarazadas y no tienen centros sanitarios. La violencia sexual y de género es otro de los problemas”.
El objetivo de la visita de solidaridad iba más allá del socorro inmediato y abarcaba promover la construcción de la paz a largo plazo en Sudán y la zona circundante. Un concepto clave fue el acompañamiento, apoyar al pueblo sudanés en su sanación y camino de reconciliación. Al dialogar con dirigentes de iglesia, mujeres, jóvenes y varios grupos religiosos, la delegación intentó comprender las dificultades a las que se enfrentan y amplificar las voces de las personas afectadas por la crisis.
Elizabeth Kisiigha Zimba, representante regional de ACT Alianza para África, explicó que en uno de los campos, su dirigente, un hombre de gran corazón, no pudo contener las lágrimas al recibir un sobre con dinero. Se sintió abrumado por el gesto, incrédulo ante este acto de generosidad, e hizo observar que las sonrisas en los rostros de los presentes, a pesar de las penosas circunstancias, reflejaban una esperanza resiliente en que la paz podía reavivarse en Sudán y la vida podía recuperar su ritmo habitual.
El Rev. Dr. Jin Yang Kim, que representaba a la Junta General de Ministerios Globales de la Iglesia Metodista Unida en la delegación ecuménica, dijo que entendía la importancia decisiva de fortalecer la colaboración con los grupos humanitarios locales. Había quedado claro que los canales humanitarios internacionales a menudo no logran atender de forma adecuada las necesidades inmediatas de las personas desplazadas internas.
Kim se unió a la delegación para visitar dos refugios en Puerto Sudán: la escuela Red Sea y la escuela de niñas Mayo. En estos dos recintos, las personas desplazadas internas viven en tiendas, padeciendo un calor sofocante durante el día y un frío gélido durante la noche. La escuela Red Sea cuenta con 85 viviendas, mientras que la escuela Mayo tiene 47. Las personas desplazadas internas, principalmente de Jartum, carecen de artículos de primera necesidad como mantas y utensilios de cocina, y de acceso a los servicios de salud.
Kim declaró: “El mensaje principal al Gobierno sudanés es la necesidad de garantizar el acceso de la ayuda humanitaria. Se nos ha informado de que otro problema acuciante es que la ayuda internacional humanitaria suele llegar tarde. En vez de depender únicamente de los canales humanitarios tales como el ACNUR, el Programa Mundial de Alimentos y UNICEF, se necesitan fondos directos para atender rápidamente las necesidades urgentes”.
Asimismo, añadió que “las iglesias y los consejos nacionales de iglesias en las zonas en conflicto pueden ser asociados fiables y respetados en las comunidades locales, y pueden promover la colaboración con las organizaciones humanitarias locales. Además de la necesidad de respuestas inmediatas, otra lección crucial es el imperativo de apoyar y aprovechar los organismos religiosos locales para asegurar un compromiso continuado a largo plazo”.
La participación de la delegación en un culto dominical, presidido por el arzobispo Ezekiel Kondo, puso de relieve el impacto transformador de la solidaridad. Una superviviente del genocidio de Ruanda destacó el papel de la iglesia en la reconstrucción, haciendo saltar lágrimas de esperanza a los asistentes.
“Al escuchar su historia, quienes asistían al servicio de culto derramaron lágrimas, pero no lágrimas de dolor a causa de la guerra, el genocidio o la pérdida del hogar, sino lágrimas de esperanza al vislumbrar su propia capacidad de forjar nuevos caminos en medio del dolor y las dificultades actuales. Este momento constituye un testimonio de solidaridad con nuestras hermanas y nuestros hermanos de Sudán, un testimonio que llevaré conmigo cuando visite a las personas y los lugares más vulnerables”, dijo Kim.
El presidente del CMI para África, su santidad el arzobispo Dr. Rufus Okikiola Ositelu, de la Iglesia del Señor (Comunidad de Oración) en el Mundo, también miembro de la delegación, observó:
“Tras nuestras reuniones con las comunidades cristianas y musulmanas, es evidente que el conflicto en Sudán no tiene nada que ver con la religión, sino con la política, el origen étnico y el poder. El ministro responsable de la seguridad nos informó de que sí hay extremistas y fundamentalistas, pero que son muy pocos y no desempeñan ningún papel en Sudán, y dijo que sus acciones son insignificantes. El Consejo de Iglesias de Sudán está muy agradecido por la visita de solidaridad, de que hayamos decidido visitarlos especialmente en estos momentos en que algunos sudaneses huyen del país a causa de la guerra. Lo agradecen mucho. Nos invitaron a todos a unirnos a ellos en la Iglesia Anglicana en Puerto Sudán el 21 de abril, donde pronuncié una homilía. El tema de mi mensaje fue ‘En tiempos como este’”.
Ositelu concluyó diciendo que “el CMI debería ayudar a hacer que la vida en África sea más valiosa y llevadera por medio de los canales diplomáticos. Por ejemplo, los africanos que viajan en el interior de África deberían poder hacerlo sin necesitar un visado, igual que en la Unión Europea. Me entristece ver las consecuencias de los sufrimientos causados por el hombre en algunos países africanos a raíz de malas decisiones. Como CMI deberíamos centrarnos más en la prevención que en la curación. Deberíamos invertir más tiempo y recursos en las situaciones que pueden desembocar en una guerra. Hacer esto requeriría menos tiempo, menos energía y menos recursos: más vale prevenir que curar. Finalmente, pero no por eso menos importante, deberíamos seguir siendo los guardianes de nuestros hermanos y hermanas. Dios es amor y nos hizo para que cuidemos de los demás y seamos buenos con ellos (Mateo: 25:31-40)”.
Desde el 15 de abril de 2023, Sudán hace frente a una trágica emergencia humanitaria debido a los enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas Sudanesas y las Fuerzas de Apoyo Rápido. Las consecuencias son nefastas: millones de desplazados, escasez de artículos de primera necesidad, servicios sanitarios inaccesibles e interrupción de la educación. Más de 7,4 millones de personas están desplazadas, lo que la convierte en la mayor crisis de desplazamiento interno del mundo.
Galería de fotografías de la visita a Sudán
Último llamado de ACT para responder a la crisis en Sudán (en inglés)