Justicia social en nuestra era digital: un objetivo ecuménico

Dra. Agnes Abuom

Moderadora del Comité Central del CMI

Gracias a todos y cada uno de ustedes por su participación en este simposio sobre comunicación para la  justicia social en la era digital.  Este tema es reciente, urgente y multidimensional, por lo cual, sus aportes desde una variedad de disciplinas, contextos sociales y puntos de vista nos permiten visualizar la totalidad de la cuestión de la justicia social en el campo digital.

Vaya un agradecimiento especial a nuestros copatrocinadores en esta empresa, la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana que por largo tiempo ha defendido estas cuestiones y una profunda comprensión de lo que está en juego en “la justicia digital”. También tenemos una deuda de agradecimiento con nuestros asociados Brot für die Welt (Pan para el Mundo), Evangelische Kirche in Deutschland (Iglesia Evangélica en Alemania), Evangelisch Mission Weltweit (EMW) in Deutschland (Asociación de Iglesias y Misiones Protestantes en Alemania y la Federación Universal de Movimientos Estudiantiles Cristianos, coorganizadores de la conferencia.

Este simposio ha integrado investigaciones, experiencias de distintas regiones y comunidades, aportes de expertos, reflexión ética y teológica, todo ello con el propósito de construir una visión más justa de una sociedad digital (y humana) junto con las consiguientes acciones para que así sea. Tal como Tijana Petković escribió recientemente, necesitamos un compromiso más profundo, teológicamente informado e interdisciplinario sobre las nuevas comprensiones de la tecnología y la manera en que esta puede contribuir al florecimiento humano.

Cabe mencionar las pistas teológicas de los profundos valores que están en juego en nuestra comunicación digital. La preocupación de larga data en el mundo ecuménico sobre el hecho de que la comunicación y la tecnología modernas fueron perfeccionadas por la pandemia y la necesidad de “virtualización” de nuestras organizaciones, empresas, iglesias y familias.

Aunque fascinante en sí, no es tanto el interés intrínseco de la comunicación digital, sino más bien su presencia generalizada en nuestras vidas que suscita nuestras preocupaciones y reflexiones multilaterales. Por eso, aprecio mucho que los organizadores de la conferencia hayan dividido el tema en distintos ámbitos de acceso y equidad (justicia digital), redes públicas y sociales (espacio público) y marcos constructivos (visión de futuro). Aguardo con interés saber más sobre las ideas presentadas en los documentos y las discusiones que se mantuvieron aquí.

Por mi parte, desde la atalaya ventajosa que me ofrece mi propia labor con iglesias de toda África, he visto iglesias y organismos eclesiásticos abrazar rápidamente la tecnología digital durante la pandemia para mantener el contacto con sus congregaciones en todo este tiempo. La juventud ha desempeñado un rol fundamental ayudando al clero y los trabajadores de la iglesia para que usaran la tecnología en sus respectivos ministerios, así como acompañándolos en su ministerio pastoral. De hecho, la comunicación digital ha ampliado el alcance de las iglesias y las agencias de salud, permitiendo que sus voces fueran escuchadas en las salas de juntas de quienes toman decisiones y de los poderosos, así como en hogares donde el consuelo espiritual y la tranquilidad se necesitaban desesperadamente.

Ahora bien,  huelga decir, que junto con su potencial de construir la comunidad humana, también vemos el lado más problemático de esos desarrollos. Vemos que a partes sustanciales de la población mundial se le niegan esos beneficios. Vemos que algunas redes sociales desplazan verdaderos lazos personales e incluso invaden la privacidad. Vemos que algunos medios públicos se burlan de la objetividad desviando la cobertura para que responda a sus propios programas y mercados ideológicos, racistas o xenófobos. Y vemos la manipulación de los medios por líderes y gobiernos para su propio beneficio personal o político. Los medios digitales en sí y en sus usos no son puras buenas noticias.

De ahí que aprecie la cuidadosa reflexión de ustedes sobre toda la gama de cuestiones prácticas y teóricas, éticas y teológicas. Como saben nuestra publicación insignia, The Ecumenical Review, ha dedicado espacio a analizar las consecuencias de los desarrollos digitales. Y en la reunión más reciente del Comité Central del CMI se pidió explícitamente un documento de posición al respecto. De hecho, el tema se ha incorporado de lleno en los planes de nuestra XI Asamblea que tendrá lugar el año que viene.  Por lo tanto, abrigamos muchas esperanzas de que su labor aquí nos ayude a comprender esta vasta área, a discernir las valores que se pueden alimentar en ella y a identificar las posibilidades de acción en la asamblea y más allá.

Que su labor ilumine e inspire la nuestra por la justicia social en nuestra era digital.