Pillay reafirmó la dedicación del CMI a los valores de la justicia, los derechos humanos, la paz y la integridad de la creación. “El Pacto para el Futuro refleja muchos de los intereses defendidos desde hace tiempo por las comunidades religiosas de todo el mundo”, dijo. “Las crisis mundiales a las que nos enfrentamos hoy reflejan relaciones rotas: entre la humanidad y la creación, y entre los pueblos y las naciones”.
Pillay elogió la visión del pacto, que busca intensificar el multilateralismo y renovar la cooperación internacional a fin de velar por no dejar a nadie atrás. “Las comunidades religiosas desempeñan un papel vital a la hora de ayudar a los Estados y los pueblos a hacer realidad la visión común del pacto”, afirmó Pillay. “Encomiamos a las Naciones Unidas por haber unido a diversas naciones en torno a esa visión común”.
Instó a todos los gobiernos y partes interesadas a ir más allá de las palabras, a superar los obstáculos que han dejado tantos compromisos sin cumplir o cumplidos a medias, y a comprometerse finalmente a aplicar las disposiciones del pacto con urgencia e integridad.
“Nuestro testimonio compartido debe basarse en participación activa, oración y sensibilización; en dar voz a los más afectados por la crisis climática, la injusticia económica, las violaciones de los derechos humanos y los conflictos”, afirmó. “Mantenemos nuestro compromiso de asociarnos con todas las personas de buena voluntad para ayudar a construir un futuro que refleje la visión de Dios del bienestar de la humanidad y del florecimiento de toda la creación”.
A modo de conclusión, Pillay dijo: “Que este importante momento renueve nuestra esperanza y refuerce nuestra determinación de trabajar juntos por un mundo donde prevalezcan la paz y la justicia”.
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