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Mujeres orando durante la misa dominical celebrada en la iglesia católica de la zona de protección de civiles ubicada dentro de la base de las Naciones Unidas en Malakal (Sudán del Sur). Unas 35 000 personas viven en este campo, protegidas por tropas de mantenimiento de la paz de la ONU. 

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Pillay deploró la noticia del ataque a los fieles de la iglesia copta Mar Girgis (San Jorge) de Omdurmán durante el oficio religioso del 14 de mayo, las graves heridas sufridas a consecuencia de ello y la expulsión de los sacerdotes y monjas de la comunidad.

También compartió su dolor por los bombardeos, los daños, la ocupación y el saqueo de tantas iglesias y lugares de culto, incluidas las catedrales anglicana y católica romana de Jartum, así como las iglesias y mezquitas de El Obeid, Geneina, El Fasher, Nyala y muchos otros lugares.

“Además, la violenta destrucción de la nación de Sudán continúa, a pesar de los esfuerzos y llamados a un alto el fuego duradero”, escribió Pillay. “El pueblo de Sudán es víctima de este conflicto entre los líderes militares, que convierte la crisis humanitaria del país en una catástrofe”.

En nombre de la comunidad mundial del CMI, Pillay transmitió la solidaridad cristiana a todas las personas y comunidades religiosas de Sudán. “Oramos para que los líderes militares dejen a un lado sus armas y sus rivalidades y reconozcan su responsabilidad y su obligación de rendir cuentas ante el pueblo, al que ya han hecho tanto daño”, escribió. “Oramos para que cumplan con sus obligaciones morales y legales de proteger a los civiles, y pongan fin a sus profanaciones de los lugares de culto”.

La situación en Sudán será abordada por el Comité Ejecutivo del CMI, que se reunirá del 22 al 26 de mayo.

“Entretanto, intercedemos por ustedes, sus iglesias, sus familias y sus comunidades ante nuestro Dios misericordioso y amoroso”, concluyó Pillay. “Que Dios los proteja, los guíe y los consuele en medio de las adversidades que atraviesan”.

Lea aquí la carta pastoral en inglés y en árabe