Pillay habló del audaz y profético legado de testimonio público de la Iglesia Unida de Canadá.
“Amigos; vivimos tiempos difíciles”, dijo Pillay, “Nos encontramos rodeados de conflictos, guerras, guerras comerciales, pobreza, injusticias, desastres climáticos y naturales, relaciones rotas, divorcios y muertes”.
Son demasiadas cosas que gestionar, continuó.
“Demasiadas cosas que desentrañar, demasiadas cosas que soportar”, dijo. “Lo que necesitamos es una espiritualidad profunda que nos permita no apartar nunca la mirada de Dios".
Señaló que podemos sentirnos abrumados por la gran escala y magnitud de los desafíos mundiales. “El propio planeta se encuentra amenazado por la desintegración de sus ecosistemas, la extinción de muchas especies e incluso la posible desaparición de los seres humanos, lo que borraría de la faz de la Tierra esta increíble y maravillosa evolución de la vida, la conciencia, el conocimiento humano y la libertad”, afirmó. “Vemos estas posibilidades convergentes, las señales, las tendencias y las probabilidades de crisis inminentes, y nos preguntamos: ¿dónde está nuestra esperanza?”.
¿Cómo podemos hacer frente a esas posibilidades, generar cambios reales y salvar nuestro planeta del desastre?, preguntó.
“Para nosotros, los cristianos, la verdadera esperanza realista tiene su ancla en la fe, en una profunda confianza en el amor de Dios y en sus promesas, tal y como fueron reveladas a través de la vida y el mensaje de Jesús”, dijo. “Encontramos en Jesús a alguien tan cercano a Dios y tan amado por Él, cuya confianza en Dios podía disolver todos los miedos y engendrar esperanza y valor a la altura de cualquier desafío”.
Una virtud del movimiento ecuménico ha sido su propósito ya no solo de renovar la vida eclesiástica cristiana, sino también de reformarla, dijo Pillay. “No podemos hacerlo con nuestras propias fuerzas”, aseguró, “necesitamos el poder y la presencia de Dios”.
La historia de la Iglesia Unida de Canadá nos brinda pistas sobre la forma de un discipulado auténtico y valiente en la actualidad y sobre cómo podríamos abordar las numerosas crisis a las que nos enfrentamos hoy en día.
“Creo que su solidaridad ecuménica ha marcado y sigue marcando la diferencia, incluso más allá de la propia iglesia, porque nuestra experiencia compartida del amor de Dios prende la esperanza en nosotros y se expresa en el amor por toda la humanidad”, dijo Pillay. “Así pues, ¡seamos valientes!, ¡seamos fuertes!”.
Quedarnos en silencio, indiferentes y cómplices no es el camino, instó Pillay. “Tenemos que proclamar la justicia, la paz y el amor de Dios”, dijo, “tenemos que decir la verdad al poder e incluso a la iglesia”.
La fe fundamenta nuestra esperanza, dijo Pillay. “La esperanza cristiana es un poder imparable mediante el cual la fe impone la justicia en el mundo”, afirmó. “Así las comunidades de fe, actuando ecuménicamente, se convierten en portadoras de esperanza y agentes de reconciliación en el mundo y para el mundo”.
Esta forma de vida también se encarna en la peregrinación ecuménica de justicia, reconciliación y unidad, señaló Pillay.
“Vemos que todo el movimiento ecuménico mundial camina hacia la justicia, la paz y la reconciliación”, dijo. “En la práctica, eso implica defender la dignidad humana, los derechos humanos, la paz entre los pueblos y la salud del planeta mediante un firme compromiso en actividades concretas y alianzas consecuentes”.
Durante el servicio, los dirigentes de la iglesia retiraron la Biblia original de 1925 y dedicaron una nueva Biblia, una traducción al mohicano de la Biblia terminada por Harvey ‘Satewas’ Gabriel y publicada en 2023.
La Biblia original, que fue utilizada durante cien años, ha sido reparada y restaurada, y formará desde ahora parte de los archivos.
La inscripción en la nueva Biblia dice: “Bajo la Junta Metodista Wesleyana de Misiones Extranjeras, se inició una iglesia entre los mohicanos del río Grand en Ontario en 1822".
Lea el sermón completo (en inglés)
Retransmisión en directo: Servicio Nacional por el centenario, 8 de junio de 2025