Si un hermano o una hermana están desnudos y les falta la comida diaria, y alguno de ustedes les dice: “Vayan en paz, caliéntense y sáciense” pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está muerta en sí misma. Santiago 2:15-17
El conflicto en Ucrania sigue causando un terrible número de muertes, destrucción, desplazamientos y miseria para el pueblo ucraniano, y se ha informado de la muerte de miles de civiles y de que más de 14 millones de personas (más de una cuarta parte de toda su población) se han visto obligadas a huir de sus hogares. Además, esta guerra está teniendo repercusiones que van mucho más allá de las fronteras de Ucrania o de la región europea, produciendo un efecto de espiral descendente en una economía mundial ya abatida por la COVID-19 y la crisis climática. Los precios de los alimentos, los fertilizantes y la energía han aumentado rápidamente en muchos lugares del mundo, dado el importante papel que desempeñan Rusia y Ucrania en estos mercados.
Como se informó recientemente en The Economist, en conjunto, Rusia y Ucrania suministran el 12% de las calorías comercializadas a nivel mundial. Más de 30 países dependen de estos dos países para al menos el 30% de su suministro de trigo, y casi el 40% del total de las importaciones de trigo de África proceden de Rusia y Ucrania. La guerra está exacerbando gravemente una crisis alimentaria mundial preexistente que tiene su origen en el cambio climático, la pandemia de la COVID-19 y los conflictos en otros lugares, además de poner de relieve la fragilidad de los sistemas alimentarios dominados por las empresas. Las exportaciones de cereales y oleaginosas de Ucrania casi han cesado, y las de Rusia se están viendo considerablemente obstaculizadas. Los precios de los alimentos han alcanzado actualmente su nivel más alto desde que se empezaron a recopilar datos hace 60 años, lo que agrava el hambre en muchas de las regiones más pobres y vulnerables del mundo. Los precios del trigo habían subido más del 50% desde principios de 2022, incluso antes de que se produjera un nuevo aumento del 6% el 16 de mayo, después de que la India anunciara que suspendía sus exportaciones debido a una ola de calor extrema que estaba afectando a sus propias cosechas.
El número de personas que se enfrentan a una situación grave de inseguridad alimentaria ha aumentado a más del doble (de 135 millones a 276 millones) desde 2019. Un total de 44 millones de personas en 38 países están al borde de la hambruna, y el conflicto actual en Ucrania amenaza con empujarlas a ella.
Además, el aumento de los precios de los productos básicos, agravado por las repercusiones del conflicto en Ucrania, está generando inestabilidad social y política en varios países del mundo.
En consecuencia, el Comité Ejecutivo del CMI, reunido en línea del 30 de mayo al 2 de junio de 2022:
- Reitera el llamado urgente al alto el fuego en Ucrania y al diálogo para lograr una paz sostenible para la población de la región y la estabilidad en el mundo en general.
- Subraya la necesidad de una respuesta internacional sostenida y reforzada al hambre y a otras crisis humanitarias en todo el mundo que se están viendo exacerbadas por el conflicto en Ucrania.
- Reafirma la importancia fundamental de que la comunidad internacional aborde los factores estructurales que provocan el hambre y la desnutrición (entre ellos, el cambio climático, los conflictos no resueltos y la pobreza extrema persistente) para evitar crisis alimentarias recurrentes.
- Pide a las naciones y comunidades que conciban una nueva estrategia mundial de seguridad alimentaria centrada en la creación de resiliencia en el ámbito local, el apoyo a los pequeños productores de alimentos, la promoción y el aumento de la producción agroecológica de alimentos, la reducción del desperdicio de alimentos, la creación de reservas de alimentos, el freno a la especulación y la reducción de la dependencia de los mercados desregulados.
- Hace hincapié en el derecho humano a la alimentación, basado en los principios de dignidad, no discriminación, autosuficiencia y solidaridad, que debe constituir la base de una nueva estrategia de seguridad alimentaria.
- Reconoce y acoge con beneplácito el establecimiento por parte del secretario general de las Naciones Unidas de un Grupo de Respuesta a la Crisis Mundial en materia de Alimentación, Energía y Finanzas (GCRG, por su sigla en inglés) para apoyar a los países desarrollados y en desarrollo en sus esfuerzos por hacer frente a estas crisis convergentes, y expresa su compromiso con la plena colaboración del CMI en esta iniciativa.