“‘Paz, paz’. ¡Pero no hay paz!”. Jeremías 6:14; 8:11

“¡Tengan ánimo! ¡Yo soy! ¡No teman!”. Mateo 14:27

 

Para el Consejo Mundial de Iglesias (CMI), Oriente Medio es la región de los orígenes históricos de nuestra fe, el lugar donde Jesucristo nació, fue crucificado y resucitó. La comunidad ecuménica mundial siempre ha buscado estar en solidaridad activa con los cristianos de Oriente Medio, que son la continuación viva de una línea ininterrumpida de fiel testimonio cristiano en los contextos multirreligiosos de sus países y han aportado contribuciones vitales a la vibrante diversidad y desarrollo de sus sociedades.

 

Las revueltas, el extremismo violento que utiliza la religión como justificación, las continuas ocupaciones militares, la discriminación y las violaciones sistemáticas de los derechos humanos, las crisis económicas y la corrupción, la ausencia de Estado de derecho y otros factores han propiciado una crisis existencial en la que están sumidos todos los habitantes de la región. Esta situación afecta en particular a las comunidades vulnerables, incluidos los cristianos, que se ven abocados al desplazamiento y la migración masiva.

 

En esta 11a Asamblea del CMI en Karlsruhe (Alemania), reconocemos la amenaza para el futuro de las comunidades cristianas autóctonas de Oriente Medio y de todos los pueblos de la región. Afirmamos que el mejor medio para evitar esta amenaza es la igualdad de derechos, una ciudadanía inclusiva, la justicia y la dignidad para todas las personas, sin discriminación religiosa o racial. Nos comprometemos a observar los principios rectores de “la justicia y el amor de Dios por toda la creación, los derechos fundamentales de todos los pueblos, el respeto por la dignidad humana, la solidaridad con los necesitados y el diálogo con personas de otras religiones” (Comité Central de febrero de 2011), que siguen siendo la base de nuestra respuesta ecuménica en la región.  

 

Lamentablemente, la realidad sobre el terreno en diversos países de Oriente Medio pone en entredicho esta visión.

 

En Palestina/Israel, se está produciendo una nueva oleada de desplazamientos forzosos de palestinos que deben dejar sus hogares –a veces por segunda o tercera vez desde 1948– en Sheikh Jarrah, Silwan y las colinas del sur de Hebrón, así como en el resto del Área C. La expansión de los asentamientos israelíes en los territorios palestinos ocupados, especialmente los que circundan Jerusalén Oriental, es ilegal según el derecho internacional y supone la amenaza de importantes cambios demográficos y políticos en la región. Además, ha socavado cualquier perspectiva concreta de llegar a una solución de dos Estados, hasta el punto de que este camino hacia una paz justa parece cada vez más inviable.

 

La expansión de los asentamientos y el incremento de la presencia militar que los acompaña han agravado el sufrimiento de las comunidades palestinas, ya que han supuesto una mayor usurpación e incautación de tierras y propiedades palestinas, y un recrudecimiento del acoso y los ataques sistemáticos por parte de los colonos (especialmente a falta de la presencia protectora de visitantes internacionales durante la pandemia de la COVID-19).

 

En Gaza, recientemente, hemos vuelto a constatar una intensificación del círculo vicioso de la violencia. El CMI condena categóricamente toda esta violencia mortal y destructiva, ya sea perpetrada por las fuerzas israelíes o por grupos armados palestinos. La situación en Israel/Palestina no puede resolverse mediante el uso de la violencia, sino únicamente por medios pacíficos de conformidad con el derecho internacional.

 

Afirmamos el lugar al que tiene derecho el Estado de Israel en la comunidad de naciones, y reconocemos sus necesidades legítimas de seguridad. Al mismo tiempo, afirmamos el derecho de los palestinos a la autodeterminación y que la ocupación israelí de los territorios palestinos desde 1967, así como la construcción y expansión de asentamientos en los territorios ocupados, es ilegal y debe cesar. Creemos que solo poniendo fin a la ocupación y llegando a un acuerdo de paz justo, global y duradero se podrá garantizar la seguridad tanto de los palestinos como de los israelíes.

 

En junio de 2022, el Comité Central del CMI observó que “la discriminación contra los palestinos es abierta y sistémica, y la ocupación permanente desde hace medio siglo sigue siendo contraria a la igualdad de dignidad y derechos humanos de los palestinos que viven sometidos a este sistema de control, al tiempo que la respuesta de la comunidad internacional sigue reflejando una flagrante doble moral”. El reciente cierre de varias organizaciones palestinas de derechos humanos por parte de las autoridades israelíes sin ningún tipo de oposición efectiva por parte de la comunidad internacional es un ejemplo emblemático de este sistema de control y dobles raseros. Para el pueblo palestino, la situación se complica aún más debido a deficiencias importantes en las autoridades palestinas, entre las que cabe mencionar las represalias contra los líderes de la oposición y una falta de responsabilidad democrática.

 

 

Recientemente, varias organizaciones y entidades jurídicas israelíes y palestinas especializadas en derechos humanos han publicado estudios e informes que recogen políticas y prácticas de Israel que se pueden calificar de “apartheid”, según el derecho internacional. En la Asamblea, algunas iglesias y delegados apoyan firmemente la utilización de este término, considerando que describe adecuadamente la realidad de las personas que viven en Palestina/Israel y la posición del derecho internacional, mientras que otros lo encuentran inadecuado, poco constructivo y desafortunado. En este asunto, no estamos de acuerdo. Debemos seguir lidiando con esta cuestión, mientras proseguimos nuestra labor conjunta en este camino de justicia y paz. Oramos por que el CMI siga proporcionando un espacio seguro para que sus iglesias miembros puedan conversar y colaborar en la búsqueda de la verdad y el trabajo por la paz justa entre todos los pueblos de la región.

 

Por lo que se refiere a la situación específica de los cristianos en Israel/Palestina, escuchamos más que nunca las súplicas de los dirigentes de las iglesias de Tierra Santa en relación con la creciente intimidación, los ataques perpetrados por grupos radicales, las violaciones de derechos fundamentales y la limitación de acceso a los lugares de culto por parte de las autoridades israelíes que ponen en peligro el statu quo y la identidad multirreligiosa y multicultural de Jerusalén.

 

En otras partes de Oriente Medio, como en Siria tras la llamada Primavera Árabe de 2011 y en Irak tras la invasión de 2003, la población ha sido víctima de conflictos, guerras (incluidas subsidiarias), presiones geopolíticas, sanciones e intervenciones militares, extremismos religiosos violentos, flagrantes violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, así como de crisis económicas. Ello ha llevado a tensar un tejido social, una confianza y un capital social ya debilitados, abriendo las puertas al odio y a discursos que demonizan y deshumanizan al otro basándose en interpretaciones excluyentes de las identidades nacionales colectivas.

 

Además, varios informes de la ONU han identificado la sequía (provocada por el cambio climático) como uno de los factores desencadenantes del conflicto en Siria.  Tras diez años de una guerra que ya ha tenido efectos destructivos en las infraestructuras agrícolas y ha provocado el desplazamiento de comunidades agrícolas y de pastores, esta sequía extrema está convirtiendo a Siria en un nuevo “punto caliente” del cambio climático. Por otra parte, Irak, afectado por temperaturas excepcionalmente altas, una intensificación de las sequías y la escasez de agua, frecuentes tormentas de arena y polvo e inundaciones, figura en el quinto lugar de los países más vulnerables al colapso por el cambio climático. Los problemas del cambio climático están afectando gravemente a la región y deben abordarse adecuadamente.

 

Una vida próspera con dignidad, protección y seguridad solo puede alcanzarse en el marco del Estado de derecho, la unidad territorial y mediante la soberanía de las instituciones políticas, judiciales, culturales y económicas en ambos países. La paz sostenible está garantizada si se basa en los valores de la justicia, la igualdad de los ciudadanos y los mismos derechos humanos para todos.

Agradecemos enormemente las oportunidades que brinda esta Asamblea para la comunión y la solidaridad cristiana con los hermanos y hermanas de Oriente Medio, y para las conversaciones ecuménicas intensas y las consultas sobre el camino a seguir hacia una paz justa en la región.

 

La 11ª Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias expresa el firme compromiso de la comunidad ecuménica mundial para reforzar el apoyo y la cooperación con las iglesias de Oriente Medio, el Consejo de Iglesias de Oriente Medio y los asociados interreligiosos y de la sociedad civil con el fin de buscar una paz justa y sostenible en la región.

En particular, la 11ª Asamblea insta a que:

  • Los miembros de la comunidad ecuménica mundial escuchen las voces y las repetidas súplicas de las iglesias y las comunidades cristianas de la región, y las acompañen en la oración y la acción.

 

  • Todas las iglesias miembros que abogan por la paz duradera y la seguridad para todos en Oriente Medio participen activamente en los esfuerzos encaminados a establecer un diálogo con todas las partes a fin de encontrar una solución que respete y defienda los derechos humanos, así como una ciudadanía inclusiva para todas las personas que viven en la región.

 

  • La comunidad ecuménica mundial de iglesias emprenda consultas y reflexiones a fin de encontrar una política, una perspectiva y una solución global alternativas para Palestina/Israel que permita que todas las personas tengan los mismos derechos ante la ley, en vez de los sistemas actuales de control, exclusión y discriminación.

 

  • El CMI examine, debata y discierna las consecuencias de los recientes informes de B'Tselem, Human Rights Watch y Amnistía Internacional, y sus órganos rectores respondan de forma adecuada.

 

  • El CMI y sus iglesias miembros y asociados apoyen y mantengan la vital y valiosa labor de los programas del CMI en la región, tales como la Oficina de Enlace de Jerusalén, el Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel (PEAPI) y el Foro Ecuménico Palestina/Israel (FEPI), y aliente la participación de quienes pertenecen a la amplia esfera de influencia del CMI, así como de las iglesias locales, las comunidades cristianas y los asociados de otras religiones.

 

  • El CMI fortalezca su programa recientemente creado sobre el racismo para que incluya a la región de Oriente Medio.

 

  • El CMI, en colaboración con sus iglesias miembros en Oriente Medio, redoble sus esfuerzos en el marco de su labor programática actual para articular principios de convivencia pacífica en sociedades que salen de un conflicto basados en la igualdad de los ciudadanos, los derechos humanos y la dignidad.

 

  • El CMI facilite encuentros y diálogos en las diversas sociedades multirreligiosas y multiculturales de la región, y en particular en Siria e Irak, para ayudar a proteger la diversidad religiosa, étnica y cultural de estos países, y promover la cohesión social.

 

  • La comunidad internacional pida levantar las sanciones unilaterales impuestas a Siria que, en vez de lograr los objetivos perseguidos, dañan a la población.

 

  • El Gobierno de Israel levante el bloqueo de Gaza.

 

  • Todas las hermanas y todos los hermanos cristianos se unan en la oración por la liberación y el regreso seguro del arzobispo ortodoxo sirio Yohanna Ibrahim y el arzobispo ortodoxo griego Paul Yazigi, que fueron secuestrados hace nueve años. “Estos queridos arzobispos se han convertido en figuras icónicas de todas las personas detenidas injustamente, torturadas y víctimas de desapariciones forzadas”. (Comunicado de prensa del CMI de abril de 2022)

 

  • La comunidad ecuménica mundial de iglesias se una en la oración por los pueblos de Oriente Medio, incluido el Líbano, cuya población padece unas condiciones de vida muy difíciles.