ÍNDICE


Introducción

Parte 1: Evaluación
de los programas generales de los cinco temas de
investigación

1.1: Logro de los
objetivos generales del programa

1.2: Pertinencia,
importancia y significado de los programas

1.3: Apropiación e
impacto de los programas

1.4: Impacto de los
programas para fortalecer la comunidad

1.5: Métodos del CMI y
formas de trabajar en relación con los programas

Parte 2:
Principales resultados y conclusiones sobre los distintos
programas

2.1: Fortalecimiento del
Movimiento Ecuménico Único

2.2: Instituto Ecuménico
de Bossey

2.3: Diálogo con
creyentes de otras religiones

2.4: Decenio para
Superar
la Violencia

2.5: Unidad de la
iglesia

2.6: Defensa y promoción
ecuménicas de la justicia y solución pacífica de los
conflictos

2.7: Atención Ecuménica
Especial a África

2.8: Misión y
Evangelización: Promoción del Ministerio de
Reconciliación

2.9: El desafío de la
formación ecuménica

2.10: La Ética de

la Vida y
Alternativas a
la
Globalización

2.11: Diaconía y
Solidaridad

2.12: Comunicar la
comunidad y compartir la experiencia ecuménica

2.13: Programa Ecuménico
de Acompanamiento en Palestina e Israel (PEAPI)

2.14: Iniciativa Ecuménica sobre
el VIH/SIDA en África (IEVSA)

Parte 3: Evaluación
general de los programas y recomendaciones

3.1: Evaluación general
de la labor programática

3.2: Orientaciones
programáticas recomendadas para
la Asamblea

3.3: Marco propuesto
para el futuro enfoque estratégico del CMI

ANEXO 1: Recolección de
información

ANEXO 2:
Glosario


Introducción


"No sabemos cómo interpretar el silencio"[1]

El contexto
en que actúa el Consejo Mundial de las Iglesias ha cambiado notablemente desde
la última Asamblea celebrada a fines de 1998 en Harare. El proceso de
globalización se ha acelerado y está teniendo importantes repercusiones incluso
en las comunidades locales más pequenas. Se registran cambios en las estructuras
económicas, desafíos a la sostenibilidad ambiental, una gran movilidad de las
personas y la propagación de enfermedades, la más evidente de las cuales es la
pandemia del VIH/SIDA. La pobreza sigue constituyendo un escándalo para la
humanidad. Después del 11 de septiembre, las cuestiones de la violencia y la
seguridad se plantean a un nuevo nivel. Muchos de estos acontecimientos muestran
también un cambio en los paradigmas que han orientado la labor del CMI y el
Movimiento Ecuménico en general. Uno de tales paradigmas es el de la
secularización y abandono de la religión, que ha sido puesto en entredicho por
acontecimientos ocurridos en los últimos anos en los que la función de la
religión en la sociedad ha cobrado una renovada preponderancia. Otro es el que
se opone a las funciones pastoral y profética de la iglesia. Es preciso
reevaluar los paradigmas que orientan actualmente la labor a la luz del mundo de
hoy.

Todo esto
está ocurriendo en un ámbito mundial, en el que, por una parte, hay un acceso
mayor a algunos tipos de medios de comunicación y, por otra, existe una
concentración de las redes de tales medios que da lugar a una cosmovisión global
percibida solamente a través de unos pocos filtros.

El Movimiento Ecuménico en el siglo XXI se halla también en un
proceso de transformación profunda. Está cambiando la fisonomía del Cristianismo
mundial, registrándose en el Sur un rápido aumento de las iglesias Pentecostales
e Independientes, la mayoría de las cuales tienen pocos contactos con el
ecumenismo estructural. La realidad vivida por las comunidades de las iglesias
en el Sur o en la revitalización de muchas de las iglesias de Europa Oriental
pone en tela de juicio las antiguas divisiones de Misión, Fe y Constitución,
Vida y Trabajo, que se perciben como una herencia de los primeros días del
Movimiento Ecuménico en Europa. Al mismo tiempo, la necesidad de especialización
ha dado lugar a la creación de nuevos instrumentos para gestionar una respuesta
de emergencia (Acción conjunta de las iglesias - ACT), al inicio de algunos de
los programas de las iglesias en defensa de derechos (Alianza Ecuménica de
Acción Mundial - AEAM) y al establecimiento de una empresa conjunta de
comunicación para cubrir las noticias relacionadas con los asuntos
internacionales de carácter religioso, ecuménico y humanitario (Noticias
Ecuménicas Internacionales - ENI). Se están realizando ahora planes para
establecer una nueva Coalición Mundial ecuménica en materia de desarrollo y
servicio. La agrupación prevista de parte de los ministerios especializados, que
representan en conjunto el 80 % de la financiación del programa del CMI, tendrá
importantes repercusiones, incluso teniendo en cuenta los vínculos propuestos de

la Coalición
Mundial
con el CMI. En los últimos anos se han ampliado también
las estructuras regionales y subregionales.

Frente a estos desafíos, el CMI ha respondido durante los últimos
anos iniciando procesos paralelos, pero complementarios. El proceso de
Reconfiguración[2]
ha tratado de evaluar algunos de los desafíos generales que hemos mencionado. Al
mismo tiempo, el Consejo se ha empenado por primera vez en su historia en una
importante evaluación de su labor programática con la comunidad mundial y para
ella. Este informe sobre
la
Evaluación
del Programa Previa a
la Asamblea ofrecerá una perspectiva
acerca de estos debates más fundamentales. Forma parte de un proceso que comenzó
a fines de 2001-comienzos de 2002 con
la Evaluación de mitad de período
solicitada por el Comité del Programa en su reunión de enero de 2001. La
evaluación se centró en ese momento en muchas preocupaciones institucionales y
se basó principalmente en una evaluación interna realizada por el personal. Una
de las recomendaciones fue que se hiciera antes de
la Asamblea una evaluación externa más
completa y más centrada en el contenido de los programas y en su valoración
desde la perspectiva de los miembros, las iglesias y su ámbito de influencia[3].
El Comité Ejecutivo decidió las tareas en febrero de 2004 y designó a cuatro
personas, Marion Best, William Ogara, Sylvia Raulo y Georges Tsetsis, para que
llevaran a cabo el proceso de evaluación.

El mandato tenía por objeto la investigación de cuatro temas
principales: el logro de los objetivos de
la Asamblea de Harare, la pertinencia e
importancia de los programas, el impacto de éstos y la medida en que son
asumidos y su contribución al fortalecimiento de la comunidad. Se pidió al
equipo de evaluación que hiciera también observaciones sobre las metodologías
empleadas por el Consejo y, por último, que ofreciera una breve evaluación sobre
cada uno de los programas. El resultado debía ofrecer claras orientaciones
programáticas para el Comité de Orientación Programática en
la Asamblea de Porto
Alegre.

Escuchar a las iglesias, tanto sus voces como su silencio, fue el
primer paso y, por lo tanto, la información recogida de las iglesias fue el
punto de partida fundamental. Los métodos utilizados fueron cuestionarios y
entrevistas con personas y grupos. Se recibieron aportaciones de una u otra
forma de la mitad aproximadamente de las iglesias miembros que representan a
cada región. (Para más detalles sobre el
proceso de recopilación de datos, véase el Anexo I).
Además, el equipo
tuvo la ventaja de poder utilizar material y cartografía del proceso de
reconfiguración, algunas evaluaciones de programas concretos, la autoevaluación
de comisiones/órganos asesores[4]
y una serie de documentos programáticos. El equipo desea también agradecer la
participación activa y autocrítica del Grupo de Dirección del Personal[5]
y los equipos programáticos del personal, que fueron entrevistados dos veces
durante el proceso.

Sin embargo, en cuanto equipo,
teníamos que reconocer las limitaciones de la evaluación. Aunque la idea
original era llevar a cabo una evaluación externa, realizó el proceso un equipo
que no podía llamarse externo. Salvo una excepción, los miembros tenían una
estrecha conexión con el CMI  ya sea
como miembro del órgano rector, como ex miembro del personal o como colaborador
de la financiación/miembro provisional del personal. Por otra parte, dada la
complejidad de la tarea y los muchos cambios registrados durante los dos últimos
anos en la estructura del programa, esto ofreció la ventaja de acelerar la
comprensión de las cuestiones planteadas.

Otra limitación fue la falta de un mecanismo de planificación,
seguimiento y evaluación del programa que funcionara bien. Se senaló ya este
problema en
la
Evaluación
de mitad de período. A falta de dicho mecanismo el
equipo tuvo que confiar en una evaluación general de las iglesias, basada en una
comprensión general de los programas. No pudimos verificar los resultados o
compararlos con los que se hubieran documentado mediante una actividad interna
continua de establecimiento, evaluación y seguimiento de los
objetivos.

Tiene mayor importancia la grave limitación del gran número de
iglesias miembros que se mantuvieron en silencio durante el proceso. Sin
embargo, pese a estas limitaciones, hemos encontrado con sorpresa una gran
convergencia general en los resultados, que se ha confirmado en la discusión
paralela sobre la reconfiguración, por lo que tenemos confianza en que la
siguiente evaluación general refleja la
imagen de la labor programática del Consejo tal como la percibe el ámbito de
influencia de las iglesias miembros.

El informe se divide en tres partes. En
la Parte 1 se exponen las respuestas
a las principales preguntas incluidas en el mandato que aprobó el Comité
Ejecutivo en 2004, con los principales resultados y conclusiones. En

la Parte 2
se examinan los distintos programas y dos iniciativas ecuménicas
internacionales, senalando los principales resultados y conclusiones. En la Parte 3
se ofrece una evaluación general de la labor y se formulan recomendaciones
relativas a las orientaciones programáticas para el Comité del Programa de la
Asamblea.




PARTE 1: Evaluación de
los programas generales de los cinco temas de
investigación

 

1.1 
 Logro de los objetivos
generales del programa

?En qué medida los
programas ejecutados durante el período de la evaluación han alcanzado los
objetivos generales
establecidos por la última Asamblea y en el subsiguiente
marco de política programática definido por el Comité Central y por las
Comisiones/Órganos Asesores?


"Es difícil entender cuáles eran los objetivos
generales; parece que hay varios niveles diferentes"

 

Resultados principales

Una hipótesis preliminar del equipo de evaluación fue que estaba
realizando su actividad en el marco de objetivos claramente identificados. Se
puso esto en tela de juicio ya desde el comienzo de nuestra tarea cuando resultó
difícil a nuestro equipo descubrir unos objetivos programáticos articulados,
establecidos en Harare, sobre los que basar nuestra evaluación de cada programa.
La mayoría de los encuestados se hallaban en una situación parecida e indicaron
que no estaban familiarizados con los objetivos programáticos generales o
específicos. Muchos dijeron también que la visión del CMI es ‘borrosa' y esta
falta de una visión claramente articulada es una de las razones de la
incapacidad para establecer objetivos generales claros para la labor
programática.

Aunque no eran capaces de nombrar objetivos programáticos
específicos, la mayoría tenían un conocimiento general de las cuestiones que

la Asamblea
de Harare había senalado y a las que el Consejo había prestado su atención. Los
que se nombraron con mayor frecuencia fueron el Decenio para superar la
violencia,
la
Comisión
especial, el VIH/SIDA, el debate sobre
la
Globalización
/Justicia Económica y el Foco de atención especial
hacia África. Todas estas cuestiones habían sido objeto de debate durante la Octava
Asamblea
y continuaban senalándose como cuestiones pertinentes.
Aunque la mayoría de los encuestados dijeron que no eran capaces de evaluar la
medida en que se habían alcanzado los objetivos generales, una de las formas en
que respondieron a la pregunta fue indicando si un programa o actividad habían
sido adoptados, utilizados o apoyados por sus propias iglesias. Esto dependía en
muchos casos de los objetivos programáticos en los que se hacía también hincapié
en sus propias iglesias o que respondían a cuestiones que consideraban
oportunas.

La función del Comité Central es emprender y terminar programas
según lo recomiende su Comité de Programa, el cual basa sus recomendaciones en
el asesoramiento que recibe de las comisiones y grupos consultivos en relación
con diversas esferas programáticas. Los informes de estos grupos resultaron
confusos en lo que respecta a la forma en que el marco de política de programas,
definido por el Comité Central en 1999 después de Harare (Ser Iglesia; al
Servicio de
la
Vida
; Ministerio de Reconciliación; Testimonio y Servicio
Comunes en medio de
la
Globalización
), se relaciona con la estructura actual de los
trece programas y las dos iniciativas ecuménicas que se están evaluando
actualmente[6].
Además, estos quince programas incluyen unas sesenta actividades, por lo que los
encuestados no veían con claridad en muchos casos lo que constituía un programa
y lo que era una actividad[7].
La evaluación de mitad de período senaló la necesidad de mejorar los mecanismos
de planificación del programa y de hacer que quienes participan en los órganos
rectores y consultivos conozcan menor los programas[8].

Se consideró que las directrices del programa de Harare tenían en
general una amplitud demasiado grande, teniendo en cuenta sobre todo que las
realizaciones del CMI habían sido muy inferiores a lo previsto, debido a la
reducción de sus recursos humanos y financieros. Al mismo tiempo, se afirmó que
el CMI había podido lograr todo lo que le habían permitido las limitaciones
financieras y la reducción del personal, registradas especialmente durante los
dos últimos anos. Hemos escuchado repetidas veces que el Consejo debe hacer
menos y hacerlo bien. Hay que establecer las prioridades basándose en una visión
claramente articulada y determinando lo que un organismo mundial puede hacer
mejor teniendo en cuenta los fondos realmente disponibles.

Conclusiones del equipo

  • Se expresó aprecio por lo que se había conseguido, especialmente
    teniendo en cuenta las limitaciones financieras y las reducciones de personal.
    En una situación, en que el conocimiento general de los objetivos era escaso,
    los encuestados interpretaron el logro de los objetivos como el equivalente a
    hacer suyos los programas, es decir, si los programas fueron utilizados y/o
    asumidos por sus propias comunidades.
  • Los encuestados pudieron identificar una serie de cuestiones
    destacadas en
    la
    Octava Asamblea
    y que se consideran todavía oportunas, a la
    vez que expresaron su satisfacción por el hecho de que el CMI siga trabajando
    en esos sectores, si bien no veían con claridad cómo lo hace.

  • La falta de una clara visión de conjunto ha hecho que resulte
    difícil establecer objetivos generales comprensibles para la labor
    programática y la determinación de prioridades.
  • Los órganos rectores[9]
    han tenido dificultades para desempenar su función de iniciación, seguimiento
    y terminación de programas, lo que exige un marco programático más flexible y
    transparente.
  • Como
    la
    Asamblea
    de Harare y las reuniones subsiguientes del Comité
    Central no pudieron articular claramente los objetivos programáticos generales
    y establecer prioridades, el resultado ha sido que el CMI está tratando de
    hacer más de lo que puede realizar eficazmente, dada la limitación de sus
    recursos financieros y humanos. A este respecto, es importante realizar una
    buena labor preparatoria para ayudar al Comité de Orientación Programática a
    que en
    la Novena
    Asamblea
    establezca iniciativas programáticas realizables y
    apropiadas para el período posterior a dicha Asamblea.

1.2 
Pertinencia, importancia y significado de los
programas

?En qué medida los
programas son pertinentes, importantes y significativos en relación con las
necesidades prioritarias de las iglesias y cómo pudieron ajustarse estos
programas a contextos mundiales cambiantes y a nuevas
necesidades?

"La pertinencia de los programas y su adopción como
algo propio se debilitan cuando se perciben como una tarea separada de la vida
normal de las iglesias"

Resultados principales

Los encuestados interpretaron en general la pertinencia,
importancia y significado de los programas en función de la importancia de una
cuestión concreta para las iglesias, la utilización de métodos creativos en un
determinado programa del CMI y la medida en que se combinan tales métodos para
crear un programa que las iglesias puedan fácilmente hacerlo suyo, utilizarlo u
obtener de él inspiración e ideas sobre su propia realidad y para vincularse con
otras iglesias y fuerzas de todo el mundo.

La mayor parte de los entrevistados hizo especial hincapié en el
Decenio para Superar
la Violencia. Aunque la
violencia está aumentando en el mundo, el "éxito" del programa se relaciona con
el hecho de que afronta un problema que preocupa enormemente en todas partes y
no se trata de un programa iniciado por el CMI, sino que se basa en la labor ya
realizada por muchas iglesias en todo el mundo. Este programa ha conseguido
estimular a las iglesias a plantear las cuestiones de la violencia como
prioritarias en sus trabajos, desde la violencia doméstica hasta las cuestiones
de la guerra y la paz. En cada uno de los últimos anos el foco de atención
regional ha puesto de relieve esto. Las iglesias lo han hecho suyo en gran
medida. La función del CMI ha consistido en apoyar, alentar y facilitar las
conversaciones y la comunicación de información entre las iglesias, proporcionar
una guía de estudio sencilla y eficaz en varios idiomas, mantener un sitio
adecuado en la web y fomentar la cooperación y coordinación con los órganos
ecuménicos regionales, todo lo cual ha contribuido a la difusión y eficacia del
programa. Se fundamenta en una teología de la paz y no violencia y las iglesias
tienen la autoridad moral para promover la paz y la no violencia.

Otra cuestión pertinente, que muchos han considerado incluso
decisiva, es la formación ecuménica, sector en el que un programa muy valorado
del CMI es el del Instituto Ecuménico de Bossey. Como comunidad viva en la que
se realiza una educación experiencial, el Instituto ha sido capaz de afrontar
nuevas necesidades generando debates sobre algunos temas arriesgados (diálogo
interreligioso, sexualidad humana), además de los cursos normales. Bossey tiene
una sólida reputación y se considera que tiene un concepto y dirección claros,
que pueden adaptarse a nuevas necesidades, incluso trascendiendo los límites de
las iglesias. Se han suscitado así expectativas de hacer más en las regiones
para que más gente pueda participar, especialmente en casos en que el idioma es
un obstáculo (se utiliza sólo el inglés en Bossey). Otro instrumento de
formación ecuménica que se mencionó fue el de las becas administradas por el
programa de Formación Ecuménica del CMI, si bien actualmente parece que hay
diferentes valoraciones sobre la orientación que se está dando a esta
actividad.

En muchos
casos se senaló como programa importante el de Unidad de
la Iglesia/Fe y Constitución,
pero se observó que éste último se considera más pertinente y significativo
cuando sus estudios se integran en otros programas como marco teológico para su
labor, en lugar de ser estudios "aislados". Otro obstáculo que reduce la
pertinencia e incluso el significado del programa actual es la falta de difusión
de los resultados y la escasa capacidad de relación.

Para muchos entrevistados, el diálogo interreligioso es una de las
cuestiones más pertinentes de las que actualmente se ocupa el CMI y, por lo
tanto, se senaló como actividad significativa del Consejo. No obstante, se
indicó con claridad al respecto que, tal como se ejecuta actualmente el
programa, parece realizado en pequenos grupos académicos y no aborda problemas
existenciales de las comunidades que viven juntas a nivel de base, lo que reduce
la pertinencia del programa actual. Se observó asimismo que este problema afecta
también a otras esferas programáticas y que se debería promover la participación
de las mujeres.

Un elemento igualmente importante del CMI es el de Ética de

la Vida y
Alternativas a
la
Globalización
, especialmente en relación con problemas de la
globalización, como
la Justicia Económica. Esta
actividad ha conseguido involucrar a las iglesias en esta esfera de
preocupación. Además de las cuestiones citadas, se apreció que este programa se
relacione satisfactoriamente con algunas de las regiones. Se consideró que el
CMI es un punto de referencia al respecto. Los programas de
la Red de Defensa Ecuménica de los
Discapacitados y de los Pueblos Indígenas son ejemplos de la labor centrada
fuera de Ginebra que se considera importante, lo que indica la necesidad de
evaluar más en profundidad el potencial de este tipo de redes.

La Comisión
Especial
sobre
la Participación de los
Ortodoxos en el CMI se consideró un ejemplo pertinente e importante de actividad
que respondía a una situación concreta y a las necesidades del Consejo y sus
miembros. Las reacciones a los resultados de
la Comisión Especial fueron
diversas. Muchos estimaron que ha contribuido a profundizar el espíritu de
comunidad y a confirmar el nuevo compromiso de las iglesias ortodoxas después de
la crisis de 1998. En cualquier caso, ha demostrado que el Consejo puede
encontrar el modo de examinar y formular nuevas formas de colaborar a pesar de
enfrentarse a cuestiones difíciles que pueden ser causa de división. Aunque
comenzó ocupándose principalmente de las regiones donde la comunidad ortodoxa es
numerosa, los resultados tienen el potencial de reconfigurar las relaciones
dentro de toda la comunidad.

Se consideró oportuna e importante
la Atención Ecuménica
Especial a África. Los africanos apreciaron especialmente la forma en que el CMI
contribuyó a la celebración de
la Conferencia de Iglesias de Toda
África, destacando a un miembro de su personal. Se trata de un ejemplo de la
función de creación de capacidad que puede desempenar el CMI. Asimismo, los
trabajos relacionados con el VIH/SIDA, que se realizan por medio de

la
Secretaría
de salud y sanación de Misión y Evangelización y de la Iniciativa
Ecuménica
VIH/SIDA en África, se consideraron importantes y
pertinentes para responder a esta pandemia, basándose en la labor de las
iglesias centrada en la función del CMI de iniciar, facilitar y coordinar estos
esfuerzos.

El desarraigamiento, por migración o como problema relacionado con
los refugiados/desplazados dentro del país, es una cuestión que se consideró
importante en todo el mundo. Con respecto a la actividad programática del CMI en
este sector, se mencionaron las actividades de creación de redes y prestación de
ayuda humanitaria como representativas de la lucha de las iglesias para la
solución de estos problemas.

La defensa de los derechos a nivel mundial en relación con diversos
problemas, se mencionó en general como una de las funciones fundamentales del
CMI.

Conclusiones
del equipo

  • Los programas que con mayor frecuencia se senalaron como
    pertinentes e importantes fueron los que afrontaban cuestiones urgentes o de
    actualidad en su contexto o se consideraban fundamentales para la misión del
    Consejo.
  • Los programas más citados presentaban unas características
    claras: los trabajos, además de afrontar cuestiones urgentes, se habían
    realizado en cooperación con las iglesias de las regiones y habían sido
    asumidos claramente y la función del CMI consistía en facilitar, coordinar,
    cooperar, crear redes, conectar y/o crear capacidad.
  • Se necesitan sólidos marcos teológicos para llevar a cabo la
    labor.
  • Se consideró también muy pertinentes los programas que tienen una
    finalidad y ámbito de aplicación claros, y que se comunican
    bien.

1.3 
 Apropiación e impacto
de los programas

?En qué medida las
iglesias han hecho suyos y han utilizado los programas y éstos han producido un
impacto duradero y significativo (positivo o negativo, deliberado o no)
en la vida de las iglesias y de las personas a las que
sirven?


"Valorando positivamente, hay que decir que, durante los
últimos anos, el Consejo ha mostrado más sensibilidad y preocupación por causar
un impacto, por crear algo nuevo"

Resultados principales

Los encuestados hicieron observaciones sobre el impacto únicamente
desde un punto de vista personal, ya que, a pesar de las recomendaciones de la
evaluación de mitad de período, el CMI carece todavía de un mecanismo de
planificación, seguimiento y evaluación (PSE) que funcione satisfactoriamente.
Dicho mecanismo debería incluir planes orientados a las metas que se tratan de
alcanzar, con objetivos e indicadores del impacto, así como una actividad
documentada de seguimiento, análisis y evaluación, y la recolección sistemática
de información retroactiva para la adopción de las correspondientes medidas de
aplicación. La falta de esto último es especialmente importante, ya que es
prácticamente imposible determinar el impacto más allá de los resultados
inmediatos, que frecuentemente se limitan al grado de participación. El hecho de
que las metas y objetivos sean muy generales complica aún más las posibilidades
de evaluar el impacto de un determinado programa. Aunque todos los programas
tienen indudablemente efectos no previstos, e incluso no deseados, no es posible
verificarlos y se pierde la oportunidad de aprender tanto de los éxitos como de
los fracasos. Sin embargo, se observó que en los últimos anos el Consejo parece
reconocer más la necesidad de introducir cambios reales y de planificar un
impacto deliberado.

Otra limitación fue el ámbito temporal de esta evaluación. No es
fácil medir el impacto en un período tan breve (en realidad, 1999-2003), ya que,
por su naturaleza, se manifiesta a largo plazo. A este propósito, fue
interesante observar que, al responder acerca del impacto, la gente hizo
referencia a programas o actividades realizadas por el CMI en el pasado, tales
como el Decenio de Solidaridad de las Iglesias con las Mujeres, Bautismo,
Eucaristía y Ministerio, largo historial de actividades en favor de los derechos
humanos en América Latina y el programa para Combatir el Racismo, que se
consideraba seguían teniendo un impacto eficaz en la vida de las iglesias, por
los cambios profundos que habían traído consigo poniendo a prueba, entre otras
cosas, las prácticas tradicionales, la teología y la función de las iglesias en
la sociedad.

El análisis del impacto se limitó, por estas razones, a tres temas:
la medida en que las iglesias habían hecho suyos los programas, la utilización
de los programas y la participación de las iglesias y/o la medida en que los
programas habían conseguido introducir nuevos temas/desafíos en la vida y
actividad de las iglesias.

Los programas que, según los entrevistados, las iglesias habían
utilizado y hechos suyos, por ejemplo, el DSV o el IEVSA, eran también los que,
a su juicio, habían ejercido un impacto importante con elementos claros. Las
iglesias deberían tener una función clara como iniciadoras (problemas agudos con
que se enfrentan las iglesias), ejecutoras (participando en la ejecución de los
programas o en los esfuerzos de defensa y promoción de derechos) o
reconsiderando sus propias formas de actuar/ayudar en emergencias como la
pandemia del VIH/SIDA. Los programas deben llegar a las bases de la sociedad y
formar dirigentes locales.

Los principales factores para que los programas del CMI sean
eficaces son la rapidez y sostenibilidad de la respuesta, así como  la clara comunicación de los objetivos y
el enfoque de los trabajos a los miembros, facilitando así la participación de
éstos. Se senaló que un lenguaje y un planteamiento de las cuestiones accesibles
son elementos importantes al difundir la información sobre los programas. El
predominio del inglés impone limitaciones a quienes no lo conocen. Se consideró,
en general, que la importancia de las comunicaciones es elevada, mientras que
los logros a este respecto eran escasos.

Los programas pueden ejercer también un efecto negativo,
especialmente cuando se tratan cuestiones políticas y la preparación ha sido
insuficiente, ya que se estima que el CMI corre el riesgo de impulsar tareas
políticas sin haber realizado un trabajo de base previo. Esto es especialmente
importante en cuestiones de gran resonancia pública. Por otra parte, se
reconoció también que se habían extraído ensenanzas en casos en que se llegaron
a aceptar posteriormente algunas cuestiones controvertidas. En ellas el elemento
importante era que se había realizado un sólido trabajo previo.

La parte más difícil es que los programas del CMI no se adoptan
como propios y muchas personas de las iglesias critican su propia falta de
participación. Muy pocas personas opinaron que los miembros de sus iglesias
habían considerado como suyos y utilizado los programas actuales, más allá del
sentimiento general de que "probablemente el CMI debería hacer eso". Las
iglesias no intervienen en las tareas de iniciar, planificar juntos y participar
en la ejecución de la mayoría de los programas actuales. Existe la percepción de
que los programas son iniciativas del personal del CMI que se pide a las
iglesias que las apliquen o respondan a ellas.

Se presentaron también ejemplos de efectos imprevistos cuando las
personas y sus iglesias, por el mero hecho de verse implicadas en la labor
ecuménica mundial, cambiaban en sus formas de relacionarse e interactuar y su
identidad cobró una dimensión más mundial y abierta. Este tipo de impacto es un
efecto colateral de muchos de los programas, pero no se ha documentado o
analizado y, por lo tanto, se pierde en muchos casos una importante dimensión de
los trabajos.

 

Conclusiones del equipo

  • La planificación para un marco temporal de varios anos es
    importante si se quiere conseguir un impacto duradero.
  • Es urgentemente necesario desarrollar el actual sistema de
    gestión de los programas y establecer un mecanismo de planificación,
    seguimiento y evaluación que funcione, así como indicadores para evaluar
    cualquier impacto mensurable (o incluso los resultados futuros) de la labor
    actual. Se necesita también esto para determinar los efectos no deseados o no
    previstos de los programas.
  • La comunicación sobre los programas y sus metas y objetivos es el
    elemento fundamental para conseguir que el impacto no se limite a los
    directamente vinculados con los programas, y es preciso reforzarla en la
    mayoría de los casos.
  • Hay que conseguir resolver el dilema de que muchas iglesias
    miembros, por una parte, se comprometen en principio, pero, por otra, no
    aprecian ni hacen suyos los programas (incluida la falta de empeno en su
    financiación). Una cuestión fundamental que debe plantearse es cómo aprovechar
    el potencial de empeno y participación existente en las iglesias
    miembros.
  • Cuanto mayor función desempenen las iglesias locales, mayor será
    el impacto. Es preciso tener en cuenta esto al disenar los programas para que
    el CMI provoque realmente cambios.

1.4 
 Impacto de los
programas para fortalecer la comunidad

?En qué medida cada
programa contribuyó al proceso de EVC, facilitando la cooperación entre
las iglesias y ofreciendo a los miembros la posibilidad de participar y
comprometerse, y su impacto general ha fortalecido la
comunidad?

"La comunidad debe ser
algo más que vivir y dejar vivir. Es algo más que animarnos a nosotros mismos.
Debe permitirnos cambiar cuando el cambio se considera esencial para realizar
nuestra misión"

Resultados principales

El documento Entendimiento y Visión Comunes (EVC)[10]
contiene la visión orientadora del CMI en que se basan su misión y sus
programas. Declara que el CMI es una comunidad de iglesias que desea avanzar
hacia una unidad visible y realizar su vocación común, mediante el testimonio y
servicio al mundo. Dado el carácter fundamental del EVC, sorprendió descubrir en
la evaluación que, para la mayoría de los encuestados, era algo desconocido o un
mero documento histórico. Por ello, resulta difícil evaluar la medida en que el
EVC ha sido el marco de los programas y ha contribuido a la cooperación entre
las iglesias miembros y, por consiguiente, la forma en que ha promovido el
fortalecimiento de la comunidad. Otro desafío para el CMI es determinar cómo
articular el espíritu del EVC en un contexto nuevo y que cambia
rápidamente.

La mayoría observó que el trabajo de
la Comisión Especial había
contribuido a fomentar la comunidad. La serie de encuentros, visitas oficiales y
actividades complementarias que se realizan han dado a muchos ortodoxos la
garantía de que sus voces se escuchan y se toman seriamente. La creación de este
‘espacio ecuménico' tiene también por objeto incrementar el conocimiento
recíproco entre las iglesias ortodoxas, americanas y protestantes, en relación
con sus distintas doctrinas, prácticas y tradiciones. Muchos prevén que la
tendencia del Consejo ha adoptar las decisiones por consenso incrementará la
comprensión mutua, fomentará la confianza y fortalecerá las relaciones dentro de
la comunidad. Por otra parte, existe también la preocupación por la medida en
que, con estos cambios, quedará a salvo la función profética del Consejo. Se
expresó también la preocupación de que la visión más amplia del EVC se había
reducido a un proceso de negociar juntos una vida común. La vida del CMI no
puede sostenerse sin una clara visión general.

Otros medios indicados para fomentar y fortalecer la comunidad
fueron las visitas de equipos, las ‘Cartas Vivas' haciendo hincapié en las
visitas de iglesia a iglesia, las visitas del Secretario General y los equipos
de personal del CMI. La comunidad ha ido creciendo en África, en parte, gracias
a
la IEVSA,

la Atención
Especial
a África y los esfuerzos desplegados para fortalecer la
Conferencia
de Iglesias de Toda el África. Han resultado muy
eficaces las redes visibles como EDAN y las redes de mujeres y
jóvenes.

El EVC hace también hincapié en la ampliación de la comunidad,
sector en el que, desde
la Octava Asamblea, se han
emprendido varias iniciativas acerca de las cuales muchos expresaron su aprecio.
Figuraban entre ellas el establecimiento del Foro Cristiano Mundial y del Grupo
Consultivo Mixto entre el CMI y los Pentecostales. Sin embargo hay una tensión
creativa cuando el CMI trata de profundizar y, a la vez, ampliar la comunidad.
Hay quien teme que si se destinan recursos a ampliar la comunidad se reducirá su
profundidad. Respondiendo a los desafíos planteados por la proliferación de
organizaciones ecuménicas, se han celebrado también dos consultas sobre

la
Reconfiguración
del Movimiento Ecuménico.[11]

La intervención del CMI en los problemas de algunas de las regiones
ha provocado reacciones diversas. Para algunos, a falta de una estrategia clara
y coherente, se ha considerado la actuación del CMI como una invasión. A veces
se confunden las funciones del CMI y las de las Organizaciones Ecuménicas
Regionales (OER). Otras veces se deja en el olvido a las iglesias pequenas en
beneficio de las grandes. Es preciso planificar de forma más consciente y
estratégica las relaciones tanto con las OER como con las Comunidades Cristianas
Mundiales. Habrá que evaluar la labor programática, no de forma aislada, sino
colectivamente, y tratar de conseguir que los distintos actores ‘entretejan
juntos' los programas.

Conclusiones del equipo

·       
Para
que el EVC siga siendo la declaración de visión del CMI, es preciso volver a
articularlo e interpretarlo claramente, simplificar su lenguaje y compartir el
documento ampliamente.

  • La mayoría de los informantes afirmó que
    la Comisión
    Especial
    contribuía a profundizar la comunidad.
  • Los procesos y métodos que contribuyen a profundizar la comunidad
    son, entre otros, la creación de un ‘espacio ecuménico', visitas de iglesia a
    iglesia, visitas del personal del CMI, creación de capacidad y establecimiento
    y desarrollo de redes para fortalecer las relaciones, y varias nuevas
    iniciativas que ayudan a ampliar la comunidad, p. ej., el Grupo Consultivo del
    CMI y los Pentecostales y el Foro Cristiano Mundial.

  • Se ha aumentado la presión sobre los recursos humanos con los
    trabajos del Consejo para profundizar y ampliar la comunidad. Hay que
    encontrar nuevos medios para utilizar el tiempo y la capacidad de otras
    personas e iglesias además del personal del CMI.
  • A la vez que apoyaron el proceso de reconfiguración, algunos
    senalaron que es preciso aclarar su relación con el EVC.
  • Para fortalecer el espíritu de comunidad, el CMI debe estudiar
    cómo elaborar el programa de trabajo juntamente con otros actores. Se necesita
    una estrategia clara y deliberada para fomentar la participación en cada una
    de las regiones después de haber analizado y revisado las
    funciones.
  • El CMI ha conseguido mantener unida la comunidad en medio de
    importantes problemas. Sin embargo, la tarea no ha concluido, ni mucho menos,
    teniendo en cuenta las exigencias de las iglesias, y el CMI debe invertir
    recursos en la creación de un espacio para que continúe la comunidad.
    Cualquiera que sea la postura que se adopte, es un valor mantenerse unidos
    incluso en períodos de dificultad.

1.5   Métodos del
CMI y formas de trabajar en relación con los programas

 

"?Metodología del CMI? La
primera cosa que se me ocurre es un senor maduro que nos lee su
ponencia"

Resultados principales

La cuestión de las metodologías y las formas de trabajar se planteó
ya en la evaluación de mitad de período de 2002, en la que se pedía un análisis
más sistemático de los éxitos y fracasos y una utilización más explícita y
diversificada de las metodologías en la elaboración de los programas. Volvieron
a plantearse estas cuestiones directamente en los cuestionarios y entrevistas,
pero también aparecieron constantemente en relación con las cuestiones relativas
a objetivos e impacto del programa y participación en el mismo. Se trata del
sector que registró la mayor convergencia de los encuestados, independientemente
de sus orígenes culturales o geográficos.

La comunicación dentro de las iglesias y entre éstas fue el ámbito
de problemas y potencialidades citado con mayor frecuencia, lo que demuestra que
las iglesias exigen que la comunicación con ellas, escuchándolas, informándolas
y conectando con ellas, forme parte de toda la labor que realiza el Consejo. Se
tratarán otros aspectos de este problema en
la Parte 2, sección 2.12 de este
informe.

Si bien la creación de redes, las visitas de solidaridad, las
donaciones, las publicaciones, los sitios web y otras formas diferentes de
información horizontal forman parte de las metodologías del CMI, las que se
consideran preponderantes son las reuniones, consultas y conferencias. Se sigue
valorando su importancia en la creación de relaciones personales y de una
interacción humana, pero con demasiada frecuencia se perciben como algo
didácticamente arcaico y como actos aislados sin un proceso de preparación y
continuidad. Frecuentemente se publican los resultados de forma poco atractiva,
que dice muy poco a quienes no estuvieron presentes. Por ello, las reuniones son
poco útiles para quienes no participaron directamente en ellas.

Las donaciones han perdido importancia en lo que respecta a las
cantidades, pero siguen siendo importantes como instrumento estratégico.
Actualmente, algunos asociados e iglesias se benefician de este instrumento con
distintos programas, si bien la forma de acceder a los fondos no resulta clara
para quienes están fuera del sistema. Hay que plantear el problema desde el
punto de vista administrativo con el establecimiento de un sistema transparente
de administración de los proyectos que permita el seguimiento de toda la ayuda
que el Consejo presta con los diferentes programas, así como de la utilización
estratégica de los fondos en general para afrontar nuevos desafíos. Se ha
senalado esta necesidad en algunas de las evaluaciones de actividades[12].

Hay otras cuestiones que deben senalarse en relación con la
actividad estratégica posterior de quienes han participado en los actos
relacionados con el CMI. A veces parece que los participantes han sido elegidos
porque se adaptan al programa del CMI, y no por su valor estratégico para
difundir los resultados en sus iglesias. Por otra parte, muchas de las personas
consultadas  han sido miembros o lo
son parcialmente de distintas estructuras de asesoramiento y adopción de
decisiones del CMI. Como se ha indicado ya, existe la sensación de que no se
tiene demasiada información, pero también es un problema igualmente importante
que no siempre se sabe cómo utilizar la información disponible y cómo difundirla
eficazmente.

La falta de preparación y continuidad se senaló no sólo como un
problema del CMI, sino también como una autocrítica. Muchos observaron que las
iglesias no tienen un sistema adecuado de preparación y que, en muchos casos,
sus representantes en las distintas reuniones son elegidos sobre todo por su
conocimiento de idiomas, de forma que los responsables del problema son tanto el
CMI como las iglesias miembros.

Por consiguiente, es decisivo utilizar otros enfoques pedagógicos
posibles y destacar el aspecto de la formación ecuménica general en todos los
trabajos. Se considera, a este respecto, que el CMI carece de competencia en la
utilización de metodologías innovadoras.

El factor más importante del éxito de cualquier programa es la
intervención de las iglesias/miembros no sólo como participantes, sino como
iniciadores, responsables y ejecutores. Actualmente, apenas puede verse esto en
las estructuras de diseno de los programas. En la práctica, muchos programas han
utilizado medios diferentes para hacer intervenir a los miembros, tales como
estudios, investigaciones, compartir personal, visitas a iglesias, etc., pero no
se afronta esta cuestión de forma sistemática y parecen utilizarse estos métodos
dependiendo de las personas.

Conclusiones del equipo

  • Al reexaminar los métodos utilizados por el Consejo, un elemento
    importante es el de hacer un análisis más sistemático de los métodos
    utilizados en algunos programas que han conseguido hacer intervenir a las
    iglesias, por ejemplo, mediante estudios, investigaciones, compartir personal
    o visitas de iglesias.
  • La comunicación de los programas debe basarse en el diseno del
    programa y el Consejo debe fortalecer todo el sector de la
    comunicación.
  • Es preciso vincular las reuniones a procesos claramente definidos
    en el marco de una formación ecuménica continua.
  • El diseno de los programas deberá realizarse con la intervención
    de los miembros en todos los niveles.
  • Hay que estudiar el uso de las diferentes metodologías de forma
    estratégica y su elección deberá basarse en funciones fundamentales, como el
    fortalecimiento de la comunidad.
  • Deberá examinarse sistemáticamente y considerarse desde un punto
    de vista estratégico la utilización de los miembros de las comisiones y
    comités, así como de los participantes y miembros de los organismos rectores y
    consultivos, en la promoción y comunicación de la comunidad. Se evitará así la
    práctica actual de que cada miembro tenga que encontrar por sí mismo los modos
    de desempenar esta función. Esto es especialmente importante en regiones con
    pocos representantes. Si no están conectados con las estructuras de la
    iglesia, la visibilidad del CMI disminuye inmediatamente.

PARTE 2: Principales resultados y conclusiones sobre los
distintos programas

En esta sección de nuestro informe se ofrece el punto de vista de
las iglesias en relación con cada
uno de estos programas[13],
mientras que el informe de Harare-Porto Alegre contiene una información
detallada sobre cada uno de los programas y sus actividades desde 1999. Antes de

la Asamblea,
se tratará de armonizar las referencias a los programas en los dos informes para
dar a los participantes una visión más completa de la labor programática, así
como de nuestra evaluación.

2.1 Fortalecimiento del Movimiento Ecuménico
Único

"El Informe de
la Comisión Especial puso en
marcha un proceso de escuchar mejor"

Resultados
principales

El objetivo principal del programa ha sido orientar la labor del
CMI, fomentar las relaciones entre los miembros, ampliar la comunidad y promover
la coherencia del Movimiento Ecuménico.

Las respuestas recibidas no se relacionaban con un determinado
programa, sino que se referían principalmente a la importancia de construir y
fomentar relaciones en el Movimiento Ecuménico. El proceso del entendimiento y
visión comunes veía al CMI como una comunidad de iglesias y depositaba en las
iglesias miembros la responsabilidad de construir y fomentar relaciones entre
ellas mismas. Sin embargo, como ha demostrado la reciente consulta sobre
Ecumenismo en el siglo XXI, el CMI, además de relacionarse con las iglesias,
mantiene relaciones con otros muchos grupos, como Organizaciones Ecuménicas
Regionales, Consejos Nacionales de Iglesias, Comuniones Cristianas Mundiales y
organismos y ministerios especializados, a los cuales se debe prestar también
una atención continua.

Desde
la
Asamblea
de Harare, la actividad más importante dentro de este
programa ha sido
la
Comisión Especial
sobre
la Participación de los Ortodoxos
en el CMI, la cual fue mencionada en la gran mayoría de las respuestas. Sin
embargo, las reacciones con respecto a los resultados de dicha Comisión son
diversas. En general se ha considerado favorablemente el hecho de que se
dedicara tiempo y espacio al debate y a la creación de un entendimiento en torno
a cuestiones divisivas. En algunos casos, se expresó preocupación por el hecho
de que esto hubiera obligado al Consejo, desde Harare, a mirar demasiado hacia
el interior. Mientras muchos se alegran de que se avance hacia la búsqueda de un
consenso en la adopción de decisiones, otros se preocupan por que pueda
reducirse así la voz profética del CMI. Otros lamentan que pudiera perderse lo
que valoraban como culto ecuménico en el avance hacia la ‘oración común'. Las
respuestas de los ortodoxos con respecto a
la Comisión Especial fueron en
su mayoría positivas.

En cuanto a la profundización y ampliación de la comunidad, el
Grupo de Trabajo Mixto con
la Iglesia Católica Romana ha
contribuido durante casi 40 anos a realizar la misión ecuménica de las iglesias
y se propone celebrar una consulta en 2005 para evaluar la relación entre

la Iglesia
Católica
Romana y el CMI. Cabe senalar también como otros pasos
prácticos hacia la ampliación de la comunidad, la reunión del Foro Cristiano
Mundial prevista para 2007 en la que se espera que participen las iglesias
miembros del CMI, iglesias independientes africanas, los Pentecostales y los
Evangélicos. Se han celebrado reuniones más reducidas con representantes de
estas iglesias desde 1998 y los encuestados de todas las regiones apoyaron esta
iniciativa. Después de
la Octava Asamblea de 1998, se
estableció un grupo consultivo para llevar adelante el diálogo entre el CMI y
los Pentecostales, el cual se ha reunido varias veces. Los Pentecostales de
América Latina aprecian lo que ellos denominan ‘creciente apertura' del
CMI.

Este programa se encarga también de elevar al máximo la
participación de los órganos rectores y, como se senala en la sección 1.1
del presente informe, miembros del Comité Central e incluso algunos miembros del
Comité del Programa afirmaron que no conocen claramente las orientaciones y
objetivos de los programas y consideran que no son lo suficientemente fáciles de
conocer para poder adoptar decisiones sobre la iniciación, reformulación y/o
terminación de los programas.

Conclusiones del equipo

  • La Comisión
    Especial
    se destaca como actividad
    fundamental del programa.
  • Todos los encuestados destacaron la importancia decisiva de crear
    y mantener relaciones para garantizar la solidez y el futuro del Movimiento
    Ecuménico. Dados los cambios recientes en la estructura y personal del CMI,
    esta función se reparte más ampliamente entre los equipos del personal y
    podría diluirse. Hay que aclarar la responsabilidad de crear y fomentar las
    relaciones y resaltarla en todos los programas.
  • Se han dado pasos importantes para establecer relaciones con los
    Pentecostales y hay pruebas de que todas las partes lo aprecian.
  • Las consultas sobre reconfiguración (Ecumenismo en el siglo XXI)
    se relacionan con los objetivos de este programa y ofrecen la posibilidad de
    fortalecer el Movimiento Ecuménico y aclarar la función del CMI dentro del
    mismo.
  • Hace falta mejorar los mecanismos de planificación del programa y
    hacer que los participantes en los órganos rectores y consultivos conozcan
    mejor los programas.

2.2  Instituto
Ecuménico de Bossey

 

"Cuando un estudiante  que ha completado el ciclo académico
vuelve a su hogar, ha sido cambiado por la experiencia de Bossey y su mentalidad
es ecuménica"

 

Resultados principales

El programa de Bossey contribuye a la formación de dirigentes
ecuménicos, tanto laicos como ordenados. Los programas para la consecución de
títulos, maestrías y doctorados se realizan en cooperación con
la Universidad de Ginebra,
lo que en general ha contribuido reconocidamente a elevar los niveles
académicos. Actualmente se está mejorando mucho la biblioteca. Muchos de los
seminarios de Bossey se consideran de vanguardia y han tratado temas como la
función de las religiones en la construcción de la paz, la sexualidad humana,
formas interreligiosas de leer
la Biblia en relación con otras
tradiciones religiosas y bioética. Se organizan estos y otros seminarios en
consulta y colaboración con equipos de personal de CMI y su finalidad es apoyar
los objetivos generales del programa del CMI.

Todos los programas llevan incorporada una evaluación sistemática
continua que permite ajustar las metodologías y el contenido. Se están
realizando otros trabajos en relación con el seguimiento de los alumnos del
Bossey para determinar si son duraderos e importantes los efectos, sobre todo
del ciclo académico. Los programas tienen una gran aceptación: se recibe el
doble de solicitudes de las que pueden aceptar para el ciclo académico, tres
veces más para la maestría y cuatro veces más para el doctorado. Las iglesias
ortodoxas de Georgia y Bulgaria, aunque han dejado de ser miembros del CMI,
siguen enviando estudiantes a Bossey.

La comunidad contribuye a apoyar al Instituto Bossey de formas
concretas:
la Iglesia
Católica
Romana y un organismo de misión proporcionan fondos
para sufragar dos puestos de los profesores de la facultad a jornada completa y
hay otros profesores y conferenciantes invitados que ofrecen su tiempo cada ano.
Otro puesto de la facultad depende de una dotación que actualmente no produce
fondos suficientes, lo que es causa de preocupación. Muchos estudiantes
procedentes del Sur necesitan ayuda financiera y, afortunadamente, el fondo de
becas de Bossey ha seguido recibiendo un sólido apoyo.

Por medio de los profesores invitados y al incrementarse el número
de alumnos procedentes de más iglesias evangélicas, se ha aumentado la
interacción con los Evangélicos y Pentecostales. Estaría bien que frecuentaran
el Instituto más alumnas, pero las iglesias suelen recomendar sobre todo a
hombres para programas a plazo largo, por lo que las mujeres representan sólo el
20% del alumnado.

Los informantes apoyaron Bossey como parte esencial del CMI,
especialmente en una época en que tanto se necesita la formación ecuménica. Sin
embargo, actualmente el impacto de esta labor es muy limitado en cifras. Sobre
todo en las regiones del Sur, se expresó el deseo de ampliar la actividad de
Bossey a distancia, ya que la falta de fondos y la lejanía hacen que puedan
frecuentarlo sólo unos pocos. Se expresó preocupación por el hecho de que se han
establecido niveles académicos superiores que no pueden alcanzar muchos
candidatos, así como por la cuestión de que las clases de Bossey se imparten
solamente en inglés. Algunos preguntaron por qué el programa de Formación
Ecuménica del CMI y Bossey no están conectados de forma más estrecha.

Conclusiones del equipo

  • Bossey es bien conocido y valorado por los miembros y, como
    consecuencia de ello, en muchas regiones del mundo se pide la ampliación al
    exterior de los servicios de Bossey. Cómo sacar Bossey de su recinto es un
    desafío importante. Se relaciona con los llamamientos hechos al CMI para que
    haga más en el sector de la formación ecuménica y para que vincule mejor o
    fusione el programa de Formación Ecuménica del CMI con Bossey.
  • Otros desafíos son la vulnerabilidad de Bossey debido a las
    disposiciones actuales según las cuales sólo un miembro de la facultad está
    financiado por el CMI, así como la necesidad expresa de un seguimiento
    sistemático de los alumnos del ciclo académico para evaluar los resultados a
    largo plazo.
  • Es muy importante que Bossey continúe siendo un lugar donde se
    puedan realizar programas de vanguardia y seminarios centrados en iniciativas
    del CMI.

2.3  Diálogo
con creyentes de otras religiones

 

"El programa interconfesional es importante, sobre
todo, en la perspectiva de paz y reconciliación"

 

Resultados principales

Este programa tiene por objeto fomentar el diálogo entre cristianos
y creyentes de otras religiones en un mundo de pluralismo religioso. En las
encuestas y entrevistas un alto porcentaje de los informantes consideraron
importante este sector de trabajo, pero casi otros tantos senalaron también que
es preciso reforzarlo e introducir algunos cambios.

Las observaciones expresaron la medida en que los encuestados
desean que el CMI participe en esta labor. Sin embargo, en general parece
existir entre los miembros la impresión de que la mayor parte del trabajo
interreligioso es de carácter académico y se realiza en el ámbito de grupos
elitistas. Se pidió una y otra vez que se haga más hincapié y se preste más
asistencia sobre la forma de convivir en contextos multirreligiosos y se apoyó
la labor realizada por el personal a este respecto en Nigeria. Algunos estimaron
que se debería prestar más atención a las religiones de Asia.

Aun reconociendo que el CMI ha sido pionero en este sector, se
hicieron preguntas sobre cómo estaba evolucionando el programa para afrontar
nuevos desafíos. Algunos consideraron que estaba estancado y no afrontaba
cuestiones difíciles, entre las que figuran algunas de las cuestiones teológicas
difíciles para las iglesias. Al mismo tiempo, quienes participan en el pequeno
grupo "Thinking Together", integrado por personas de muy diferentes religiones,
que se reúne semestralmente, dicen que sus debates han alcanzado nuevas
profundidades sobre cuestiones muy difíciles, pero no saben cómo compartir sus
experiencias con otros. Varios representantes de iglesias dijeron que sus
iglesias veían con suspicacia esta labor y deseaban que el CMI hiciera una clara
declaración cristológica en relación con otras confesiones religiosas. Algunos
dijeron que necesitamos un diálogo con ateos y con defensores de la secularizad
y humanistas, así como con representantes de otras creencias vivas.

Se sugirió la necesidad de que participen más mujeres en este
programa, ya que suelen ofrecer perspectivas diferentes. En el informe del CMI
"Dignity of Children 1995-2004", se pide al CMI que aborde las cuestiones de la
infancia con un enfoque interreligioso. Se propuso que el CMI convoque una
reunión de responsables de las iglesias en cuestiones interreligiosas para
conocer mejor lo que está ocurriendo en las iglesias miembros. Se sugirió
también que se establezcan vínculos más estrechos con
la Conferencia Mundial sobre
Religión y Paz (WCRP). El Grupo Mixto de Trabajo (CMI/RCC) senaló en su informe
la labor interreligiosa como uno de los temas de su programa futuro.

Conclusiones del equipo

  • A juzgar por el alto número de respuestas favorables a la
    intervención del CMI en esta esfera de trabajo, se trata de un programa
    importante que es preciso reforzar.
  • Aun reconociendo que se han descubierto cosas importantes en
    pequenas consultas, lo que más preocupa es cómo hacer el programa más
    accesible para los miembros afrontando el problema de cómo convivir en
    contextos multirreligiosos y superar problemas teológicos difíciles
    relacionados con cuestiones interreligiosas.
  • Las iglesias miembros que trabajan en este sector desean
    incrementar la interacción y que el CMI se interese más en la labor que
    realizan.

2.4   Decenio para superar la
violencia

 

"Es una labor a largo
plazo y las iglesias tienen autoridad moral para participar en la paz y la no
violencia"

Resultados principales

El Decenio para Superar
la Violencia tiene por objeto ayudar a
los miembros, especialmente a las iglesias miembros, a afrontar las cuestiones
de la violencia en sus distintos contextos. Una de las formas de hacerlo es
coordinar a los distintos miembros (iglesias miembros, Organizaciones Ecuménicas
Regionales y Consejos Nacionales de Iglesias) y facilitar los vínculos más allá
de su ámbito de influencia con organizaciones como
la Coalición
Internacional
para
la Paz y
la No Violencia. El DSV estaba muy
perfilado ya después de Harare y, más aún, en su lanzamiento en Berlín en 2001,
pero no se puso realmente en marcha hasta que en 2002, con la ayuda del Comité
de Examen, se dispuso de personal y presupuesto. Ha aumentado mucho la
sensibilización sobre cuestiones de la guerra, la violencia y la seguridad,
especialmente desde el 11 de septiembre de 2001, y el programa ha dado con un
formato que se considera muy pertinente, importante y significativo.

Tanto en las encuestas como en las entrevistas, este programa se
hizo acreedor de un gran apoyo. Unos pocos dijeron que habría que reforzarlo,
pero se le otorgó una alta calificación en el cumplimiento del mandato de
Harare. Los informantes apreciaron la metodología que se emplea preguntando a
las iglesias cómo trabajan en este sector y compartiendo la información. Se
apreció el hecho de que el DSV constituye un centro de intercambio de
información sobre las iniciativas de las iglesias, que puede compartirse entre
los distintos miembros, entre las iglesias ya empenadas en la lucha contra la
violencia y con quienes comienzan a afrontar el problema.

La página web es muy concurrida, ya que se recibieron 240 000
visitas durante el mes de septiembre en la preparación para el 21 de septiembre,
Día de oración por la paz. Muchos senalaron la utilidad de la guía de estudio
para las iglesias y los grupos de base. Se utiliza ampliamente en seis idiomas y
los grupos de mujeres recalcaron especialmente que la encuentran muy accesible.
Ha habido actos de lanzamiento del DSV en cada continente y se senala que en
Asia se espera que en 2005 se centre la atención en ese continente.

La Conferencia
Cristiana
de Asia ha realizado el trabajo preliminar y se ha
designado un coordinador. Las iglesias de los Estados Unidos consiguieron que en
2004 se les dedicara la atención especial y los latinoamericanos destacaron la
importancia del DSV para su situación a la que se dedicará la atención especial
en 2006. El DSV recibe un sólido apoyo de muchas iglesias y organizaciones de
todo el mundo y es una parte importante de
la Coalición
Internacional
para
la Paz y
la No Violencia. Se ha cooperado
también con otras personas y equipos que han participado en la preparación de la
guía de estudio y en los seminarios de Bossey.

La posible decepción se relaciona con la lentitud en conseguir que
el programa despegue, y varios informantes europeos dijeron que no ha tenido
ningún impacto en su región. Esto podría cambiar si en el futuro se dedica la
atención especial a Europa. Hubo que interrumpir la publicación del boletín por
falta de recursos humanos.

Conclusiones del equipo

  • Es un programa ‘poco pesado' para el personal y el presupuesto y
    los miembros lo han apoyado y hecho suyo en gran medida. Hay que hacer un
    análisis de su éxito para extraer las ensenanzas oportunas.
  • Las iglesias se empenaron desde el comienzo y se les pidió que
    compartieran sus preocupaciones y recursos, por lo que el CMI desempenó más
    bien una función coordinadora prestando apoyo, estimulando la creación de
    redes y facilitando la comunicación.

2.5  Unidad
de la iglesia

"Hemos podido plantear cuestiones que son profundamente
divisivas"

Resultados principales

Este programa se
encarga de realizar estudios sobre cuestiones doctrinales y teológicas
relacionadas con la división y la unidad de la iglesia y tiene por objeto
comprometer a las iglesias y ayudarlas a afrontar estos problemas. Desde Harare,
el programa incluye toda una serie de temas, pero los más mencionados por los
encuestados fueron los estudios sobre bautismo y eclesiología. Quienes se
refirieron a ellos en las encuestas y entrevistas destacaron especialmente la
labor relacionada con el bautismo. Se apreció también la colaboración con

la Red de Defensa
Ecuménica de los Discapacitados para preparar una declaración teológica. Los
encuestados no mencionaron los demás estudios que se están realizando sobre
identidad étnica, hermenéutica ecuménica y antropología
teológica.

La reflexión teológica sobre la paz es algo nuevo y debe sostener
la labor del DSV. Varios encuestados destacaron lo mucho que aprecian el
material informativo para
la
Semana
de Oración por
la Unidad de los Cristianos, preparado
conjuntamente por el CMI y el Consejo Pontificio de
la Iglesia Católica
Romana.

Aunque muchos encuestados indicaron que Unidad de
la Iglesia/Fe y Constitución
es una parte importante del CMI, la mayoría estimó que debería contribuir a la
fundamentación teológica de otros programas del CMI y no centrarse demasiado en
estudios ‘aislados'. Se sugirió que Unidad de
la Iglesia/Fe y Constitución podría ser
útil a las iglesias obteniendo información sobre las conversaciones y acuerdos
bilaterales que se realizan en todo el mundo y compartiendo dicha información.
Se planteó la cuestión de si se tiene en cuenta la audiencia y si el material es
accesible. Se recomendó que la promoción o difusión de algunos de los materiales
se realizaran a nivel regional para ayudar en su interpretación.

Es necesario determinar con claridad si son apropiados los estudios
que van a realizarse. Esto ayudaría a resolver el desacuerdo difundido entre los
miembros de
la
Comisión
sobre qué estudios son los más decisivos y urgentes y
cuáles son secundarios, subordinados o tal vez innecesarios. Se plantearon
problemas como el de la posibilidad de que las iglesias ricas influyan en medida
desproporcionada en los debates sobre la programación de Fe y
Constitución.

Otro problema que se plantea a Fe y Constitución/Unidad de

la Iglesia es
cómo mantener el actual diálogo teológico mundial entre las iglesias, cuando la Comisión
Plenaria
se reúne con tan poca frecuencia, ya que se ha reunido
una sola vez desde 1998. Esto podría suscitar dudas sobre la seriedad del
compromiso del Consejo con Fe y Constitución. Algunas de las respuestas muestran
cierta decepción por la falta de progresos hacia la unidad de la iglesia y se
preguntan si el Consejo da la debida prioridad a la labor de Fe y
Constitución.

Conclusiones del equipo

  • Los estudios sobre Bautismo y Eclesiología fueron los que las
    iglesias consideraron más útiles.
  • Son muchos los que utilizan los recursos preparados para
    la Semana de
    Oración por
    la
    Unidad
    de los Cristianos.
  • Fe y Constitución/Unidad de
    la Iglesia debe enraizarse más en la
    vida y actividades de la iglesia y mantener más vínculos con otros programas
    de forma integrada. Es importante que el CMI se ocupe no sólo de cuestiones
    sociales y políticas, sino también de cuestiones
    teológicas/pastorales.
  • Algunos miembros no siempre consideraron accesibles los
    materiales preparados, ya que parecían demasiado ‘eurocéntricos' o las
    cuestiones planteadas no eran pertinentes para su situación.
  • Aunque es verdad que las iglesias se aceptan ahora mucho más unas
    a otras y, en muchos casos, las relaciones entre ellas son más amistosas, se
    senaló que no se ha avanzado tanto en cuestiones "reales", p. ej., aunque se
    encuentra un terreno común en cuestiones políticas y sociales o en la
    reflexión teológica sobre la paz, hay todavía iglesias miembros del CMI que
    vuelven a bautizar a los miembros de otras. En asuntos doctrinales, las
    iglesias siguen estando muy distantes. La buena voluntad existente ofrece la
    oportunidad de que el programa Unidad de
    la Iglesia/Fe y Constitución sea más
    visible y pertinente.

2.6 
Defensa y promoción ecuménicas de la justicia y solución pacífica
de los conflictos

"Gracias al CMI hoy hay
contactos entre el pueblo Ogoni,
la Shell y el Gobierno. Anteriormente, las
iglesias estaban totalmente desconectadas"

Resultados
principales

Este programa trata de ayudar a las iglesias y asociados ecuménicos
a dar un testimonio coherente y decisivo en cuestiones de violencia, guerra y
conflictos y derechos humanos en el ámbito de la lucha en favor de la paz y la
justicia. Todas estas cuestiones siguen teniendo la máxima prioridad para la
mayoría de los encuestados. Otras preocupaciones del programa se relacionan con
la seguridad, el desarme y la función de la religión en los conflictos. Se
subrayó que las iglesias deben tener una voz común en el mundo y esto se
consigue a través de
la
Comisión
de las Iglesias para Asuntos Internacionales (CIAI)
que se encarga de este programa. Quienes más familiarizados están con esta labor
se mostraron de acuerdo en general en que el mandato recibido en Harare se había
puesto en práctica a través de las directrices dadas por los Comités Central y
Ejecutivo. Se senaló esto en particular en relación con la atención ecuménica
especial hacia África, en virtud de la cual se destacó a un miembro del personal
de
la CIAI para
que trabajara en la renovación de
la Conferencia de Iglesias de Toda
el África (AACC), pero también para que apoyara iniciativas relacionadas con
otras preocupaciones candentes en África.

Además, se apreciaron las actividades del programa en el ámbito
tanto ecuménico como internacional, especialmente en el de las Naciones Unidas.
Esta organización, sus organismos especializados y otras organizaciones
internacionales se consideran contrapartes importantes y se reconoce en general
que las iglesias han podido presentar la voz unida de una gran parte del mundo
cristiano sobre cuestiones de guerra y paz, derechos humanos y seguridad. Se
tiene así la oportunidad de constituir un canal que permite acceder a los
debates en ese foro y defender la justicia en cuestiones de desarme, impunidad,
globalización y sociedad sostenible. En este sentido, se consideró el
fortalecimiento de la oficina de las Naciones Unidas en Nueva York como un paso
importante para reforzar la función internacional del CMI. Cabría decir lo mismo
de las declaraciones públicas emitidas periódicamente que ayudan a los miembros
a entender mejor los parámetros de muchos conflictos del mundo.

Un elemento interesante es que la oficina de las Naciones Unidas se
está vinculando deliberadamente con la defensa y promoción de otras cuestiones
que actualmente pertenecen a esferas de otros programas (Acción Ecuménica,
Diaconía y Solidaridad, Ética de
la Vida y Alternativas a
la Globalización).
Resultó evidente que los encuestados establecían también estos vínculos, si bien
inconscientemente, entre los distintos programas.

Una observación relativa a todo el sector de la promoción y defensa
de derechos fue que se debe prestar más atención al fortalecimiento de las
iglesias en su propia labor de promoción y defensa de derechos para que lleguen
a representar una voz pública en sus propias situaciones. El programa actual no
prevé realmente esto. En muchas reuniones internacionales se ve también
claramente la falta de recursos en este sector en las iglesias del Sur, problema
que se senaló como un desafío que debe afrontarse en las semanas de promoción de
derechos que el programa organiza en las Naciones Unidas. Por otra parte, los
colaboradores y organismos financiadores están desempenando también una función
de promoción y defensa de derechos y el CMI debería establecer una nueva
estrategia para encontrarles un lugar.

En la evaluación de su propio trabajo, los miembros de

la CIAI, que son
los encargados de asesorar al programa, estimaron que deberían reforzarse las
actividades que se están realizando ya y que deberían introducirse en el
programa de
la
Comisión
nuevas cuestiones candentes. Entre ellas, se senalaron
cuestiones como: emigración, justicia y reconciliación, la función de la Corte
Penal
Internacional, el control de las vidas privadas de los
ciudadanos, comercio y justicia económica, globalización, sociedad en cambio y
nuevas condiciones de trabajo, si bien no se planteó el problema de dónde se
conseguirían los recursos adicionales necesarios. Además, varios de estos temas
pertenecen al mandato de otros equipos programáticos. La necesidad de relaciones
de trabajo más estrechas entre los equipos fue mencionada tanto en las reuniones
conjuntas de las Comisiones sobre Asuntos Internacionales, Justicia, Paz y
Creación y Diaconía y Desarrollo, como por la mayoría de los miembros. Tampoco
se planteó la cuestión de los recursos necesarios.

En general, se considera que el CMI ha ayudado a las iglesias en
situaciones difíciles y la función de defensa de derechos que ha desempenado ha
sido muy apreciada y ha contribuido a mantener la buena imagen del Consejo. El
CMI es conocido aún en América Latina por el apoyo prestado desde hace anos a
las instituciones ecuménicas que se ocupan de los Derechos Humanos. Las
cuestiones de la guerra y la paz son fundamentales y una parte de los miembros
apreció también la actitud del CMI durante la guerra civil de Yugoslavia. Cabe
decir lo mismo de la postura y visibilidad al tratar de evitar la guerra de Irak
y, en general, en los decenios que dura el conflicto de Oriente Medio. En este
caso concreto se senaló que la función desempenada por el CMI podría tener
también consecuencias negativas en las relaciones entre judíos y
cristianos.

Conclusiones del
equipo

·       
Se apreció la labor realizada en el
ámbito de este programa y se consideró que el hablar con una sola voz en la
escena internacional sobre cuestiones de importancia mundial (cuestiones de
guerra y justicia) es una función fundamental importante de la comunidad de
iglesias en todo el mundo.

·       
Los métodos de trabajo tradicionales
para colaborar con las organizaciones internacionales por medio de estudios,
reuniones y declaraciones, satisfacen parte de las necesidades de los miembros,
pero en el futuro habrá que prestar mayor atención a la necesidad de más
capacidad, de competencia y de actuar juntos con las nuevas ‘voces' que surgen
en este campo, así como a la necesidad de que las iglesias puedan hablar en su
propio nombre en una determinada situación.

·       
Es preciso examinar la vinculación
recíproca entre las cuestiones mundiales de promoción y defensa de derechos con
el fin de evitar la duplicación y asegurar la coherencia tanto dentro del CMI
como en todo el Movimiento Ecuménico.

2.7 Atención Ecuménica Especial a
África

 

"Se
han realizado enormes trabajos y uno de los mayores fue el de ayudar a

la
Conferencia
de Iglesias de Toda el África mediante un proceso
de renovación, colaborando con las iglesias africanas y apoyando muchos consejos
subregionales y nacionales"

 

Resultados
principales

En el Pacto de Harare de 1998 se pide al CMI que ayude al pueblo
africano, que vive en el continente y en la diáspora, en su empeno por
reconstruir sus comunidades y trabajar sin descanso para un futuro de África
lleno de vida y de abundancia. Al mismo tiempo,
la Asamblea afirmó el rico patrimonio
cultural y social de las iglesias de África y los maravillosos dones de fe que
ofrece a la familia ecuménica mundial. El Comité senaló después otros temas que
serían también objeto de la atención especial hacia África, tales como las
guerras, conflictos, buen gobierno, justicia económica, espiritualidad y valores
éticos.

Este programa tardó mucho en ponerse en marcha por razones que no
aparecen con claridad. Estaba previsto que fuera un programa de todo el Consejo
y, durante los dos últimos anos, ha sido cada vez más importante la intervención
del Grupo de Acción para África[14].
Entre los equipos de personal hay un Grupo de seguimiento de la paz en África
que continúa reuniéndose. Durante un breve periodo, se nombró expresamente a un
miembro del personal para que coordinara la atención especial a África, el cual
se trasladó después a la secretaría regional. Un miembro de
la Junta para Asuntos
Internacionales se encarga ahora de la coordinación. Ha existido una buena
cooperación de parte de otros sectores del CMI, por ejemplo, la consulta
"Journey of Hope", la intervención en Zimbabwe y Liberia, la visita de un equipo
de mujeres a Sudán y una reunión de jóvenes teólogos africanos.

Desde que se puso en marcha realmente, se ha centrado
principalmente la atención en el fortalecimiento de
la Conferencia de Iglesias de Toda
el África (AACC). El Comité Ejecutivo de
la AACC pidió asistencia al CMI para tratar
de mejorar
la
AACC
y se apreció enormemente la cesión de un miembro del
personal del CMI para desempenar una función directiva hasta la elección del
nuevo secretario general de
la
AACC. Es
de elogiar el hecho de que participaron muchas
organizaciones ecuménicas diferentes en la determinación del camino a seguir.
Existe realmente una excelente relación entre el CMI y
la AACC.

Este programa ha conseguido poner y mantener en primer plano África
como región. La región continúa estando azotada por muchos males, pero se espera
que el fortalecimiento de
la
AACC
refuerce también la voz de las iglesias africanas, las
haga comprometerse más en el debate sobre el futuro del continente e
intensifique la cooperación interafricana. Varias iglesias europeas afirmaron
que el programa las ha estimulado a establecer vínculos con iglesias y grupos
ecuménicos de África. Se senaló que, por iniciativa africana, el mandato de

la Iniciativa
Ecuménica
sobre el VIH/SIDA en África figura también en el
programa de la atención especial.

Conclusiones del equipo

  • Se considera que
    la
    AACC
    contribuye a reforzar la voz de las iglesias africanas,
    por lo que se necesita una nueva cooperación entre los distintos organismos
    ecuménicos. Es de esperar que una AACC fortalecida pueda afrontar algunas de
    las cuestiones candentes de la región.
  • Hay que adoptar medidas en relación con los asuntos de la
    diáspora, en colaboración con las iglesias de EE.UU. que mostraron interés al
    respecto.
  • Hace falta analizar por qué un programa tan encarecidamente
    apoyado por
    la
    Asamblea
    tardó tanto en ponerse en marcha.

2.8  Misión
y Evangelización: Promoción del Ministerio de
Reconciliación

"Es un desafío que nuestras iglesias protestantes
tradicionales pierdan miembros mientras las Pentecostales crecen con
rapidez"

Resultados principales

Este programa tiene por objeto ayudar a las iglesias a comprender
mejor la misión de Dios en el mundo de hoy y a participar en la misión con un
testimonio común. Es difícil hablar de este programa como de un programa único,
ya que incluye trabajos en las esferas de la salud y
la Misión Urbana y Rural, así como
aspectos más tradicionales del testimonio común y la evangelización.

Este ano los trabajos se han centrado sobre todo en la preparación
de
la Conferencia
Mundial
sobre Misión y Evangelización (CMME) que se celebrará
en Atenas en mayo de 2005. Se expresó preocupación por el hecho de que la
preparación de
la
Novena Asamblea
exija también la atención de las iglesias, ya
que los dos acontecimientos importantes se celebrarán en un período de pocos
meses. Se incluirá una evaluación de
la Conferencia en el informe sobre
el período de Harare a Porto Alegre.

Los encuestados de todas las regiones apoyaron decididamente la
labor en materia de VIH/SIDA, si bien no la relacionaron directamente con el
programa Misión y Evangelización. Se mencionó expresamente este programa sólo
pocas veces y los encuestados expresaron preocupación por la falta de
orientaciones detalladas para esta labor. Las actividades concretas sobre las
que se expresó aprecio fueron la publicación de la revista International Review
of Mission y las escuelas de evangelización organizadas en África y América
Latina.

Se expresaron opiniones diferentes sobre la importancia de la
participación del CMI en estos trabajos. Algunos afirmaron que corresponde
realizarlos a las iglesias individuales y no es seguro que el CMI pueda
contribuir y contribuya, salvo posiblemente compartiendo información. Otros
dijeron que es una función fundamental del CMI y hay que conservarla. Algunos
pidieron que se hiciera más hincapié en la evangelización y la implantación de
iglesias, y las iglesias del norte pidieron ayuda para afrontar su creciente
secularización y la reducción de la asistencia a las iglesias. Por falta de
recursos, hubo que suprimir un estudio sobre el testimonio en un contexto
secular, que podría haber ayudado en estos asuntos. No obstante, las iglesias
del Sur y algunas de Europa Oriental no parecen establecer las mismas divisiones
programáticas que el Consejo entre misión, formación y diaconía, sino que
consideran tales programas como un todo.

Se formuló una pregunta acerca de lo que había ocurrido en el
sector de los estudios ortodoxos sobre misión y evangelización. Se hicieron
preguntas sobre si
la
MUR
debería continuar siendo un programa del CMI. Se senaló la
falta de comunicación y compromiso con las iglesias y se observó que parece que

la MUR no causa un
impacto en la vida de las iglesias.

El informe de
la
CMME
(Comisión) de octubre de 2004 indica varios temas que
deben aclararse entre
la
Comisión
y la dirección y órganos rectores del CMI.

Conclusiones del equipo

  • Es importante recordar que
    la Comisión sobre Misión y
    Evangelización Mundial tiene un ámbito de influencia que no se limita a los
    miembros del CMI. Este grupo es el responsable de
    la Conferencia que se celebrará en
    Atenas en mayo y deberá incluirse una evaluación en su informe
    final.
  • La labor relacionada con el VIH/SIDA en el sector de la salud y
    sanación es la más conocida de este programa y se aprecia en todas las
    regiones del mundo. Se está haciendo un análisis sobre la forma de realizar
    estos trabajos, que podría proporcionar ensenanzas valiosas para otros
    programas.
  • Las iglesias del Sur, en particular, tienden a considerar la
    misión como integrada con la formación y la diaconía, y no como algo separado.
    Esto influye en la forma en que se interpreta, proyecta y estructura la labor
    del programa en el Consejo.
  • Se expresó apoyo a la revista International Review of Mission y a
    las escuelas de evangelización en África y América Latina, pero en general la
    valoración de Misión y Evangelización es baja.
  • Hay que evaluar el impacto de
    la MUR en la vida de las
    iglesias.
  • Los miembros y el personal de
    la Comisión dudan de la eficacia de
    la misma si continúa reuniéndose cada 18 meses.

2.9  El desafío de la formación
ecuménica

 

"El examen de formación
ecuménica no trata de comprobar si usted recuerda lo que ocurrió, sino cómo
convive usted con otros que viven en torno a usted y hace que surja la
comunidad"

Resultados
principales

La finalidad de este programa del CMI es apoyar la formación
ecuménica dentro de las iglesias y en el Movimiento Ecuménico. En las encuestas
y entrevistas se expresó repetidamente la necesidad de la formación ecuménica,
pero en las respuestas no se indicaban realizaciones decisivas. Muchos
preguntaron por qué este programa no está integrado con Bossey.

A menudo este programa es ‘oculto' y apoya la labor de otros, como
la preparación de la elogiada guía de estudio del DSV y la participación en la
consulta "Journey of Hope" en África y en los seminarios de Bossey.
Recientemente, respondiendo a una petición de los organismos y los ministerios
especializados, el equipo de formación ecuménica organizó para su personal un
seminario sobre la formación ecuménica en relación con cuestiones actuales de
interés para quienes colaboran en la financiación.

El programa se ha enfrentado a varios desafíos, entre los que
figura un contexto de creciente denominacionalismo, unido a importantes
reducciones de personal. Un problema fundamental en relación con las becas ha
sido que muchos donantes prefieren centrar sus esfuerzos en la educación para el
desarrollo, lo que no siempre contribuye a la formación ecuménica. Esto provoca
tensiones continuas, ya que muchas partes no ven la diferencia entre la
formación ecuménica y la educación para el desarrollo. Se está realizando una
evaluación externa de la parte de este programa correspondiente a las becas,
pero no se halla disponible todavía. Algunos encuestados manifestaron su aprecio
por las becas, pero no indicaron para qué tipo de programas se
utilizan.

Se recibieron unas pocas observaciones sobre la valoración de la
formación teológica, especialmente en relación con las mujeres. Se sugirió que
se evaluara la función de la formación teológica impartida por los consultores,
con el fin de determinar el valor anadido.

Conclusiones del equipo

  • Gran parte de las tares del programa de Formación Ecuménica
    continúan consistiendo en el apoyo a otros programas.
  • La Formación
    Ecuménica
    sigue representando un
    desafío en el contexto actual de denominacionalismo creciente. Para asegurar
    la visibilidad, es necesario que el programa de Formación Ecuménica reexamine
    sus métodos de trabajo.
  • Es imprescindible que se integren más Bossey y el programa de
    Formación Ecuménica del CMI.
  • Deberá examinarse la labor de educación teológica que se realiza
    mediante el envío de consultores, a fin de determinar el valor anadido de su
    trabajo.

 

2.10   
La
Ética de
la Vida
y Alternativas a
la
Globalización

 

"
La Justicia Económica se
considera la manifestación de muchos movimientos alternativos nuevos y el CMI
está apoyando deliberadamente esta labor"

 

Resultados principales

Este programa, denominado frecuentemente Justicia, Paz y Creación
(JPC), trata de ayudar a las iglesias y sus asociados ecuménicos y a los
movimientos sociales en sus esfuerzos relacionados con las cuestiones éticas en
muchas esferas, tales como la globalización económica y el racismo, y participa
en la lucha en favor de los marginados. La opinión general con respecto a estos
trabajos es que las cuestiones son de suma importancia para muchos de los
miembros y éstos han podido poner en práctica las conclusiones de los debates
sobre globalización sostenidos en Harare. Las respuestas eran muy similares a la
retroinformación facilitada por
la Comisión sobre Justicia y
Paz.

Se valoró altamente, sobre todo, la labor subsiguiente sobre
justicia económica tanto en sí misma, como en cuanto programa que se pudo
vincular con la labor en las regiones. No obstante, se senaló también con cierta
preocupación que es preciso incluir perspectivas diferentes en los debates, p.
ej., encontrar el modo de incluir perspectivas europeas.

De igual forma, pero en menor medida, los miembros destacaron la
importancia de trabajar en cuestiones ambientales. Se manifestó también gran
aprecio por otra dos actividades del programa, debido a su contenido y a las
redes que facilitan, a saber, la cuestión de los indígenas en Bolivia y

la EDAN para las
personas discapacitadas en Kenya. Nos sorprendió que muy pocos de los
encuestados y entrevistados mencionaran la cuestión de la lucha contra la
discriminación racial, en la que el CMI había desempenado una función pionera,
constituyendo para muchos un punto de referencia.

La promoción de la participación de la mujer y del trabajo de la
mujer se consideró también una importante esfera de trabajo, sobre la cual
también se expresó aprecio, frecuentemente en relación con otros programas. La
imagen y el dinamismo del Decenio Ecuménico de Solidaridad de las Iglesias con
las Mujeres está influyendo todavía en la vida de las iglesias y se senaló que
ha introducido nuevos métodos y ha adoptado un enfoque muy estratégico y
político, que ha impregnado toda la labor programática.

La juventud preocupaba a muchos de los encuestados, tanto por lo
que respecta a la formación ecuménica y al relevo generacional, como por la
necesidad de encontrar la forma de incorporar plenamente sus preocupaciones y
resolver sus problemas con metodologías nuevas e innovadoras. La imagen del
Consejo, como lento, preocupado por los documentos y orientado a un pequeno
grupo de viejos amigos ecuménicos, se senaló como una de las razones del bajo
interés mostrado por la juventud. Es ésta una de las cuestiones críticas que
deberán afrontarse en el futuro. Se subrayó asimismo que la juventud no debería
ser un programa (en realidad una actividad) sino una preocupación
primordial.

Este sector de
la
Justicia
, Paz, Creación/Ética de la vida es, junto con

la Defensa y
Promoción Ecuménicas/CIAI y Diaconía y Solidaridad, donde se concentran las
mayores expectativas de que el CMI aborde las preocupaciones mundiales. Además
de la justicia económica y el medio ambiente, se indicaron como futuros temas de
preocupación las cuestiones de la emigración y el fenómeno de la xenofobia, la
responsabilidad social y el diálogo con las empresas multinacionales, la
comprensión de la iglesia en situaciones minoritarias, el auge del
fundamentalismo, la promoción de la mujer, el reconocimiento de los derechos de
la juventud, las mujeres y los ancianos y, en general, otras alternativas
posibles a la globalización.

Conclusiones del equipo

·       
El sector de la Ética de
la Vida y Alternativas a

la
Globalización
sigue siendo importante en general y la justicia
económica es fundamental para muchas de las iglesias. Las expectativas de
encontrar alternativas a la globalización parecen una tarea demasiado amplia
para poder realizarla realmente y es preciso establecer prioridades claras entre
los contenidos de este programa principal.

·       
Aunque es inevitable que las cuestiones
relacionadas con la globalización sean, por su naturaleza, muy controvertidas e
impliquen elecciones políticas, es necesario asegurar que se escuchen todas las
voces en el proceso de elaboración de políticas en este campo.

·       
La labor del CMI en la promoción de la
mujer ha sido muy eficaz, pero no se ve con tanta claridad cuáles son el
contenido y las realizaciones del programa actual. Paradójicamente, podría
convertirse en víctima de su pasado éxito al haber aumentado la participación de
la mujer en todos los programas y ser cada vez más visible la sensibilización al
respecto, lo que hace que la especificidad de este programa sea menos clara.
Cabe senalar asimismo que, aunque la participación de la mujer ha sido
importante, la perspectiva de género en un sentido más profundo sigue siendo un
problema más amplio y fundamental.

·       
Hay una clara superposición de tareas y,
dadas las relaciones con otros programas, es importante buscar la forma de
vincularlos para mantener una coherencia y división de tareas.

·       
La participación de la juventud en todos
los programas, desde el diseno hasta la ejecución, debe llegar a ser una
cuestión prioritaria en todos los trabajos del Consejo.

 

2.11   
Diaconía
y Solidaridad

 

"El desarraigo es un problema de diaconía y hay que
afrontarlo también desde un punto de vista teológico y económico, analizando las
razones y consecuencias"

 

Resultados principales

Diaconía y Solidaridad es uno de los programas que ha sufrido más
cambios y ha afrontado más desafíos en los últimos anos. El programa mismo ha
heredado el mandato de apoyar a las iglesias, consejos nacionales de iglesias y
organizaciones ecuménicas, prestando ayuda por medio de las secretarías
regionales y canalizando fondos. Para hacer esto, el programa utiliza muchos
métodos y enfoques diferentes. Ha ofrecido un lugar de reunión para el diálogo y
para compartir los recursos en Mesas Redondas, Grupos Regionales y otras
reuniones. Las visitas de Solidaridad a los EE.UU. y África fueron muy
apreciadas por muchos. Se apreció también ampliamente la constitución de Fondos
de iniciativas estratégicas. Las reuniones en Mesa Redonda han sido centros de
aprendizaje y de estímulo, lo mismo que las iniciativas de creación de capacidad
y otros muchos tipos diferentes de programas y proyectos.

Aunque la canalización de fondos ha solido ser una de las
principales funciones en esta esfera de trabajo, durante el período posterior a
Harare, tales fondos han disminuido drásticamente, lo que plantea una cuestión
fundamental acerca de la naturaleza de este trabajo en el futuro. Es evidente
que en esta labor el objetivo principal del programa va más allá del servicio a
los seres humanos necesitados para incluir un importante empeno en problemas de
injusticia. La cuestión de la relación es fundamental para la labor de D&S,
no sólo para la realización del trabajo de diaconía, sino también para fomentar
relaciones justas dentro de la familia ecuménica. La importancia de ello es tal
que el CMI debería tener en cuenta también los sentimientos expresados por
algunos de los encuestados en el sentido de que
la Comisión Especial centraba
demasiado la atención en
la
Koinonia
desviándola de la diaconía y del testimonio
profético.

Un instrumento para conseguir esto ha sido el establecimiento de

la Comisión
de las Iglesias sobre Diaconía y Desarrollo con el fin de que aborde el problema
de la diaconía y el desarrollo con la participación de las iglesias, ministerios
especializados y organizaciones ecuménicas. Sin embargo, es importante que se
establezca un proceso para asegurar que la labor de
la Comisión impregne otros niveles,
especialmente poniéndose en contacto con la nueva generación de dirigentes
ecuménicos de las iglesias. A este respecto, deberá asegurarse que se escuche
claramente la voz de las comunidades.

Las oficinas regionales desempenan una función fundamental en la
ejecución del programa. Aunque muchos apreciaron la variedad de métodos
aplicados por las distintas oficinas regionales respondiendo a las necesidades
de sus respectivas regiones, existe también el riesgo de crear una imagen de
incoherencia en el conjunto del programa. D&S ha seguido apoyando a los
Grupos Regionales en su proceso de evaluación y reflexión teológica. A través de
las oficinas regionales se están realizando dentro de las regiones muchas
iniciativas útiles emprendidas por el CMI. No obstante, existe también un
elemento de vulnerabilidad para el Consejo, cuando se identifica en la región su
imagen con una persona. La ausencia de estrategias regionales y la falta de
claridad sobre lo que quiere hacer el Consejo en las diferentes regiones de
forma institucional siguen siendo una cuestión abierta para muchas iglesias y
otros miembros de la familia ecuménica, como las organizaciones ecuménicas
regionales o los órganos mundiales confesionales. Otro problema fundamental, que
el CMI y todas las Organizaciones Ecuménicas Regionales deberán resolver, es el
de cómo replantearse y redefinir sus relaciones. Éstas no deben ser de
competencia, como se ha observado en algunas de las regiones, sino de apoyo y
acompanamiento mutuo.

Los exámenes externos realizados recientemente sobre la función del
CMI en la canalización del apoyo financiero para la labor en las regiones[15]
han planteado cuestiones importantes. La idea es que el CMI debe avanzar hacia
nuevas esferas estratégicas de apoyo y centrarse sólo en unas pocas. Entre ellas
deberán figurar las iniciativas basadas en las necesidades y la creación de
capacidad. Fundamentalmente, el Consejo tiene que pasar progresivamente de la
forma tradicional de las donaciones a la consecución de cofinanciadores a largo
plazo. Este proceso se halla ya en curso desde el momento que los Ministerios
especializados, que han solido utilizar el CMI como canal para sus fondos, están
optando por la cooperación bilateral, reconociendo al mismo tiempo que el CMI
seguirá teniendo que desempenar una función de coordinación y facilitación y
afrontar preocupaciones generales como la creación de capacidad y las
necesidades emergentes.

El tema del desarraigo sigue siendo pertinente y el CMI ha
trabajado muy bien al respecto, como importante cuestión de defensa de
derechos[16].
Existe una buena cooperación entre el CMI y las regiones, con el funcionamiento
de una red mundial. Ha aumentado la visibilidad del CMI en
la OACNUR y el Consejo ha sido
reconocido como un interlocutor principal en el sector de la protección
internacional de los refugiados. Las distintas comunidades aprecian mucho toda
la labor relacionada con el desarrollo.

En general, la retroinformación sobre este programa fue
contradictoria. Es evidente que ha perdido importancia en lo que respecta a las
dimensiones de la financiación. Además, se lamentó que se perdiera la
oportunidad de formar una Coalición Mundial de Ministerios Especializados, si
bien también las reacciones sobre esto fueron diversas. Mientras muchos desean
todavía que se fortalezca
la
D
&S, otros la consideraron como una prioridad secundaria,
ya que hay otras instituciones que desempenan muchas de las funciones, como la
canalización de fondos y la gestión de proyectos, mejor que el CMI y con más
recursos. Sin embargo, parece haber una convergencia sobre la importancia de la
función que el CMI desempena con y dentro de las regiones, en relación con las
iglesias, organizaciones ecuménicas regionales, organizaciones ecuménicas y
ministerios especializados. Todas las partes reconocieron la importancia de esta
función de facilitación y conexión, así como de arbitraje.

Conclusiones del equipo

  • Muchos apoyaron las Mesas Redondas, Grupos regionales, visitas de
    solidaridad, fondos estratégicos para iniciativas y creación de
    capacidad.

·       
Se expresó la necesidad de un esfuerzo
unificado para erradicar la pobreza y combatir las injusticias sociales, pero se
indicaron formas diferentes para conseguirlo. El CMI debe evaluar su función y
definirse un perfil claro en este debate, sobre todo para volver a conectar la
labor de diaconía ecuménica con las iglesias locales.

·       
Es necesario volver a definir las
relaciones entre el CMI y las OER y otros organismos que trabajan en las
regiones. Aunque la relación entre el CMI y sus miembros, incluidos los
Ministerios Especializados, deberá estar orientada por un claro código de
conducta sobre las cuestiones relacionadas con la diaconía y el desarrollo, la
relación entre el CMI y las OER deberá regirse por un claro mandato.

·       
Deberá establecerse una estrategia de
intervención clara y acordada mutuamente para afrontar las cuestiones que se
plantean en el ámbito de las OER y a nivel regional, en general. Se aprecia la
variedad de los métodos utilizados por las distintas oficinas regionales, pero
se necesitará un claro memorando de acuerdo para orientar estas relaciones
regionales.

  • Hay que elaborar estrategias regionales para contribuir a que el
    CMI esté situado institucionalmente de forma transparente.
  • Diaconía y Solidaridad ha sido una forma importante de expresar
    la solidaridad en todo el mundo pero ahora se necesitan cambios. Desde Harare,
    se empezaron a canalizar fondos fuera del CMI, práctica que probablemente
    continuará y exige que el Consejo adopte una función nueva y
    modificada.
  • Los elementos de esta función se relacionan con el
    acompanamiento, la creación de capacidad, la facilitación y la coordinación en
    los ámbitos regional y mundial.

2.12   
Comunicar la
comunidad y compartir la experiencia ecuménica

"Una de las razones por la que no se hacen propios los
programas es la falta de información sobre ellos, por lo que es importante que
la información llegue a la base"

 

Resultados principales

En este informe,
la Comunicación abarca tanto la
información pública como las publicaciones, si bien el CMI las considera como
dos programas separados y funcionan como tales, además de prestar apoyo a otros
programas.

Las tareas son múltiples, ya que se trata de comunicar el programa
de trabajo a los miembros en general, pero también a otros protagonistas que no
son estrictamente miembros de la comunidad ecuménica. Hay que realizar las
actividades de información e imagen pública del Consejo y contribuir a algunas
de sus funciones fundamentales, como hablar sobre cuestiones públicas y promover
la justicia, por una parte, y desempenar funciones más pedagógicas o educativas,
por otra. Además, estos programas desempenan funciones vinculadas con la gestión
de la información interna del CMI. Por ello, el personal trabaja en actividades
de información, producción de libros, artes visuales, traducciones, gestión de
archivos y biblioteca.

En esta evaluación, la comunicación en general es el tema que más
se menciona como problema que influye en toda la labor del programa. Las
iglesias y otras comunidades conocen muy poco los programas y actividades y, si
lo hacen, no los conectan con el CMI. Las razones de ello son múltiples. La
información recibida no es adecuada (excesiva, demasiado poca, no se sabe con
claridad quiénes son los destinatarios). La política de utilizar un único idioma
(inglés) en libros, publicaciones periódicas y otro material impreso, aleja a
una gran parte de los miembros que no conocen bien ese idioma. Sólo una parte
muy limitada de la literatura está disponible para quienes no hablan inglés.
Además, el lenguaje utilizado se percibe muchas veces como difícil y no
accesible para quienes están fuera del círculo íntimo. En varios casos se
destacó la importancia de disponer de un material didácticamente eficaz, breve y
fácilmente legible.

La utilización de la web y el correo electrónico para las
comunicaciones con los miembros es un sector en que se deberá trabajar y es el
más divisivo. Europa, partes de Asia y América Latina, África y América del
Norte se muestran favorables a la expansión y utilización de los medios
electrónicos, mientras que muchos otros no tienen acceso a ellos. No obstante,
incluso quienes procedían de zonas donde el acceso a internet no es fácil
senalaron que este medio de comunicación es potencialmente el más importante y
económico, y mejora la transparencia, la participación y las posibilidades de
compartir entre los miembros de las iglesias.

Algunos de los actos fundamentales del CMI pueden comunicarse más
intensamente por medio de imágenes, relatos y anécdotas transmitidos con ayudas
visuales.

Como no se ha desarrollado la gestión de la información interna del
Consejo, no hay ninguna forma realmente fiable y rápida de compartir la
información en el seno del mismo. Se han realizado varios intentos en distintas
partes del Consejo que han confundido a la gente y hacen que resulte difícil
seguir la pista, por ejemplo, de las relaciones existentes o de las actividades
que dan continuidad a los trabajos. Además, parece que no se percibe la
comunicación como parte de la labor del programa, en el sentido de que los
programas deberían estar concebidos para ser comunicativos. Algunos programas,
como el Programa Ecuménico de Acompanamiento en Palestina e Israel y el DSV, que
se han construido en torno a la comunicación, han sido creíbles y convincentes,
han llegado a las comunidades y han podido ejercer un impacto mayor.

La comunicación no es sólo compartir información, ya que las
iglesias piden también ser escuchadas y deben sentir que la comunicación es
recíproca. Reconocen también la limitación de su capacidad en este sector, tanto
en lo que respecta a la utilización y difusión de la información procedente del
CMI, como a la aportación de una respuesta a la misma.

Las críticas relativas a la incoherencia y la falta de orientación
específica de la información, por una parte, y a la necesidad de que los
mensajes del Consejo sean claros y accesibles, por otra, indican problemas más
profundos relacionados con la forma en que están estructurados los programas,
como entidades bastante autónomas cada una de las cuales decide cómo
relacionarse con los miembros.

Conclusiones del equipo

  • El tema de la comunicación es uno de los que las iglesias
    consideran fundamentales para fortalecer la conexión entre los distintos
    miembros de la comunidad.
  • La utilización de las nuevas tecnologías de la información de
    forma creativa es evidentemente un sector que se debe desarrollar, entendiendo
    que este desarrollo deberá ir acompanado de la creación de capacidad entre
    quienes actualmente no pueden acceder a tales medios.
  • Se reconoce que el CMI debería examinar toda su estrategia de
    comunicación. Sólo si dispone de una clara estrategia de comunicación, el CMI
    podrá suscitar el interés de sus iglesias miembros, de sus cofinanciadores y
    de los medios de difusión de las iglesias y seculares.
  • Hay que revisar la política de idiomas.
  • Todos los trabajos del programa deben incluir la comunicación
    como uno de los elementos fundamentales de los programas.
  • La comunicación es esencialmente un arte y el Consejo debe tratar
    constantemente de encontrar medios creativos para atraer y mantener la
    atención.

2.13   
Programa
Ecuménico de Acompanamiento en Palestina e Israel
(PEAPI)

 

"El empeoramiento de la situación en el Medio Oriente
es objeto de preocupación y el programa Ecuménico de Acompanamiento ha
demostrado una capacidad real para cambiar cuando surge la
necesidad"

Resultados
principales

Esta iniciativa ecuménica, autónoma, ágil y flexible, vinculada al
programa de Defensa y Promoción Ecuménicas de
la Justicia y
la CIAI, es un programa tanto del CMI como
de varios colaboradores ecuménicos de Europa y América del Norte, que se ha
hecho acreedor del aprecio de una comunidad mucho más amplia. Se trata de un
típico programa de defensa y promoción de la justicia en cuanto que tiene una
fuerte imagen pública, fomenta la creación de redes, la documentación y la
información sobre los abusos y ofrece, a la vez, una posibilidad muy práctica de
participación a los colaboradores, preparando y enviando voluntarios que se
convierten ellos mismos en comunicadores. Cabe senalar que esta iniciativa lleva
incorporada una política de comunicación, lo que no es común en otros
programas.

Sobre el terreno, en Israel/Palestina, la tarea principal de los
voluntarios es acompanar a la gente en una grave situación de conflicto y
asegurar cierta protección a civiles vulnerables. Como senaló un encuestado, el
PEAPI es un ejemplo de formas de poner en práctica la no violencia y promover la
solución pacífica de los conflictos. Desde esta perspectiva, guarda una relación
estrecha con el DSV.

Desde una perspectiva medioriental, el PEAPI es potencialmente muy
importante. Sin embargo se expresó la preocupación de que el programa se conoce
mejor en otros lugares y la gente de la región sabe muy poco sobre él. Por ello,
es importante darlo a conocer ampliamente en las iglesias y fuera de ellas en el
Medio Oriente, de forma que la gente, tanto cristianos como musulmanes, esté
informada sobre lo que el CMI está intentando hacer en pro de la paz y la
justicia en Palestina.

Desde una perspectiva mundial, es la expresión de una solidaridad
de la comunidad hacia una región e iglesias y personas concretas que se hallan
en una situación muy vulnerable. Aunque se reconoció esto como muy importante
para mucha gente, se expresó también preocupación por la relación con el diálogo
con los judíos, puesto que no se conocía la participación de la población judía
en la iniciativa.

El programa tiene cierta vulnerabilidad financiera y humana, debida
a su ubicación y especificidad regional, por una parte, y a la competencia de
otras situaciones de defensa de derechos, por otra. Se evaluará el PEAPI en el
primer semestre de 2005 y es de esperar que se incorporen algunos resultados en
el informe final.

Conclusiones del equipo

  • Se mencionó el PEAPI cuando se senalaron programas con impacto,
    pero se reconoció que su ámbito es limitado. Un aspecto que se consideró
    importante fue el de una comunicación cuidadosa con vistas a la posible
    participación de las iglesias.
  • Las observaciones sobre las relaciones entre cristianos y judíos
    senalaban claramente la importancia de evaluar atentamente los efectos
    indirectos de determinados programas, así como la importancia de dar a tales
    iniciativas un fundamento teológico.
  • Este tipo de empresa conjunta piloto deberá evaluarse
    cuidadosamente para determinar la medida en que puede experimentarse con éxito
    en otras partes del mundo donde se registran casos similares.

2.14   
Iniciativa
Ecuménica sobre el VIH/SIDA en África (IEVSA)

 

"El VIH/SIDA es quizás la
mayor oportunidad ecuménica de nuestro tiempo"

Resultados principales

Este programa trata de ayudar a las iglesias y asociados ecuménicos
de África a conocer mejor la gravedad de la pandemia del VIH/SIDA y a colaborar
en su solución. Los encuestados mencionaron importantes realizaciones en la
prestación de asistencia a África para elaborar una estrategia colectiva
encaminada a movilizar recursos morales y materiales con el fin de responder a
la pandemia.

La IEVSA ha fomentado la colaboración mundial en la lucha contra la
pandemia del VIH/SIDA, al tiempo que ha estimulado a distintos actores a
empenarse en la recaudación local de fondos. La pandemia del VIH/SIDA ha
ofrecido una nueva oportunidad, un nuevo Kairos, a las iglesias africanas, las
cuales se han reunido, han hablado al unísono y se han enfrentado cara a cara
con la verdad de la pandemia. Es evidente que la lucha contra la pandemia debe
tener un enfoque multidimensional.

La IEVSA ha contribuido en las iglesias a un cambio de cultura sobre cómo
se ve a las personas que viven con el VIH/SIDA y ha mejorado en ellas el
conocimiento técnico de la pandemia. Está orientada principalmente a los
dirigentes de las iglesias y fue importante la consulta mundial de dirigentes de
las iglesias africanas que se celebró en noviembre de 2001, ya que dio confianza
a muchos de ellos para hablar abiertamente y autoritativamente sobre cuestiones
difíciles relacionadas con la discriminación y la sexualidad.

La evaluación externa de
la IEVSA, terminada recientemente, indica
que se aprecia la buena calidad de los trabajos, pero que existe el riesgo de
que la iniciativa se difunda demasiado poco. El informe ha puesto de relieve
importantes cuestiones estructurales y de relaciones entre el CMI y

la AACC, que es
preciso tener en cuenta. Todas las regiones deben considerar la iniciativa no
sólo como un proyecto para África, sino como una oportunidad que tiene el CMI de
empenarse en la movilización mundial de recursos y como un instrumento para una
acción educativa y unificada.

Conclusiones del equipo

  • La evaluación externa realizada recientemente destaca la buena
    calidad del trabajo y senala que
    la IEVSA ha contribuido a cambiar la
    cultura de las iglesias en relación con las cuestiones del
    VIH/SIDA.

  • Debería hacerse, dentro de las iglesias miembros y los consejos
    de iglesias, una cartografía para determinar cuáles son las estrategias de
    promoción y defensa existentes.
  • Deberán buscarse medios locales para movilizar los recursos,
    entre ellos, nuevos métodos de atención de salud y medidas preventivas,
    basados en el uso de recursos locales. La salvación no vendrá de fuera, sino
    de la propia África.
  • Los resultados de la evaluación indican la necesidad de que se
    facilite a las iglesias el acceso a fuentes de financiación no
    tradicionales.
  • Son fundamentales los planes para hacer que el coordinador de
    la AACC en
    cuestiones de VIH/SIDA sea el coordinador a jornada completa del equipo de la
    IEVSA.

PARTE 3: Evaluación general de los
programas y recomendaciones

3.1 Evaluación general de la labor
programática

Aunque
nuestro equipo ha reconocido la existencia de limitaciones en este proceso de
evaluación, su examen de los programas del CMI ha aportado mucha información de
las iglesias sobre la imagen del CMI, la forma en que perciben sus programas,
las cuestiones que son más acuciantes para ellas y las metodologías que
consideran más útiles. Muchos encuestados elogiaron al CMI por la realización de
esta evaluación, que se consideró como el deseo del Consejo de ser transparente
y buscar mejoras en diversos sectores. Nuestro equipo reconoce la participación
activa y autocrítica del Grupo de Dirección y de los Equipos Encargados de los
Programas, a este respecto.

 

Nuestro
análisis de los resultados de las encuestas y entrevistas indica la necesidad de
formas nuevas y diferentes de concebir y estructurar la labor programática.
Tiene
que haber una visión claramente establecida

que sea el elemento fundamental en la configuración de la labor programática. La
imagen del CMI es borrosa. Fue sorprendente comprobar que, aunque el CMI se
refiere al Entendimiento y Visión Comunes (EVC) como a una visión orientadora,
para la mayoría de los encuestados el EVC es o algo desconocido o ha quedado
como un documento histórico.

Actualmente, dado que no se
dispone de mecanismos para hacer sistemáticamente una planificación, seguimiento
y evaluación de los programas,  y
como sus objetivos son poco claros o demasiado generales
y no se han
establecido indicadores ni actividades específicas para su continuidad, es difícil evaluar si es duradero y
significativo el impacto
de los distintos programas.

Salvo notables excepciones[17],
se percibe actualmente que la labor
programática tiene una pertinencia y un impacto limitados, por lo que las
comunidades la hacen suya en medida limitada
.

Los programas que se han calificado como más pertinentes y significativos y que
las iglesias los han hechos suyos en mayor medida son aquellos en los que las cuestiones planteadas son
oportunas
. Las cuestiones fundamentales mencionadas por los miembros con
mayor frecuencia fueron la construcción de la comunidad de iglesias tanto dentro
como más allá de los límites del actual ámbito de influencia del CMI, la
superación de la violencia en sus diferentes formas, la globalización y, en
concreto, la justicia económica, la formación ecuménica y el VIH/SIDA. También
la comunicación y una gestión eficaz y eficiente se consideraron fundamentales
para el éxito de los trabajos del programa. En general los encuestados sabían que el
CMI estaba afrontando muchas de estas cuestiones,
como la violencia, la
injusticia económica, el VIH/SIDA, asuntos interreligiosos y la unidad de las
iglesias, pero muy pocos supieron
nombrar programas concretos aprobados por
la Asamblea de Harare o mencionar sus
objetivos y logros específicos
. Los programas que se elogiaron con mayor
frecuencia fueron los que se habían podido interconectar con iniciativas
regionales, nacionales o locales. Algunos de ellos tenían una base regional y
otros una estructura muy ligera.

Aunque hemos mencionado algunos de los elementos que parecen
contribuir al éxito de determinados programas, se necesitaría un análisis más en
profundidad para determinar por qué algunos programas han tenido impacto y han
sido hechos suyos por los miembros. Podrían obtenerse así importantes
ensenanzas.

Un elemento importante de la labor programática es la forma en que
contribuye al crecimiento y la profundización de la comunidad o, por el
contrario, es contraproducente para ello. Pocas veces se menciona o documenta
esto en los programas y esto requeriría una atención mayor.

Teniendo esto en cuenta, se
necesita una estructura de programas flexible
para afrontar un entorno que
cambia rápidamente. Para ello, es necesario iniciar, reformular y terminar los
programas
de forma transparente y con rendición de cuentas. El CMI tendrá
que desempenar muchas funciones diferentes en la labor programática, tales como
las de facilitar, coordinar, convocar, conectar, escuchar, acompanar y crear
capacidad. Las clásicas divisiones entre los programas que se encuentran todavía
en el Consejo no están en consonancia con el sentir de muchas iglesias,
especialmente del Sur, las cuales desean que el CMI las acompane en la misión,
educación y diaconía, de forma integral,
como lo hacen ellas mismas.
Los miembros reconocen actualmente las funciones fundamentales que el conjunto
de la comunidad debe realizar en el
ámbito mundial,
y se han destacado en este informe algunas de las cuestiones críticas.

 

El
establecimiento y fomento de relaciones y la comunicación se senalaron como
elementos decisivos

que deben incluirse en todos los programas, con el fin de superar la distancia
entre los miembros y el CMI. El
lenguaje
apareció frecuentemente como
factor
limitativo

en la utilización de los recursos, debido al empleo predominante del idioma
inglés, así como a lo que se denominó un lenguaje y metodologías
‘eurocéntricos'.

 

Muchos de los encuestados eran conscientes de la reducción de los
recursos humanos y financieros que había experimentado el Consejo durante el
período que se evaluaba, especialmente en los dos últimos anos, y reconocían
ampliamente la dedicación de su personal. En repetidas ocasiones, se pidió al
CMI que, teniendo en cuenta la situación real de la financiación, haga menos cosas y las haga bien y
establezca prioridades basándose en
criterios fundamentales
y se proponga objetivos más realistas y alcanzables.
Esto pone de relieve la importancia de filtrar y concentrar las funciones del
Comité Central al definir los programas y la división del trabajo dentro de los
objetivos más amplios. Es imprescindible que se dé una clara orientación
programática a
la
Novena Asamblea
, a fin de que el Consejo tenga un conjunto de
iniciativas programáticas alcanzables y apropiadas para el siguiente período
después de
la Novena
Asamblea.

 

Resumiendo,
la presente evaluación subraya la necesidad de que el CMI construya su labor
programática en torno a cinco funciones fundamentales. A lo largo de todo el
informe hemos senalado la necesidad de un
buen
estudio sobre los fundamentos y la base teológica para la labor
emprendida;

la importancia de
la
labor de promoción y defensa de derechos que permite escuchar la voz profética
de las iglesias;

la necesidad de
creación
de capacidad

expresada por los miembros; y la necesidad manifestada repetidamente de que el
Consejo
establezca
y fomente relaciones con las iglesias y la comunidad más amplia y entre
ellas.

El Consejo debe administrar con sabiduría y prudencia
los
recursos humanos, financieros y físicos

que se le han encomendado. Todo esto se debe comunicar de forma oportuna e
imaginativa.

 

Algunos
de los problemas administrativos senalados en la evaluación de mitad de período
de 2002 no se han resuelto, aunque algunos se están tratando.
La
rápida solución de los problemas administrativos senalados por la evaluación de
mitad de período

es esencial para establecer las bases de la aplicación de los resultados y
recomendaciones de este informe previo a
la Asamblea. Se ha facilitado un
informe separado al Grupo de Dirección del Personal para ayudarle a garantizar
que se adopten las medidas oportunas en relación con las cuestiones
planteadas.

 

Es
preciso que el Consejo continúe
cultivando
una cultura de trabajo de apoyo

que facilite la comunicación recíproca de ensenanzas entre los equipos y dé
lugar a un impacto concreto y visible. Aunque los trabajos exigen una buena
dosis de iniciativa individual, existe el aspecto negativo del individualismo
que puede dar lugar a una cultura de la supervivencia y el proteccionismo, que
la dirección debe controlar. Hace falta fortalecer aún más la
cooperación/fertilización entre los distintos programas, si bien se ha
registrado una notable mejora en este sector desde
Harare.

 

Esta
cultura de trabajo implica necesariamente que el Grupo de Dirección asegure que
los coordinadores de equipos tengan confianza para desempenar su mandato con
facultades delegadas claramente. Además de la coordinación y supervisión de los
equipos, los coordinadores de equipos se encargan actualmente de determinadas
carteras de programas, pero es preciso evaluar el impacto. Asimismo, hay que
examinar el cometido de muchos ayudantes administrativos que de hecho desempenan
actualmente funciones de programa, lo que debe reconocerse
debidamente.

 

Esencialmente,
el
examen de las funciones del personal

no deberá limitarse a las funciones de administración, sino abarcar a todo el
cuadro del personal. Habrá que buscar formas de trabajar más eficaces en función
del costo. Se necesita una
nueva
cultura del modo de trabajar

que reconozca y recompense a las personas debidamente cualificadas para
administrar la organización tanto al nivel de programas como de dirección.
Resumiendo, el personal y los miembros deben asumir una cultura de
transformación.
Una
renovación

de este tipo tiene que abordar
cuestiones
fundamentales de la cultura de la organización en sus formas de pensar, actuar y
relacionarse.

3.2 
Orientaciones programáticas recomendadas para
la
Asamblea

3.2.1       
Que se termine el actual marco del
programa en
la
Asamblea
de 2006 y se adopte el nuevo marco propuesto (véase el
párrafo 3.3 de este informe). Por consiguiente, todos los programas actuales
deberán eliminarse progresivamente o reafirmarse o reconfigurarse en 2006 y la
primera mitad de 2007.

3.2.2        
(Re)estructurar la visión general de la
labor del programa del Consejo.

3.2.3        
Asegurar que los programas nuevos o
confirmados están en consonancia con la nueva función del CMI aprobada por

la Asamblea y
orientada por el mandato constitucional y la visión establecida.

3.2.4       
Construir los programas en torno a 5
tareas fundamentales basadas en la nueva función del organismo mundial y guiadas
por su mandato y visión constitucionales:

-        
Profundizar la comunidad basándose en un
claro fundamento teológico (estudio y reflexión)

-        
Fortalecer la voz profética de la
iglesia (promoción y defensa de derechos)

-        
Acompanar a los miembros (creación de
capacidad y apoyo para fortalecer a las iglesias en sectores de importancia
estratégica)

-        
Escuchar a los miembros (fomentar las
relaciones entre las iglesias miembros y la comunidad más amplia en el ámbito de
la visión de EVC)

-        
Administrar los recursos del Consejo
(considerar los recursos humanos, financieros y físicos como parte integrante
del éxito de toda labor programática)

3.2.5       
Definir claramente las cuestiones que
a) tienen un carácter a largo plazo, b) están ligadas a un período y
son específicas/urgentes.

3.2.6       
Hacer una elección documentada de las
prioridades basándose en

-        
la competencia básica

-        
la escucha a los miembros

-        
lo que se hace mejor en el ámbito
mundial

-        
los fondos disponibles
realmente.

3.2.7       
Incorporar en el diseno de todos los
programas una clara estrategia o plan para poder eliminarlos progresivamente,
reconfigurarlos o reestructurarlos.

3.2.8       
Crear un mecanismo claro y eficaz de
planificación, seguimiento y evaluación, consistente principalmente en un
instrumento para realizar conjuntamente el aprendizaje, autoanálisis, reflexión
y mejora y para garantizar que cada programa concreto sea objeto de una
evaluación externa, al menos, una vez durante el período de su
ejecución.

3.2.9       
Asegurarse de que se ha elaborado una
estrategia de comunicación en relación con cada programa y se aplica en las
distintas iglesias.

3.2.10   
Dar prioridad a la participación de las
iglesias en las distintas fases del diseno de los programas a fin de que los
hagan propios, se comprometan más y aumente la eficacia.


ANEXO 1: Recolección de
información

Se enviaron cuestionarios
generales, adaptados a cada grupo destinatario, a todas las iglesias miembros
del CMI, miembros del Comité Central, Consejos Nacionales de Iglesias,
Comisiones y Grupos Consultivos y Ministerios Especializados. El equipo de
evaluación recibió 131 respuestas: 13 de África, 25 de Asia, 3 del Caribe, 46 de
Europa, 7 de América Latina, 3 del Medio Oriente, 20 de América del Norte,
11 del Pacífico y 3 mundiales o de origen desconocido. Más de la mitad (72)
respondían a los cuestionarios de los Dirigentes de las Iglesias o del Comité
Central y un 25 % aproximadamente, a los de Comisiones o Grupos Consultivos. Las
restantes respuestas procedían en cantidades iguales de los Consejos Nacionales
de Iglesias y Ministerios Especializados. Se utilizaron todas las preguntas de
las diferentes encuestas para construir una planilla electrónica en la que se
introdujeron todas las respuestas sin modificación alguna, tal como se
devolvieron las encuestas. Para las preguntas que podían cuantificarse, se
asignaron parámetros a fin de crear una base que permitiera hacer cualquier
análisis numérico en el futuro.

Se hizo el análisis de quienes
respondieron para determinar los porcentajes de respuestas representados en el
análisis por regiones, tipo de cuestionario y Comisión/Grupo
Consultivo.

Se analizaron las respuestas para encontrar tendencias: generales,
por regiones y ortodoxas/no ortodoxas. Cuando fue posible, se utilizaron
análisis estadísticos básicos para trazar gráficos que permitieran visualizar
mejor estas tendencias. Se resumieron las principales tendencias y cuestiones
planteadas a fin de poder mejorar el análisis final, y se incorporaron los
resultados en el nuevo componente de entrevistas de la evaluación. Reacciones
adicionales de los encuestados permitieron también determinar las esferas
problemáticas y aclarar y orientar el proceso de entrevistas, lo que ayudó a
redactar hojas de trabajo para las entrevistas y a centrar las preguntas y tener
en cuenta el "silencio" de algunas regiones. Se tuvieron también en cuenta las
observaciones sobre el carácter de las preguntas (falta de información de
antecedentes, forma de plantearlas, superficialidad/profundidad de las
preguntas). Todo esto constituyó el trasfondo general que orientó la aportación
de información de las entrevistas.

Las entrevistas se realizaron principalmente entre agosto y
noviembre de 2004, salvo que la mayor parte de la aportación de América Latina
se recogió a comienzos de diciembre. Todas las entrevistas tenían el mismo
material básico de antecedentes, la misma serie de preguntas y el mismo formato
para la presentación de las respuestas. Se trascribió cada entrevista y se
compartió con todo el equipo de forma confidencial.

Las personas entrevistadas fueron elegidas colectivamente con
arreglo a las primeras indicaciones de los resultados de la encuesta. Las
categorías entrevistadas y la distribución regional y confesional se
determinaron tratando de compensar algunos problemas de las encuestas y para
garantizar un equilibrio entre las personas relacionadas con programas
específicos y las que habían sido elegidas como representantes del "promedio" de
la iglesia miembro. Otra elección deliberada consistió en entrevistar sobre todo
a personas que no habían respondido a la encuesta y comprobar así las
diferencias y los resultados iniciales. El grupo de ministerios especializados
constituyó una excepción, ya que fue el que más activamente respondió a la
encuesta y deseó ser entrevistado.

Se realizaron en total 59 entrevistas, 4 de las cuales eran
colectivas, con más de 3 personas. Los entrevistados fueron dirigentes de
iglesias y personas relacionadas con programas específicos, consejos nacionales
de iglesias, organizaciones ecuménicas regionales, comuniones cristianas
mundiales y ministerios especializados. Se interpretó el ámbito de influencia de
las iglesias en sentido amplio. La división por regiones fue: 11 África, 7 Asia
(incluida una colectiva), 3 Caribe, 14 Europa, 4 mundial, 6 América Latina
(incluida una colectiva), 2 Oriente Medio, 11 América del Norte (incluida una
colectiva) y una colectiva en el Pacífico. En total se consultó a más de 70
personas en el proceso de entrevistas. La mayor parte de las entrevistas se
hicieron por teléfono. Además, se asistió a varias reuniones de comisiones,
grupos consultivos y otras reuniones pertinentes y se informó por escrito al
equipo acerca de los correspondientes debates. Esto tuvo una importancia
especial para evaluar el contexto general.

Además, el equipo tuvo la ventaja de poder utilizar el material y
la cartografía del proceso de reconfiguración, algunas evaluaciones de
determinados programas/actividades programáticas, autoevaluaciones e informes de
comisiones y grupos asesores, y varios documentos de programas.


ANEXO 2:
Glosario


AACC

Conferencia de Iglesias de toda el África

ACT

Acción
Conjunta de las Iglesias

AEAM

Alianza
Ecuménica de Acción Mundial

CC

Comité
Central

CMME

Confederación Mundial sobre Misión y
Evangelización

CWC

Comunidades Cristianas Mundiales

D&D

Diaconía
y Desarrollo

D&S

Diaconía
y Solidaridad

DSV

Decenio
para Superar la Violencia

EDAN

Red de
Defensa Ecuménica de los Discapacitados

EF

Formación Ecuménica

EVC

Entendimiento y Visión Comunes

F&C

Fe y
Constitución

ICR

Iglesia
Católica Romana

IEVSA

Iniciativa Ecuménica sobre el VIH/SIDA en
África

IRRD

Relaciones y Diálogo Interreligiosos

JWG

Grupo de
Trabajo Mixto (CMI &
la Iglesia Católica
Romana)

M&E

Misión y
Evangelización

MUR

Misión
Urbana y Rural

NCC

Consejos
Naciones de Iglesias

OACNUR

Oficina
del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados

OER

Organizaciones Ecuménicas Regionales

PEAPI

Programa
Ecuménico de Acompanamiento en Palestina e Israel

PSE

Planificación, Seguimiento y Evaluación

SM

Ministerios Especializados

WCRP

Conferencia Mundial sobre Religión y
Paz




[1] Las citas que en todo el informe aparecen en cursiva
y negrita se han tomado de las entrevistas realizadas por el equipo de esta
Evaluación previa a
la
Asamblea.

[2] En dos reuniones mundiales sobre la reconfiguración,
celebradas en noviembre de 2003 y diciembre de 2004, interlocutores ecuménicos
examinaron la posible nueva configuración del Movimiento Ecuménico. El título de
la segunda reunión fue "Ecumenismo en el siglo XXI".

[3] Nuestro equipo ha entendido estos términos en un
sentido amplio, en el espíritu del entendimiento y visión comunes (
EVC). La recolección de la
información, aunque se centró principalmente en las iglesias miembros, abarcó
también a los consejos de iglesias nacionales, los miembros de las comisiones y
los grupos consultivos, algunos de los cuales no eran iglesias miembros, las
comuniones cristianas mundiales (CCM) y las organizaciones ecuménicas regionales
(OER).

[4] Actualmente hay seis Comisiones: Fe y Constitución,
Misión Mundial y Evangelización, Comisión de las Iglesias para Asuntos
Internacionales, Educación y Formación Ecuménica, Justicia, Paz y Creación, y
Comisión de las Iglesias sobre Diaconía y Desarrollo. El DSV tiene un Grupo de
Referencia; el Instituto Ecuménico de Bossey, una junta y Comunicaciones, un
órgano asesor.

[5] El Grupo de Dirección del Personal está integrado por
el Secretario General, el Secretario General Adjunto,
la Directora de Programa, el Director
de Gestión y el Secretario Ejecutivo de
la Secretaría
General.

[6] Véase el documento programático del CMI "Trabajemos
juntos por el cambio".

[7] Por ejemplo, el VIH/SIDA es una actividad del
programa Misión y Evangelización.

[8] Véase 2002 Mid Term Evaluation, secciones 3.1 y
3.2.

[9] Órganos rectores: el Comité Central, con el
asesoramiento de su Comité de Programa, se encarga de iniciar y terminar los
programas. El Comité Ejecutivo es el responsable del seguimiento de los
programas y actividades.

[10] El EVC es una declaración de política general
adoptada por el Comité Central en 1997.

[11] En las dos reuniones mundiales sobre reconfiguración,
celebradas en noviembre de 2003 y diciembre de 2004, participaron interlocutores
ecuménicos para examinar una posible nueva configuración del Movimiento
Ecuménico. El título de la segunda reunión fue "Ecumenismo en el siglo
XXI".

[12] Examen del fondo "Strategic Iniciatives Fund", 2003 y
examen de "Multilateral Sharing", 2004

[13] Los títulos y las descripciones de los programas, así
como el orden en que aparecen en nuestro informe, se refieren al documento
resumido de los programas del CMI "Working 
Together, Making a Difference" (Trabajar juntos por el
cambio).

[14] El Grupo de Acción para África está integrado por
miembros del personal del CMI de origen africano, que son miembros de los
distintos equipos del Consejo.

[15] Tales exámenes son  Strategic Initiatives Fund Review 2003 y
Multilateral Sharing Review 2004, ninguno de los cuales pudo evaluar el impacto
de estos instrumentos.

[16] Hasta 2003 se incluía en el mandato de

la Comisión
de las Iglesias para Asuntos Internacionales.

[17] Para más detalles, véanse las secciones 1.2 y 1.3,
así como las evaluaciones de los distintos programas, en
la Parte 2 de este
informe.