En una declaración pública, el Comité Central del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) llama a las iglesias miembros y a los asociados ecuménicos del CMI “a condenar o reiterar su condena de la violencia sexual y de género, así como de toda forma de violencia contra las mujeres, los niños y las personas vulnerables; a declarar que ese rechazo de la igualdad de dignidad de todas las personas y esa violencia son pecado, y a implementar las directrices relativas a la prevención de la explotación, el abuso y el acoso sexual.