El Rev. Dr. Jerry Pillay, secretario general del CMI, destacó la urgencia ética del momento: “Como creyentes, creemos que hacer frente a la crisis climática no es solo una necesidad científica, sino una profunda obligación moral arraigada en los valores cristianos de justicia y compasión. Instamos a los países desarrollados a predicar con el ejemplo, reconociendo su responsabilidad histórica y apoyando una respuesta mundial que atienda las necesidades de las personas más vulnerables, honrando la creación de Dios y respetando nuestro compromiso de cuidar unos de otros”.
El mensaje clave del CMI en la COP29 es exhortar a los países desarrollados a reducir drásticamente las emisiones de combustibles fósiles. También hace hincapié en la urgencia de aumentar la financiación relacionada con el clima para ayudar a las comunidades a afrontar el impacto climático, especialmente a las que cuentan con menos recursos para adaptarse.
El CMI también pide a los líderes mundiales que aborden los profundos efectos no económicos del cambio climático, como la pérdida cultural y el trauma, que afectan de manera desproporcionada a los pueblos indígenas y otras comunidades vulnerables.
“Las repercusiones del cambio climático van más allá de los daños físicos. Afectan al corazón mismo de las comunidades, erosionando su patrimonio cultural y su identidad espiritual, especialmente en el caso de los pueblos indígenas”, dijo Athena Peralta, directora de la Comisión del CMI sobre Justicia Climática y Desarrollo Sostenible. “Los marcos de financiación de la lucha contra el cambio climático deben tener en cuenta estas pérdidas intangibles, respetar y proteger los conocimientos indígenas como instrumentos vitales para encontrar soluciones resilientes al cambio climático”.
La delegación del CMI, integrada por representantes de diversas regiones, está colaborando con asociados religiosos y de la sociedad civil, entre los que figuran ACT Alianza, la Federación Luterana Mundial y el Comité Interreligioso de Enlace de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que el CMI copreside. Mediante la labor ecuménica e interreligiosa, aspiran a amplificar el llamado colectivo a favor de una acción climática justa y eficaz, así como a garantizar que la COP29 promueva compromisos basados en la igualdad, la rendición de cuentas y la compasión.