En una carta a la obispa Guadalupe Cortés del Sínodo Luterano Salvadoreño, el secretario general del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), el Rev. Dr. Jerry Pillay, elogió el legado del obispo Medardo, refiriéndose a él como “un servidor de Cristo cuya vida fue un testimonio del llamado del Evangelio a la justicia, la paz y la compasión”.
“Damos gracias por su vida, su ministerio y sus incansables esfuerzos por construir puentes de reconciliación. Oramos por que su legado siga alentando a las nuevas generaciones a recorrer el camino de la justicia y el amor”, añadió el secretario general del CMI.
El obispo Medardo Ernesto Gómez Soto, nacido el 8 de junio de 1945 en Quelepa (El Salvador), fue un prominente dirigente luterano y defensor de los derechos humanos.
Estudió teología en el Seminario Luterano Augsburgo en Ciudad de México y regresó a su país en 1972 para trabajar en las comunidades luteranas de San Salvador. A finales de los años setenta, participó en los diálogos ecuménicos con el arzobispo Óscar Romero, propiciando la colaboración interconfesional.
En 1986, Gómez fue elegido y consagrado primer obispo del Sínodo Luterano Salvadoreño. Durante la guerra civil de El Salvador (1980-1992), fue un firme defensor de la paz y los derechos humanos, por lo que fue secuestrado y torturado por escuadrones de la muerte. Su compromiso con la justicia social y la defensa de los oprimidos le valió ser nominado varias veces al Premio Nobel de la Paz.
Bajo su liderazgo, la Iglesia Luterana Salvadoreña adoptó la “teología de la vida”, haciendo hincapié en los derechos humanos y la preservación de la memoria histórica. En 2014, creó la Iniciativa Pastoral por la Paz con el objetivo de reintegrar en la sociedad a los jóvenes marginados.
El obispo Medardo Gómez se jubiló en enero de 2025 tras 38 años de servicio.