-Por Hella Tangu*
Texto: Salmos 104: 5 -13
5 Él fundó la tierra sobre sus cimientos; No será jamás removida.
6 Con el abismo, como con vestido, la cubriste; Sobre los montes estaban las aguas.
7 A tu reprensión huyeron; Al sonido de tu trueno se apresuraron;
8 Subieron los montes, descendieron los valles, Al lugar que tú les fundaste.
9 Les pusiste término, el cual no traspasarán, Ni volverán a cubrir la tierra.
10 Tú eres el que envía las fuentes por los arroyos; Van entre los montes;
11 Dan de beber a todas las bestias del campo; Mitigan su sed los asnos monteses.
12 A sus orillas habitan las aves de los cielos; Cantan entre las ramas.
13 Él riega los montes desde sus aposentos; Del fruto de sus obras se sacia la tierra.
Reflexión:
El agua es esencial para la vida; nos sustenta en el hogar, en el trabajo y en el cultivo de nuestros alimentos. Sin agua no podríamos sobrevivir. Como señalan las Escrituras, Dios creó los ríos y lagos que pueblan la tierra, entrelazando intrincados paisajes variados y haciendo posible la vida. El agua, como todo lo que Dios creó, es un don. Pero todo don conlleva una responsabilidad: Dios nos ha confiado el cuidado de Su creación, llamándonos a ser fieles administradores de la tierra.
El agua tal como la conocemos, que fluye en ríos y arroyos, y se precipita en forma de lluvia, no es todo lo que existe. También hay aguas que a menudo pasamos por alto, congeladas en glaciares, que en silencio hacen posible la vida de millones de personas. De hecho, el 69 % del agua dulce del planeta está helada, el 30 % se encuentra bajo tierra y menos del 1 % se encuentra todos los ríos y lagos del mundo. Estas aguas heladas se están derritiendo a un ritmo alarmante, pese a lo cual proporcionan pequeñas y grandes alegrías que a menudo pasan desapercibidas. Y están incluso más cerca de lo que pensamos, ya que abastecen a los ríos y lagos de montaña, proporcionando caudal a los manantiales de agua dulce de los espacios naturales.
Provengo de un país atravesado por el ecuador. A muchos les puede extrañar que tengamos glaciares pese al clima tropical que tenemos durante todo el año. El Monte Rwenzori, en Uganda, con sus majestuosos 5100 metros de altitud, albergaba antaño picos nevados, pero ha perdido casi el 80 % de sus glaciares desde 1906. Esto se debe a que las altas temperaturas están afectando más a los glaciares situados en el ecuador que a aquellos en otros lugares del mundo. Las aguas heladas que antiguamente abastecían los manantiales y estanques de la montaña están desapareciendo, y lo mismo ocurre con su singular fauna y flora.
Los seres humanos creemos que el agua es ilimitada porque cubre gran parte de la Tierra. El pasaje de los Salmos nos muestra que Dios es la fuente de toda la naturaleza de la que disponemos; pero igual que nos la dio, también nos la puede quitar. No supimos cuidarla. En los últimos años, vivimos diversas catástrofes provocadas por la actividad humana (inundaciones, incendios forestales, un aumento de la contaminación y un agotamiento sin precedentes de los recursos naturales). Señal de que, como humanos, tendemos a poner nuestras necesidades y deseos por encima de las responsabilidades que nos asigna Dios.
Dios nos ha dado los glaciares, que actúan como almacenes que se derriten lentamente para sustentar la vida. Sin embargo, el aumento de las temperaturas está acelerando su deshielo, con consecuencias tan devastadoras como la subida del nivel del mar e inundaciones costeras. Se nos ha confiado este precioso recurso hídrico; pero debido a la contaminación de la industria, la agricultura insostenible y su uso descontrolado, estamos agotando el agua dulce disponible. Esta pérdida es una advertencia que nos recuerda que nuestro descuido de la creación de Dios tiene consecuencias; y que el cuidado de la creación no es opcional, sino que forma parte del propósito que Dios nos ha dado.
Con demasiada frecuencia, leemos la Biblia, reflexionamos sobre su sabiduría, pero nos detenemos ahí, limitándonos a leer sus páginas en lugar de aplicarla a nuestra vida cotidiana. Soy consciente de que yo también he cometido ese error. Como joven cristiana que crece en la fe, y también como estudiosa del cambio climático y el calentamiento global, este tema me llama especialmente la atención. Debemos alejarnos de un enfoque individual del llamado “desarrollo” que nos hace pensar únicamente en lo que necesitamos y no en cómo afectará al prójimo si tomamos más de lo necesario de la naturaleza. Como seguidores de Cristo, estamos llamados no solo a reflexionar sobre sus enseñanzas, sino a llevarlas a la práctica cada día. El cuidado de la creación no es una opción; es nuestra responsabilidad.
Espero que durante este periodo de Cuaresma, tanto yo como cualquiera que lea estas líneas, nos tomemos un momento para pensar en lo que estamos haciendo o ayudando a hacer a nuestra comunidad para preservar estos tesoros en forma de hielo. ¿Estamos haciendo lo suficiente por nuestros hermanos y hermanas?
Oración
Señor, te damos gracias por el don sagrado del agua, desde los caudalosos ríos hasta los tranquilos glaciares que albergan vida para las generaciones venideras. Perdónanos por desatender nuestra responsabilidad como administradores de Tu creación. Ante los cambios que se están produciendo en nuestro mundo, abre nuestros corazones para que obremos con sabiduría, apremio y fe. Ayúdanos a proteger las aguas que Tú nos has dado, para que todos puedan beber libre y abundantemente, hoy y siempre. Amén.
Preguntas
- ¿Cómo podemos cambiar nuestra mentalidad y pasar de ver el agua como un bien ilimitado a reconocerla como un don que hay que proteger?
- ¿Qué futuro quiero para mí y para mi comunidad en relación con el agua?
Acciones
- Reducir el despilfarro de agua - Sean conscientes de su consumo diario, por ejemplo, tomen duchas más cortas.
- Buscar información sobre los glaciares que tiene cerca y cómo han cambiado en los últimos años.
Recursos
Artículo “The Biblical Call to Environmental Stewardship” Enlace al artículo
Climate 101: Glaciers https://youtu.be/WJgpDyP9ewQ?si=rvAiM1R2gpSdY8hT
Our Planet, Frozen Worlds https://youtu.be/cTQ3Ko9ZKg8?si=98iey5bnG8m8rwx4
* Hella Tangu es una joven cristiana, apasionada del cuidado del medio ambiente que estudia el cambio climático y el desarrollo sostenible. Su fe y su formación académica la impulsan a explorar cómo el hecho de honrar a Dios incluye cuidar de Su creación. Hasta hace poco fue pasante en el Programa de defensa de la tierra, el agua y los alimentos del Consejo Mundial de Iglesias. Es de Uganda y actualmente cursa sus estudios en Suecia.