* Por Anne Casparsson
El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) ha trabajado durante muchas décadas para promover la paz en la península de Corea. Desde reunir a personas de ambas partes del país dividido hasta crear una red ecuménica internacional para brindarles apoyo, el CMI ha formulado y promovido históricamente una visión de paz.
Este papel único depende de relaciones que se han forjado con el tiempo en una región que ha sufrido no solo a causa del conflicto, sino también de una larga historia de división, sospechas mutuas y desconfianza que ha afectado a los habitantes de la península de Corea y al mundo entero.
El 5 de mayo, el ex secretario general del CMI, Rev. Dr. Olav Fykse Tveit –que será consagrado obispo presidente de la Iglesia de Noruega el 10 de mayo– recibirá la Medalla de Dongbaek de la Orden del Mérito Civil durante una ceremonia en la Embajada de la República de Corea en Oslo (Noruega).
La distinción le será entregada en nombre de Moon Jae-in y de Chung Sye-kyun, presidente y primer ministro de la República de Corea, respectivamente.
A continuación, Tveit reflexiona sobre la historia de la labor por la paz que el CMI ha realizado de maneras destacables y diversas en la península de Corea. El CMI puso en marcha un encuentro inicial y un proceso de reconciliación entre Corea del Norte y Corea del Sur en la ‘Consulta de Tozanso’ en Japón en 1984. Desde entonces, el CMI y sus iglesias miembros han apoyado de forma continua a las iglesias y las comunidades cristianas de Corea del Norte y Corea del Sur promoviendo la paz y la reconciliación.
Tveit fue secretario general del CMI durante una década, comenzando en 2010. A continuación, reflexiona sobre sus experiencias de ese período de servicio, en particular de los esfuerzos ecuménicos por la paz en la península de Corea.
¿Podría describir cómo la 10ª Asamblea del CMI, celebrada en Busan (Corea del Sur) en 2013, revitalizó las iniciativas de las iglesias por la paz en la península de Corea?
Rev. Dr. Tveit: Varios miles de participantes acudieron a la Asamblea de Busan en representación de iglesias miembros y asociados ecuménicos de todo el mundo. Fue la ocasión de que todas esas personas, y sus iglesias y organizaciones, renovaran su conocimiento y su compromiso con respecto a la continua división del pueblo coreano, la Guerra de Corea sin resolver, la necesidad urgente de diálogo en vez de confrontación, y la importancia del papel ecuménico a la hora de buscar una paz justa en este contexto. Era mi deber como secretario general del CMI brindar apoyo e identificar cómo podía contribuir a revitalizar el diálogo a favor de la paz en la península de Corea, que en aquel tiempo no era muy proactivo. La Asamblea nos dio un mandato muy firme de que hiciéramos esto. Prometí a nuestros homólogos del Consejo Nacional de Iglesias de la República de Corea y de la Federación Cristiana Coreana de la República Popular Democrática de Corea que haría lo que pudiera. Y durante el período transcurrido desde entonces, hemos colaborado intensamente, en un período con algunas de las tensiones geopolíticas más peligrosas y algunas de las mayores esperanzas de una transformación pacífica.
Describa el proceso y el trabajo con el Foro Ecuménico para Corea (FEC).
Rev. Dr. Tveit: Sí, el Foro Ecuménico para Corea –o, si usamos su nombre original completo: el Foro Ecuménico para la Paz, la Reunificación y la Cooperación para el Desarrollo de la Península de Corea– ha sido un instrumento muy importante en este proceso. El FEC fue creado en 2006 a partir de la experiencia de las iglesias y los asociados ecuménicos que participaron en la respuesta humanitaria a la hambruna que se produjo en Corea del Norte en los años noventa. Desde la Asamblea de Busan habíamos estado ampliando el círculo de los asociados ecuménicos que participaban en este foro. Entre otras iniciativas significativas emprendidas a través de este instrumento, en octubre de 2015 una delegación ecuménica internacional integrada por doce personas entre miembros del FEC y observadores visitó la República Popular Democrática de Corea. Durante la visita de la delegación, se convocó una reunión oficial del FEC en Pyongyang el 28 de octubre de 2015; esa fue la primera vez que una reunión ecuménica internacional pudo celebrarse en suelo coreano –ya fuera del norte o del sur– con la participación oficial tanto de la Federación Cristiana Coreana como del Consejo Nacional de Iglesias de Corea.
Luego se reunió con Moon Jae-in, el presidente de Corea del Sur, poco después de que fuera elegido en 2017.
Rev. Dr. Tveit: Así es. El presidente confirmó que quería apoyar la visión y el papel del CMI. Nos animó a seguir trabajando y vio mucho valor en la participación de las iglesias en iniciativas a favor de la paz en la región. Fue un honor que nos recibiera tan poco tiempo después de su investidura como presidente.
¿Cómo se siente al recibir esta distinción?
Rev. Dr. Tveit: Ha sido un privilegio especial haber participado en este trabajo como secretario general del CMI. Me siento muy honrado de que se afirme mi papel a este respecto. La distinción es, ante todo, el reconocimiento al trabajo del CMI y de todas las personas que han participado en el proceso durante estos años y durante las décadas anteriores. Creo, además, que la condecoración nos anima a reconocer la importante contribución de las iglesias al proceso de paz.
¿Qué hace único el papel del CMI?
Rev. Dr. Tveit: Trabajar por la paz es el llamado del CMI; es lo que el CMI tiene que hacer. Es asimismo un llamado de Jesucristo a la iglesia, y de los propios anhelos de paz de las personas. Todas las personas se ven afectadas por este conflicto sin resolver en la península de Corea. Por ello, es muy importante para el movimiento ecuménico seguir dando prioridad a esto, adoptar nuevas iniciativas y continuar siendo el socio fiel para la paz. El CMI tiene un potencial que va más allá de lo que otros pueden hacer para promover la paz en la región debido a la naturaleza y el origen de su llamado. La paz es posible, pero requiere todas las habilidades, tanto de la diplomacia como de la creatividad política. Otra cosa que he aprendido es que las sanciones excepcionales y sin precedentes, aunque las haya decidido la ONU, están empeorando las cosas en vez de mejorarlas. No conducen a un cambio positivo, sino que traen mucho sufrimiento a los norcoreanos de a pie. ¿Cómo puedes motivar a las personas para que trabajen por la paz con todo el sufrimiento y la división causados por las sanciones y la confrontación? Supone una diferencia enorme, y creo que forma parte del conflicto en lugar de ser parte de la solución.
En sus diez años como secretario general del CMI, ¿hay progresos por los que esté agradecido?
Rev. Dr. Tveit: Ha sido realmente una bendición trabajar con los asociados coreanos y entender sus más profundos deseos y oraciones por la paz, y que no se rinden. Nos inspiran para que tampoco nosotros nos rindamos. Estoy profundamente agradecido por esta experiencia. El apoyo de otros es sumamente importante durante tiempos de guerra y conflicto. La manera de apoyar más profunda es orando. Los norcoreanos y los surcoreanos necesitan el apoyo espiritual de otros, y el apoyo de iglesias de todo el mundo es importante. Tenemos la tarea de creer en la paz y cultivar un firme compromiso alimentado por la esperanza.
* Anne Casparsson es una periodista independiente que se centra en temas relacionados con la paz y la justicia.
Alocución completa del Rev. Dr. Olav Fykse Tveit
Galería fotográfica con aspectos destacados de la labor del CMI por la paz en la península de Corea