Queridas hermanas y hermanos:

1. Es una gran alegría verlos de nuevo a todos por fin en este Comité Central, acompañados por nuestra estimada comunidad de miembros del personal, invitados y asesores. Dos años es mucho tiempo, aunque en ese periodo, a través de los canales digitales y en otros encuentros, nosotros, en calidad de dirigentes del Comité Central, hemos tenido la oportunidad de encontrarnos con muchos de ustedes, incluso de forma presencial. En nuestras reuniones del Comité Ejecutivo en Colombia y Chipre, algunos de ustedes nos recibieron con gran hospitalidad y, además, como hicimos en Nigeria, hasta hemos bailado juntos un buen rato.

2. Dos años es un tiempo relativamente corto. Pero, dados los dramáticos cambios que se han producido en el mundo, nos parece que ha pasado mucho tiempo. Desde nuestra reunión en Ginebra, hemos sido testigos de un sufrimiento continuo e incluso creciente a causa de la violencia en Oriente Medio, Sudán, Ucrania, Myanmar, la República Democrática del Congo, Haití y tantos otros lugares del mundo. 

3. En nuestra reunión del Comité Ejecutivo celebrada en mayo, denunciamos claramente las acciones indefendibles del Gobierno de Israel en Gaza y el sufrimiento indescriptible que infligen a la población de Gaza. Pedimos a las iglesias que no guardaran silencio ante esta espantosa inhumanidad e hicimos un llamado urgente a:

  • Un alto el fuego inmediato e incondicional;
  • el fin del bloqueo de Gaza y de todas las formas de castigo colectivo contra la población del territorio;
  • el acceso inmediato y sin restricciones de la ayuda humanitaria a todas las personas necesitadas en Gaza; y
  • una acción internacional coordinada para detener la destrucción, proporcionar ayuda humanitaria suficiente y acorde con la magnitud de las necesidades según indican las evaluaciones de las Naciones Unidas y los organismos humanitarios independientes, y llevar ante la justicia a quienes han violado el derecho penal internacional.

4. En diversas declaraciones desde nuestra última reunión del Comité Central, hemos reafirmado el llamado a un alto el fuego en Ucrania emitido por la 11ª Asamblea del CMI en Karlsruhe, y hemos lamentado la pérdida de tantas vidas en esta guerra ilegal e inmoral en la que todos pierden. Hemos denunciado el continuo bombardeo de ciudades ucranianas por parte del ejército ruso y las numerosas víctimas civiles.

5. En una conferencia sobre la conservación y la protección del patrimonio religioso y cultural de Armenia en Artsaj, organizada por la Iglesia Protestante Suiza en Berna, escuchamos a excelentes ponentes, entre ellos el Catolicós de todos los armenios, el patriarca Karekin II. Expresamos nuestra solidaridad con el pueblo armenio que se enfrenta a la expulsión de Artsaj por parte del ejército de Azerbaiyán y al riesgo de destrucción que corren sus iglesias, cementerios y demás lugares sagrados de las zonas ocupadas. Prometimos a nuestros hermanos y hermanas armenios que seguiríamos orando por ellos.

6. No son solo los conflictos violentos específicos los que suscitan profunda preocupación. El orden mundial en su conjunto ha sufrido una sacudida. Hemos visto cómo la nueva Administración estadounidense ha aumentado drásticamente la imprevisibilidad, la inestabilidad y las asimetrías del poder económico, no solo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo. La destrucción de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) por parte del nuevo Gobierno estadounidense ha puesto en peligro muchas vidas en todo el mundo y ha aumentado la presión sobre las iglesias para que salven vidas y ayuden a los más vulnerables.

7. Se podrían citar muchos otros acontecimientos que son motivo de preocupación. Estamos siendo testigos de una situación mundial que necesita desesperadamente la implicación de las iglesias. Es necesario alimentar la esperanza en situaciones que parecen no ofrecer ninguna prueba empírica de ella. Debemos dar aún más testimonio de la fe como prueba de la esperanza, y así, fortalecer la resiliencia que tan urgentemente necesitan las personas.

8. No exagero al afirmar que estos cinco años de mandato que nos quedan como Comité Central hasta la próxima asamblea marcarán un periodo especial en la historia de la iglesia, un periodo particularmente desafiante, pero, también de un Kairós especial para la iglesia. Nos hemos reunido en Johannesburgo para esta reunión con el fin de prepararnos para responder a este Kairós alimentado por nuestra fe.

Luchar por la unidad como señal para el mundo

9. Uno de los elementos más importantes del equipamiento que necesitamos es la unidad. Recuerdo con gran afecto y gratitud al difunto arzobispo Anastasios de Albania y su enorme corazón ecuménico lleno de amor por Dios y por sus semejantes. En el discurso que pronuncié en su funeral, en enero, expresé lo que era para nosotros un don de Dios, con su firme compromiso con el movimiento ecuménico en general y con el CMI en particular. 

10. Por lo tanto, no hay que subestimar el hecho de que podamos mirar con confianza a nuestros hermanos y hermanas de la Iglesia Católica Romana como aliados en la lucha por la unidad. Todavía recordamos con gratitud el sermón del papa Francisco durante su visita al Centro Ecuménico de Ginebra en 2018, cuando nos animó a todos a caminar, orar y trabajar juntos para alcanzar la unidad. Recordamos al papa Francisco con amor y gratitud, y el secretario general y yo acudimos a Roma para asistir a su funeral con ese amor y esa gratitud en nuestros corazones.

11. Solo unas semanas después, volvimos juntos a Roma, esa vez con alegría por la elección del nuevo papa León XIV y con gran curiosidad por saber cuáles serían sus primeras iniciativas para la iglesia y para el mundo. Puedo decirles que regresamos a casa con alegre expectación y confianza. En la audiencia concedida a los dirigentes eclesiásticos y representantes interreligiosos la mañana después de su investidura, dio un claro testimonio de sus prioridades futuras como papa.

12. Como obispo de Roma, dijo: “Considero que una de mis prioridades es buscar el restablecimiento de la comunión plena y visible entre todos los que profesan la misma fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. [...] Nuestra comunión se da en la medida en que nos encontramos en el Señor Jesús. Cuanto más fieles y obedientes le somos, más unidos estamos entre nosotros. Todos los cristianos estamos llamados, pues, a orar y a trabajar juntos para alcanzar este objetivo, paso a paso, que es y sigue siendo obra del Espíritu Santo”.

13. Estas palabras, pero también los breves encuentros personales que ya tuvimos con él, reflejaron el “ecumenismo del corazón” que la 11ª Asamblea del CMI en Karlsruhe pidió en su documento de unidad. El papa León ha dejado muy claro en sus primeros discursos que no entiende esta unidad como una unidad puramente interior y espiritual, sino como una unidad que se esfuerza por ser visible en el mundo, por ejemplo, convirtiéndose en una fuerza de paz en un mundo lleno de injusticia y violencia.

Celebración del 1700º aniversario de Nicea

14. Abrigo la esperanza de que el 1700º aniversario del Concilio Ecuménico de Nicea, que también celebraremos durante nuestra reunión aquí en Johannesburgo, nos acerque más. El papa León ha destacado el gran poder unificador que proviene de tomar en serio el amor de Jesucristo. El lema de la asamblea expresaba lo mismo: “El amor de Cristo mueve al mundo hacia la reconciliación y la unidad”. Ahora se podría añadir: ante el mundo, el amor de Cristo mueve a la propia iglesia hacia esa reconciliación y unidad. Remitiéndonos al Credo Niceno, decimos: el amor de Cristo es uno con el amor de Dios Creador y Dios Espíritu Santo. Solo los tres juntos hacen posible que hoy podamos sentir este amor en nuestra existencia creada y confiar en que nos acompañará siempre, incluso más allá de nuestra existencia terrenal. Esto es lo que todas las iglesias creemos juntas. 

15. Por lo tanto, centrarse en el Dios trinitario significa centrarse de nuevo en nuestra unidad como iglesias. Las numerosas conferencias y demás actividades que conmemoran el aniversario de Nicea, y que culminarán en la gran conferencia de Fe y Constitución de octubre, en Egipto, nos darán –esperamos–, un impulso hacia una mayor unidad.

16. Quiero llamar a su atención una actividad que crea una poderosa conexión entre las dos dimensiones de la unidad que he mencionado: la espiritual y la moral o ética, que también se podría decir “mundana”. En mis intervenciones de este año ante el Comité Ejecutivo, he informado sobre lo que ha pasado a ser mucho más que una simple actividad, para transformarse en proceso. Lo llamo el “proceso de Asís”. Y conecta la cuestión espiritual de alabar al Dios creador por la belleza de la creación, y la cuestión moral y ética de cómo reaccionar ante la continua destrucción humana de la naturaleza no humana.

El proceso de Asís para una Fiesta de la Creación en el año litúrgico

17. Los días 15 y 16 de marzo de 2024 tuvo lugar en Asís un inspirador encuentro ecuménico. Representantes de diversas familias eclesiales de todo el mundo se reunieron para reflexionar sobre la posibilidad de conmemorar el 1700º aniversario de Nicea con el lanzamiento de un proceso para establecer una nueva fiesta ecuménica en el año litúrgico que celebre al Dios creador con una Fiesta de la Creación. Se retomaría así el impulso del mundo ortodoxo, iniciado originalmente por el patriarca ecuménico, de celebrar un Tiempo de la Creación en torno al 1 de septiembre y darle un lugar más destacado también en el cristianismo occidental. El patriarca ecuménico Bartolomé I y el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, en calidad de jefe de la comunión anglicana, enviaron mensajes alentadores a la conferencia. El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Víctor Fernández, y yo mismo, como moderador del Comité Central del CMI, ofrecimos conferencias teológicas sobre el tema de la creación y apoyamos la iniciativa.

18. La conferencia generó una dinámica inspiradora. Tres de las cinco conferencias episcopales católicas continentales ya han expresado su apoyo. En la conferencia de seguimiento celebrada en mayo de este año, nuevamente en Asís, estuvieron representadas prácticamente todas las principales familias eclesiales y se acordó que el proceso de Asís era una iniciativa prometedora y debía ser un resultado duradero del año del 1700º aniversario de Nicea.

19. Permítanme resumir en tres puntos por qué este proceso de Asís es tan prometedor.

20. En primer lugar, es genuinamente espiritual. Los textos bíblicos, especialmente los salmos, que expresan la alabanza de la creación, son una maravillosa fuente de alimento espiritual. La belleza de la creación, como expresión de la belleza de Dios en quien todos creemos, es una fuente de gran resiliencia en un mundo que lucha contra tantas crisis. 

21. Dios está presente hoy, a través del creador, a través de Cristo, a través del Espíritu Santo. El proceso de Asís podría considerarse un camino, tal vez incluso una peregrinación para redescubrir la belleza del Dios trinitario que obra en la creación.

22. En segundo lugar, el proceso aborda con gran claridad algunos de los mayores retos morales a los que se enfrenta el mundo. Ya casi nadie en la comunidad científica discute las consecuencias destructivas del cambio climático provocado por el ser humano. Profundizaré en ello más adelante en este informe. Estos son síntomas de un desafío profundamente esencial. El paradigma occidental del ser humano como conquistador y amo de la naturaleza, y no como un agente que se relaciona con ella, ha llegado a su fin. El papa Francisco, en su encíclica Laudato si’ y en muchas otras declaraciones, señaló este desafío una y otra vez. El patriarca ecuménico lo ha convertido en una de sus principales prioridades, en plena sintonía con lo que el Consejo Mundial de Iglesias ha subrayado una y otra vez durante décadas: la crisis ecológica moderna tiene profundas raíces espirituales. Y debe abordarse con valentía y fuerza, tanto espiritual y moral como política.

23. Por lo tanto, es de suma importancia que todas las grandes tradiciones cristianas del mundo se unan ahora en este proceso de Asís hacia un punto de encuentro en el año litúrgico, para abordar esta cuestión fundamental de la orientación espiritual. Varios miles de millones de habitantes de este planeta son miembros de iglesias y comunidades religiosas que están aquí presentes y se han comprometido con el proceso de Asís. No conozco ningún otro grupo de personas en este mundo que tenga un potencial similar para impulsar la reorientación espiritual mundial que tan desesperadamente necesitamos.

24. En tercer lugar, una experiencia importante de este proceso es que las iglesias, con toda su diversidad, puedan unirse para actuar en pro de una nueva fiesta común en el año litúrgico. Quizás este proceso pueda ser fruto del “ecumenismo del corazón” al que instó la asamblea. Un proceso que implique tanto a los miembros de las comunidades como a quienes ocupan cargos de responsabilidad en la dirección de las iglesias. 

25. Si el proceso de Asís sigue avanzando y alcanza su objetivo, podría convertirse en un hito en la historia del cristianismo. El presente año, en el que se celebra el 1700º aniversario del Concilio de Nicea, es una ocasión óptima para dar un impulso decisivo a este proceso, con la visión de una fiesta en el año litúrgico que sea una maravillosa expresión de la esencia trinitaria que nos une como iglesias hasta el día de hoy.

26. Espero que el Comité Central apoye la idea y pida el amplio apoyo de la comunidad mundial de iglesias.

27. Veo una estrecha relación entre el proceso de Asís y nuestra intención de lanzar una Década Ecuménica de Acción por la Justicia Climática en esta reunión del Comité Central. Permítanme profundizar en lo que he dicho sobre los aspectos moral y ético de esa eventual Fiesta de la Creación.

Década Ecuménica de Acción por la Justicia Climática

28. He dicho que estos años restantes de mandato en calidad de Comité Central constituirán un kairós especial para la iglesia y para el mundo. Si nos tomamos en serio lo que dice la ciencia, esto es especialmente evidente en nuestra respuesta ante el calentamiento del planeta. El margen de tiempo disponible para responder de manera responsable se está agotando. Los próximos años serán decisivos para determinar si las consecuencias destructivas del cambio climático podrán mantenerse en niveles tolerables.

29. Los acontecimientos recientes han servido de triste confirmación del acierto de muchos que en el pasado advirtieron de los desastres naturales invisibles que se cernían sobre nosotros. Los enormes incendios forestales en Canadá, California y Grecia; las inundaciones masivas en Europa del Este, Pakistán, Bangladesh y Nepal; y las devastadoras tormentas en Asia y el Caribe hablan un lenguaje claro y no solo cuestan muchas vidas: también enormes cantidades de dinero. Según informa Munich Re, la mayor reaseguradora del mundo, los desastres naturales causaron en 2024 pérdidas por valor de 320 000 millones de dólares estadounidenses, una suma que sería muy necesario invertir en el desarrollo humano sostenible, en lugar de en la reparación de daños materiales.

30. El alto precio del calentamiento del planeta llega cada vez más al Norte Global, pero, los más afectados son los habitantes del Sur Global; aquellos que menos han contribuido al cambio climático son sus primeras víctimas. Cualquiera con una mente clara y un corazón sensible comprende la gravedad de esta injusticia.

31. Nunca olvidaré cuando, en una de mis visitas como obispo luterano de Baviera a una iglesia asociada de Tanzania, mis amigos me enseñaron los campos resecos y los proyectos de desarrollo que habían quedado totalmente destruidos por las condiciones climáticas extremas causadas por el cambio climático. Recuerdo la vergüenza que sentí al darme cuenta de que nuestras emisiones de CO₂ en Alemania eran de entre 9 y 10 toneladas per cápita al año, frente a las 0,2 toneladas de Tanzania. 

32. Tampoco olvidaré nunca una experiencia en Papúa Nueva Guinea. Un anciano de un pueblo costero que visitamos nos señaló un poste de madera que salía del agua a cincuenta metros de la orilla y nos dijo: “Allí, junto al poste de madera, había tierra cuando yo era niño”. Y nos contó que una de las islas de la costa ya se estaba hundiendo en el mar. Los habitantes habían tenido que ser reubicados. Sabiendo lo mucho que la tierra forma parte de la identidad de los papúes, puedo imaginar el dolor que esto supone. En Papúa Nueva Guinea, las emisiones de CO₂ per cápita y por año son de 0,8 toneladas. Desde entonces, he escuchado en muchas reuniones del CMI las historias de nuestros hermanos y hermanas del Pacífico recordándonos la amenaza que supone para su existencia el continuo aumento del nivel del mar.

33. Mis experiencias en la comunidad mundial de iglesias me impulsan a participar en los debates públicos y políticos de mi propio país. ¿Cómo podría dejar atrás todas las experiencias vividas en otros lugares cuando regreso a Alemania y sigo los debates sobre la política climática allí? ¿Cómo podría no intervenir en los debates políticos de mi país si quiero mirar a los ojos a las personas de Tanzania o Papúa Nueva Guinea, a quienes llamo, en mis sermones allí, «hermanas y hermanos»?

34. Lo que es relevante para la justicia mundial también lo es para la justicia intergeneracional. El mayor de mis nietos tiene ahora seis años. En el año 2081 tendrá mi edad. Quiero que tenga una vida al menos tan buena como la mía. Y creo que todos los demás abuelos y abuelas del mundo tienen el mismo deseo. La ciencia climática nos dice claramente que necesitamos un cambio fundamental, una verdadera metanoia, para que esto sea posible. ¿Quién podría estar más predestinado a impulsar el proceso necesario para lograrlo que las iglesias y las comunidades religiosas? Estamos arraigados localmente en todo el mundo, desde las grandes metrópolis de las zonas urbanas hasta las aldeas más pequeñas de la selva tropical, y, al mismo tiempo, estamos unidos por un horizonte mundial basado en nuestra fe común en Dios, creador del cielo y de la tierra. ¿Quién sino nosotros, en calidad de iglesias y comunidades religiosas, debe ser la fuerza motriz de la metanoia en la sociedad civil mundial?

35. Y sí, también tenemos que alzar la voz en los debates políticos que sean necesarios y abordar las causas sistémicas del sufrimiento presente y futuro. No basta con vendar las heridas de las víctimas. Es necesario eliminar las causas de su victimización. También tenemos que predicar con el ejemplo y limitar las emisiones de CO2 a lo estrictamente necesario, reduciendo nuestro uso del plástico –por ejemplo, en botellas de agua–, recurriendo a energías renovables en nuestros edificios y compartiendo los recursos, para que todos puedan permitirse vivir sin destruir la naturaleza no humana. 

36. Si hablamos de metanoia como un cambio fundamental de rumbo en nuestras vidas, entonces también debemos hablar del pecado.

El pecado y la metanoia: abordar el nacionalismo y el colonialismo

37. Creo que comprender la naturaleza del pecado es el primer paso hacia el cambio que tanto necesitamos y que puede expresarse con el antiguo término griego de metanoia. Y, aunque para algunos estos términos son expresiones de una forma de espiritualidad obsoleta que deberíamos dejar atrás para descubrir la vida en su plenitud, yo creo que es todo lo contrario. Sin duda, se ha abusado con frecuencia de estas palabras para desalentar a las personas en lugar de animarlas. Varios estudios teológicos feministas han demostrado el efecto destructivo que han tenido en las mujeres las antiguas interpretaciones teológicas –como la que entendía el amor propio como pecado– y cómo descubrir el amor propio, en lugar de ser desechado como un pecado, puede tener un poder sanador.

38. Sin embargo, podemos descubrir el potencial sanador de hablar del pecado y su inmensa relevancia pública y política si entendemos este concepto dentro de distintas categorías de relación. Una idea clave para ello puede ser la concepción del pecado de Martín Lutero como “homo incurvatus in seipsum”, como un ser humano “vuelto hacia sí mismo”. La palabra ‘pecado’ expresa así formas familiares de aislamiento humano de Dios y de los demás seres humanos. Dominar, ignorar o incluso deshumanizar a los demás es una forma clara de pecado. Una cultura de la percepción sobria de uno mismo, que permite hablar del pecado humano, es el primer paso para superar el aislamiento asociado a él. Por eso es tan importante la parte de la confesión en nuestros servicios religiosos. Solo cuando se llama al pecado por su nombre se puede experimentar el poder liberador del perdón.

39. Reflexionar sobre esto en el horizonte universal de un único mundo muestra la calidad esclarecedora de tal comprensión relacional del pecado. Podemos desarrollar aún más el concepto de pecado de Lutero hablando de “communio incurvata in seipsam”, una “comunidad vuelta hacia sí misma”. Si lo relacionamos con lo que acabo de explicar sobre la catástrofe climática, se puede decir que nos enfrentamos a una “generación vuelta hacia sí misma”: la negativa de la generación actual a cuidar de las generaciones futuras es un pecado.

40. Pero esta categoría de análisis nos ayuda a comprender también otros retos apremiantes de nuestro tiempo. Quien antepone su propio país o su propio grupo étnico a los demás, a quienes menosprecia, genera odio, a veces violencia y, en última instancia, tal vez incluso innumerables muertes. Por eso el nacionalismo es una manifestación del pecado. El nacionalismo envenena la atmósfera entre las personas, es contrario a todo lo que representa la tradición cristiana. El problema no es amar la propia patria. Si el patriotismo es simplemente una expresión de gratitud por lo afortunados que nos sentimos de estar donde Dios nos ha puesto, entonces, es una ventaja. Pero, si se convierte en algo que nos sitúa por encima de los demás e ignora o niega la belleza de los demás, entonces es una expresión del pecado del nacionalismo. 

41. Lamentablemente, las iglesias han sido con demasiada frecuencia parte del problema, en lugar de ser parte de la solución. Mi propio país es un triste ejemplo. He crecido con una cultura del recuerdo que buscaba garantizar que aquello nunca se repitiera. Donald Shriver, expresidente del Union Theological Seminary de Nueva York, publicó en 2008 un brillante libro sobre cómo los países afrontan los lados oscuros de su historia. El título es muy elocuente: “Honest patriots. Loving your country enough to remember its misdeeds” (Patriotas honestos. Amar la patria lo suficiente como para recordar sus fechorías”[i]

42. El concepto del pecado como una deformidad de la persona es también muy relevante para un tema que ha cobrado creciente importancia en diferentes programas de nuestra labor en el CMI. El colonialismo ha sido una de las expresiones más terribles del pecado, de la “communio incurvata in seipsam”, la “comunidad vuelta hacia sí misma”. 

43. En una conferencia celebrada en Berlín hace unas semanas, conmemoramos el 140º aniversario de la Conferencia de Berlín de 1884-85, en la cual las principales potencias coloniales europeas se repartieron África. Es evidente que el arbitrario trazado de líneas que entonces marcaron en el mapa para definir las futuras fronteras –aún hoy visibles en las rectas fronteras que vemos en el mapa– ha sido fuente de conflictos hasta el día de hoy. Esas fronteras fueron trazadas únicamente en función de los intereses del poder de las potencias coloniales y de su codicia. No había ningún africano en la mesa. Las potencias colonialistas tenían una deformidad. Su eurocentrismo les impidió ver siquiera a aquellos a quienes arrebataron sus tierras, y mucho menos tratarlos como seres humanos. Este pecado ha llevado a la ocupación violenta, la humillación y el asesinato de tantas personas.

44. Metanoia significa ahora comprender la injusticia del colonialismo, ver cómo sigue siendo responsable de las injusticias sistémicas actuales y concebir y aplicar estrategias para corregirlas.

45. Como la conferencia tuvo lugar en Berlín y el moderador es alemán, permítanme añadir algo más: el pecado del colonialismo sigue siendo uno de los puntos ciegos de nuestra cultura del recuerdo alemana. Afortunadamente, hemos establecido esa cultura del recuerdo en relación con el crimen histórico del Holocausto. Solo unos pocos están haciendo esfuerzos similares para establecer una verdadera cultura del recuerdo en relación con el crimen del colonialismo. Espero que la presencia del CMI en esta conferencia en Berlín nos anime a ser muchos más en mi país.

Teología pública

46. Al examinar los ejemplos de la política climática, el nacionalismo y el colonialismo, he abogado por una voz pública profética de las iglesias. Si el sufrimiento humano viene provocado por decisiones políticas, debemos promover decisiones políticas que alivien ese sufrimiento. 

47. No obstante, es necesario hacer tres aclaraciones:

48. En primer lugar, debemos aclarar lo que entendemos por “política”. Si alguien dice: “la iglesia no debe involucrarse en política”, y se refiere a la política partidista o a los juegos de poder político, entonces solo puedo estar de acuerdo. Pero si esa advertencia tiene por objeto impedirnos defender a las personas pobres y vulnerables o promover públicamente la justicia, la superación de la violencia o la destrucción de la naturaleza no humana; entonces, claramente, tenemos que estar en desacuerdo. La iglesia está llamada a tener el valor de decir la verdad al poder y defender los valores del Evangelio, aunque eso disguste al gobierno. Que eso sea o no posible, y cómo puede serlo, varía mucho según el contexto. Especialmente con gobiernos represivos, la claridad profética irá acompañada de prudencia. Sin embargo, excluir por defecto el ámbito de la política y la vida pública del testimonio de la iglesia traicionaría nuestra fe en que Cristo es el Señor en todos los ámbitos de nuestra vida.

49. En segundo lugar, debe quedar claro cuál es la fuente de la intervención política de la iglesia. Es el Evangelio lo que debe inspirar nuestras posturas políticas ¡y no al revés! Los gobiernos nacionalistas a menudo utilizan indebidamente la retórica religiosa para promover sus objetivos nacionalistas. Utilizan a los representantes de la iglesia para bendecir sus políticas. Entonces, la política controla a la iglesia. Como hemos visto en nuestra reflexión sobre el nacionalismo como pecado, esto traiciona los valores del Evangelio. Cuando intervenimos en política, nuestra pregunta siempre debe ser: ¿es esto una consecuencia de nuestra fe en Cristo y su amor, que mueve al mundo hacia la reconciliación y la unidad? ¿O nuestra motivación para intervenir públicamente es complacer a un gobierno u otro poder mundano? Nuestro lema nunca puede ser “nuestro país primero”, sino siempre “¡el Evangelio primero, Cristo primero!”.

50. En tercer lugar, debemos distinguir siempre entre los valores fundamentales del Evangelio, como el amor al prójimo, la justicia para los pobres o la protección de la vida dada por Dios, por un lado; y las propuestas políticas concretas, por otro. Mientras que los primeros merecen nuestro firme compromiso, los segundos deben estar siempre abiertos al diálogo. Si los debates muestran que otras propuestas son más adecuadas para aplicar los valores que defendemos, debemos aprender de ello. En resumen: necesitamos una defensa apasionada de los valores del Evangelio y una apertura total al diálogo sobre sus consecuencias políticas concretas.

Esperando el tiempo de Dios

51. Estamos llamados a orar, a hacer justicia y a esperar el tiempo de Dios. Estos son los tres elementos que Dietrich Bonhoeffer identificó en su día como las características determinantes de la existencia cristiana. Si nuestra oración es realmente una oración del corazón, se manifestará en la práctica y la defensa de la justicia. En un tiempo en el que las crisis y tanto sufrimiento relacionado con ellas amenazan con abrumarnos, quizá el tercer elemento sea el más importante, porque nos permite abordar los otros dos. Esperar el tiempo de Dios significa confiar en que este mundo no se encamina hacia un agujero negro, sino hacia un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que reinarán la justicia, la reconciliación y la unidad. Todos sabemos desde nuestra infancia, por ejemplo, en Navidad antes de recibir nuestros regalos, lo difícil que puede ser esperar. Ahora, en nuestra vida adulta, la espera es a veces casi intolerable, cuando nos enfrentamos al hambre, al terror, a la violencia, a la injusticia y a tanto sufrimiento. ¿Por qué sigue ocurriendo esto? ¿Cuándo terminará? ¿Qué está haciendo Dios? ¿Cuándo llegará el tiempo de Dios?

52. Queridas hermanas y hermanos, esperar es mucho más fácil cuando se está en compañía. Por eso, estoy muy agradecido por la compañía que tengo aquí en el CMI. Estoy profundamente agradecido por el trabajo conjunto con mis dos vicemoderadores, el arzobispo Vicken y el Rev. Merlyn, y con nuestro secretario general, Jerry. Es un trabajo de amistad. Estoy igualmente agradecido por el inmenso compromiso con que trabaja del CMI y por todo el apoyo que nos brindan. Siempre me sorprende lo mucho que logran con recursos tan limitados. También quiero expresar mi profundo agradecimiento a nuestro Comité Ejecutivo. Su espíritu de amor ha hecho que sea un placer para mí —y me permito decirlo— para todos nosotros, presidir nuestras reuniones. Una y otra vez, me parece milagroso que podamos alcanzar consensos incluso en cuestiones muy difíciles. Solo el amor de Cristo puede hacer posibles tales milagros. 

53. Permítanme también dar las gracias al Comité Central por toda su pasión y compromiso. Es maravilloso sentirse como en casa en una comunidad de hermanos y hermanas que representan tantos contextos de este mundo. Permítanme también expresar mi alegría por la presencia de tantos jóvenes. Quiero reconocer especialmente la contribución de los stewards para que este Comité Central sea un éxito. Es mucho más que su importante servicio a la asamblea lo que hace que su presencia sea tan especial. Es también la inspiración que nos llega a través de los múltiples intercambios informales con ellos, que espero se produzcan durante la próxima semana.

54. Como miembros del Comité Central elegidos por la asamblea, tenemos una gran responsabilidad. En esta reunión, iniciaremos una evaluación de mitad de periodo de las estrategias y la gobernanza, comenzaremos los preparativos para la próxima asamblea en 2030, elegiremos el próximo Comité Ejecutivo, que comenzará su labor en noviembre de 2026, y numerosos otros comités que acompañarán nuestro trabajo hasta la próxima asamblea. Evaluaremos nuestra situación financiera. Y hay cuestiones de actualidad candentes –como la situación en Israel y Palestina– que captarán nuestra atención y deberán ser debatidas. Habrá controversias, quizá intensas, pero confío en que nuestro principio de consenso, con su cultura de escucha auténtica y reflexión fraternal, nos guiará para superarlas.

55. Ahora que estamos aquí reunidos en Johannesburgo, animémonos mutuamente en nuestra confianza en Dios. Recordémonos unos a otros que no debemos desesperar porque sabemos que nuestro Dios está ahí, que nuestro Dios está actuando, que nuestro Dios hará visible la justicia, la reconciliación y la unidad que han llegado a través de la muerte y resurrección de Cristo, y que nosotros, como iglesia, estamos llamados a dar testimonio de ello ya desde ahora. Continuaremos nuestra peregrinación orando y haciendo justicia, manteniendo los ojos abiertos a los signos del reino venidero y esperando con confianza el tiempo de Dios.


 


[i] Donald Shriver, Honest patriots. Loving your country enough to remember its misdeeds (Patriotas honestos. Amar la patria lo suficiente como para recordar sus fechorías), (Nueva York: Oxford University Press, 2005).