El Rev. Dr. Odair Pedroso Mateus fue profesor de teología ecuménica en el Instituto Ecuménico de Bossey (2004-2021); director de la Comisión de Fe y Constitución del CMI (2015-2022), y secretario general adjunto del CMI (2020-2022). Es miembro del consejo parroquial de la catedral de San Pedro de Ginebra.
Nuestra primera parada será en rue Calvin, donde aprenderemos un poco sobre los jóvenes pioneros del trabajo ecuménico en las décadas de 1920 y 1930. Desde allí, caminaremos unos veinte minutos hasta llegar a route de Malagnou, donde visitaremos el CMI de los años de posguerra, periodo en que creció de forma considerable. La visita terminará al otro lado del lago Leman, en route de Ferney, el 11 de julio de 1965, donde escucharemos un sermón sobre lo que una nueva capilla puede enseñarnos sobre el llamado a la unidad. ¡Empecemos!
I. ¿El primer centro ecuménico? Rue Calvin, casco antiguo
En el casco antiguo de Ginebra hay una calle que lleva el nombre de Juan Calvino, en homenaje al gran reformador protestante que vivió allí desde 1543 hasta su muerte en 1564. Desde su casa, Calvino tardaba entre cuatro y cinco minutos en llegar a la catedral de San Pedro, donde predicaba los domingos, a menudo en el segundo servicio religioso de las seis de la mañana. La Ginebra de Calvino se convirtió rápidamente en el centro del movimiento internacional de la Reforma que le valió a la ciudad, ya en el siglo XVII, el sobrenombre de la “Roma protestante”.
La casa del reformador que estaba dispuesto a “cruzar diez mares” para promover la unidad de los cristianos fue demolida en 1706, pero la calle que lleva su nombre estaba predestinada a volver a las páginas de la historia cristiana en los siglos siguientes.
Gracias al evangélico ginebrino Jean-Henry Dunant, que entonces tenía veinticuatro años, la rama ginebrina de la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA, por su sigla en inglés) se instaló en 1852 en el número 14 de la rue Calvin. Dunant no se detuvo ahí. Convenció a la YMCA de París para celebrar una conferencia internacional de la YMCA en 1855. Uno de sus principales resultados fue la creación de la YMCA Mundial, que, como era de esperar, encontró un hogar en 1878 a poca distancia de... rue Calvin.
El libro de Dunant de 1862, Recuerdo de Solferino, sobre la necesidad de organizar el socorro a los soldados heridos en situaciones de guerra, inspiraría la creación en 1863 de la Cruz Roja Internacional (ubicada, debo añadir, a la vuelta de la esquina de rue Calvin…) y daría lugar a acuerdos internacionales sobre el trato justo a las víctimas de guerra.
Pero esto es solo una parte de la saga de la rue Calvin. Tras la gran guerra de 1914-1918, la YMCA Mundial buscaba un secretario internacional para su ministerio entre los chicos de las escuelas de secundaria. La elección recayó en un líder holandés de la YMCA de veintitrés años, un tal...Willem Adolf Visser 't Hooft. A finales de 1924, el recién casado “Wim” y su esposa Jetty se trasladaron a Ginebra, a la que él apodó “la Meca del nuevo internacionalismo”. Él no sabía que, al igual que la rue Calvin, estaba predestinado a figurar en las páginas de la historia del movimiento ecuménico, y a trabajar en las tres sedes sucesivas del CMI en la ciudad.
Para cuando Visser 't Hooft estaba bien instalado en su oficina de la YMCA, en el número 23 de la Grand Rue, la Federación Universal de Movimientos Estudiantiles Cristianos (FUMEC) puso en marcha el Servicio Internacional de Estudiantes (ISS, por su sigla en inglés). El ISS surgió a raíz del importante programa de la FUMEC de ayuda a estudiantes europeos de la posguerra, que Ruth Rouse describió vívidamente en las páginas de su obra de 1925, Rebuilding Europe: The Students Chapter in Post-War Reconstruction (Reconstruyendo Europa: la sección estudiantil en la reconstrucción de posguerra). Muchos años después, Robin Boyd diría sobre este programa y el ISS que habían sido “el primer programa de ayuda totalmente ecuménico del mundo”, lo que explica el subtítulo de su libro sobre el testimonio del movimiento estudiantil cristiano: “Church ahead the Church” (La iglesia por delante de la iglesia).
Las oficinas del Servicio Internacional de Estudiantes, ya lo habrán adivinado, estaban situadas en...el número 13 de la rue Calvin. En sus primeros años como docente del Instituto Ecuménico, Suzanne de Diétrich evocaría aquellos años con ternura en su Cinquante ans d'histoire: La Fédération universelle des associations chrétiennes d'étudiants (Cincuenta años de historia: la federación universal de asociaciones estudiantiles cristianas). Las oficinas del ISS se convertirían en la sede de la FUMEC hasta 1970. En 1929, Visser 't Hooft se incorporó a la FUMEC en calidad de secretario coordinador; fue nombrado su secretario general en 1932 y mantuvo ese cargo hasta 1938, cuando el Consejo Mundial de Iglesias “en proceso de formación” encontró un hogar en Ginebra a principios de 1939 y Wim se convirtió en su secretario general, movido por la visión de instar a las iglesias divididas a cumplir su vocación común y, al hacerlo, manifestar la Iglesia Una ante el mundo.
La rue Calvin podía descansar en paz. Había encarnado el ADN del movimiento ecuménico moderno: la compasión humana por las personas vulnerables esencial en la misión de la Cruz Roja, y la pasión por la unidad cristiana que impulsaba a esas tres formidables incubadoras ecuménicas: la YMCA, la FUMEC y la YWCA.
II. Route de Malagnou: el segundo Centro Ecuménico

Consejo Mundial de Iglesias en Malagnou, Ginebra, años 50
Cuando el CMI inauguró su primera sede en 1939, como inquilino de la Iglesia Protestante de Ginebra en el 41 de chemin des Crêts-de-Champel, Ginebra ya se había convertido en el principal centro internacional del llamado a los cristianos y las iglesias a caminar, trabajar y orar juntos. La Oficina Central Europea para la Ayuda Intereclesiástica fue creada en la ciudad de Calvino en 1922, bajo la dirección de Adolf Keller. El movimiento Vida y Trabajo y su Instituto Social Cristiano Internacional se instalaron allí en 1928. Al mismo tiempo, el Consejo Misionero Internacional trasladó a Ginebra su Departamento de Investigación Social y Económica. La Alianza Mundial de la Asociación Cristiana Femenina (YWCA) le siguió en 1930, y el Movimiento para una Conferencia Mundial de Fe y Constitución abrió una segunda oficina (la primera estaba en Boston) en el 57 de rue de Lausanne, cerca de la principal estación ferroviaria de Ginebra. La Alianza Mundial para la Promoción de la Amistad a través de las iglesias y Vida y el Acción compartieron instalaciones y secretario general en Ginebra desde 1931 hasta 1937, probablemente en el 52 de la rue de Pâquis.
Durante los años de guerra, la solidaridad más allá de las fronteras nacionales, confesionales e incluso religiosas dejó de ser una opción para convertirse en una cuestión de supervivencia. Lo que Visser 't Hooft calificaría más tarde como “la intensificación de la convicción ecuménica” que se vivió durante esos años condujo inevitablemente al crecimiento del CMI. Era necesario coordinar el trabajo de las iglesias en favor de los refugiados; era necesario facilitar el discernimiento de las iglesias sobre su papel en la situación de guerra; era necesario organizar la capellanía y la asistencia a los prisioneros de guerra (¡se repartieron 400 000 biblias!) e iniciar los planes para la creación de un Departamento de Reconstrucción y Ayuda Intereclesiástica; era necesario formar a dirigentes laicos en la doctrina y visión cristianas para que contribuyeran a la reconstrucción de las sociedades y a la reconstrucción y la unidad de las iglesias. En 1939, el Consejo contaba con cincuenta y cinco iglesias miembros. En 1945 eran noventa. Por lo que, tener una nueva sede pasó a ser una cuestión acuciante.
Las páginas de las actas de la reunión de 1946 del Comité Provisional del CMI están llenas de sorpresas. No hablan del “Instituto Ecuménico de Bossey”, sino del “Centro Ecuménico de Formación”; en una misiva dirigida a los participantes, el obispo católico romano de Friburgo aseguraba que durante la reunión “mis oraciones se elevarán con las suyas, en unidad con la oración de Jesús en la víspera de su pasión”. Pero la sorpresa más importante a efectos de esta crónica es lo que se lee en la portada de las Actas: “Consejo Mundial de Iglesias - Route de Malagnou 17”.
Un año antes, con el apoyo financiero de las iglesias norteamericanas, el CMI había adquirido, en el 17 de la route de Malagnou, en el extremo este de Ginebra, una villa estilo chalé rodeada de un jardín tan espacioso que parecía un parque, con altos cipreses, tejos comunes, robles y cedros. Desde su despacho en el primer piso, frente a la entrada, el jefe Visser 't Hooft podía vigilar al personal. Baldwin Sjollema contó a Jurjen Zeilstra, “el” biógrafo de Visser 't Hooft, que una vez el jefe mandó a casa a alguien que se presentó en el trabajo un día caluroso vestido con uno de esos “lederhosen” bávaros...

Sede del CMI en Malagnou, 1954
Pero el Consejo pronto volvería a ser víctima de su constante crecimiento. Los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial vieron llegar a Malagnou a la Comisión de las Iglesias para Asuntos Internacionales, la Comisión de Fe y Constitución, el Departamento de Juventud y las secretarías de dos comuniones cristianas mundiales: la Federación Luterana Mundial y la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas. Por si fuera poco, las instalaciones de la biblioteca eran “inadecuadas e insatisfactorias”; no había una sala de reuniones “suficientemente grande”; y la ausencia de capilla había sido “reconocida desde hacía tiempo” o, como dijo más francamente el obispo Henry Sherrill, se veía como “un escándalo”.
La falta de espacio de trabajo volvía a atormentar al Consejo. En 1946, la propiedad situada en route de Malagnou 19 se añadió al número 17. Hubo varias tentativas de adquirir las casas del número 19A al 23, pero los propietarios se negaron a venderlas. Al otro lado del campus, unos años más tarde se alcanzaría un acuerdo con la ciudad de Ginebra para alquilar el número 15 de la route de Malagnou. Pero la situación era insostenible y era preciso improvisar.
Por eso, quienes pasaban por el Centro Ecuménico de Malagnou por aquel entonces podían extrañarse al ver allí un par de barracones militares de madera. Les explico. Durante los años de posguerra, el Departamento de Reconstrucción y Ayuda Intereclesiástica del CMI ayudaba a las congregaciones cuyos edificios habían quedado destruidos a reanudar los cultos lo antes posible. Una solución provisional fue ofrecerles “iglesias de madera” fabricadas en Suiza y, para algunos, en Suecia. Ya en 1946, habían sido entregadas cuarenta y ocho iglesias de madera y otras veintisiete estaban en construcción. El coste medio de cada una era de 25 000 francos suizos. Algunos de los barracones de madera del Ejército Suizo aterrizaron en route de Malagnou y fueron adaptados para su uso como oficinas. No fue hasta 1962 cuando se habló de añadir una planta más a los barracones con el fin de crear más espacios de trabajo.

Barracones en route de Malagnou, agosto de 1964.
A mediados de la década de 1950 quedó claro que la expansión territorial del CMI en Malagnou había llegado a su límite y que el Consejo debía cambiar su planteamiento ante el eterno problema de la sede, donde trabajaban unas doscientas personas. El CMI hizo un llamado a las autoridades cantonales y municipales. Por medio de una carta del 4 de febrero de 1958, la ciudad de Ginebra presentó formalmente al CMI la propuesta de un simple intercambio: un terreno de 34 000 metros cuadrados en la zona internacional de Ginebra a cambio de las propiedades de Malagnou, con una superficie de 8 000 metros cuadrados. En su reunión de agosto, el Comité Ejecutivo del CMI aceptó las “generosas” condiciones del intercambio. El Consejo Municipal de Ginebra aprobó por unanimidad el intercambio en febrero de 1959 y concedió al CMI tres años de ocupación gratuita de Malagnou, hasta el 1 de junio de 1962.
III. Route de Ferney: el tercer Centro Ecuménico

El Centro Ecuménico, 1970
¿Cómo reunir los 2,5 millones de dólares necesarios para construir un nuevo centro ecuménico? Una vez más, el CMI apeló primero al liderazgo y la contribución de las iglesias estadounidenses. Un miembro del Presídium del CMI, Henry Knox Sherrill, obispo primado saliente de la Iglesia Episcopal de EE. UU., fue nombrado presidente del Comité de Apelación, y el presbiteriano Eugene Carson Blake, futuro sucesor de Visser 't Hooft, jefe del Comité de Propiedades de la Sede. Llegaron contribuciones en metálico y en especie de muchas iglesias miembros de todo el mundo. A principios de 1959, el fondo de la sede contaba con un millón de dólares; 1,5 millones en agosto de ese año; 1,6 millones en 1960; 2,2 millones en 1961 y 2,5 millones en 1962. Pero, como la verdad sobre los costes de construcción se revela siempre a posteriori, fue necesario hacer un esfuerzo adicional para recaudar otros 350 000 dólares.
Los planos y maquetas iniciales del nuevo centro ecuménico, diseñados por los arquitectos Senn y Lesemann, fueron presentados al Comité Ejecutivo en agosto de 1958. Desde el principio, sus grandes líneas recibieron un apoyo considerable de los comités y órganos rectores. The Ecumenical Review proporcionó en 1962 una descripción clara y concisa del futuro del 150 de la route de Ferney: “habrá tres alas de oficinas que irradiarán de un edificio central bajo y albergarán la capilla, la sala de conferencias, el vestíbulo y la zona de exposiciones, las salas de los comités y las oficinas para la Secretaría General”. La biblioteca y los archivos, elementos indispensables de una organización basada en el conocimiento como el CMI, tendrían su propio edificio. La sala de conferencias principal fue un regalo del estadounidense Clarence Dillon y las toneladas de madera de caoba que cubrían sus paredes y algunas salas de reuniones fueron un excepcional obsequio de las iglesias miembros de Ghana. Por fin se cumpliría el anhelo de Malagnou de tener una capilla. Pero, como verán, no fue fácil.
¿Qué nivel de desacuerdo cabe esperar cuando se encarga a un arquitecto que diseñe un espacio de oración que debe satisfacer, como la cuadratura del círculo, las expectativas de representantes de distintas tradiciones cristianas? Ya en 1959, los planes para la capilla suscitaron gran controversia. He aquí, en un par de párrafos, un resumen de dos años de debate a veces permanente.
Cuando en febrero de 1959 los arquitectos presentaron al Comité Ejecutivo los planos revisados y reelaborados del centro ecuménico, “la discusión se centró en el plano de la capilla”. El señor Senn estaba dispuesto a revisar su propuesta inicial de una capilla cuadrada con un diseño de tejado. Se debatió la posibilidad de construir una capilla octogonal, una torre o un chapitel. Su propuesta de construir un altar en el centro de la capilla con un púlpito detrás fue rechazada porque “esa forma no sería aceptable para ciertas tradiciones...”.
Los planes definitivos, según el Comité de Propiedades de la Sede, deberían “armonizar suficientemente con las diversas tradiciones, prácticas litúrgicas y convicciones de las iglesias miembros”. Se recomendó consultar a teólogos y liturgistas. En agosto de 1959, Carson Blake informó al Comité Ejecutivo de que los planos revisados de los futuros edificios eran “muy satisfactorios”. Excepto los de la capilla. Se invitó a los miembros del Comité Ejecutivo a examinar las “maquetas de dos diseños alternativos para la capilla” propuestos por el señor Senn.
El Comité Ejecutivo de febrero de 1960 recibió con satisfacción los planos de la capilla presentados por el señor Senn, pero volvió a plantear nuevos requisitos. Una de las paredes exteriores de la capilla debía incluir un “símbolo basado en el sello del Consejo Mundial”. Los planos del interior de la capilla presentados por el arquitecto no eran del todo satisfactorios. Se le pidió que eliminara la totalidad de las galerías que había propuesto en dos paredes. También fue rechazada su propuesta de un campanario a la entrada de la propiedad. En agosto, el Comité de la Sede informó de que el señor Senn “no había querido respetar las condiciones establecidas por el Comité Central en 1959 para la modificación de los planos de la capilla”. Esto llevó a la rescisión de su contrato con el Consejo.
A principios de 1961, Lesemann y un arquitecto recién contratado, J.-J. Honegger, presentaron al Comité de la Sede los planos definitivos de los edificios y de la capilla, para la cual propusieron “cuatro posibles líneas de diseño”. El Comité Ejecutivo aprobó los planos. Excepto los de la capilla.
El Comité Ejecutivo dio instrucciones a Honegger para que procediera teniendo en cuenta nuevas recomendaciones: el uso de vidrio en el muro sureste y la incorporación al equipo de arquitectos de un arquitecto escandinavo “de gran reputación”. Finalmente, el diseño de la capilla presentado en junio de 1961 fue aprobado. Durante la última ronda de discusiones, la anglicana Kathleen Bliss se quejó de que “el diseño parecía dar prominencia al ministerio de la Palabra sobre el ministerio del sacramento”. El ortodoxo Nikos Nissiotis, entonces profesor del Instituto Ecuménico de Bossey, coincidió con Bliss en que “el púlpito era excesivamente prominente”. En su opinión, sin embargo, “era adecuado que la capilla no se ajustara a ninguna tradición litúrgica en particular…”.

Capilla del Centro Ecuménico en construcción.
Las obras de route de Ferney comenzaron en junio de 1961. Se atribuye al teólogo reformado suizo Jean-Louis Leuba la ocurrente reflexión de que tanto hormigón vertido en route de Ferney significaba que el movimiento ecuménico no creía que la unidad visible fuera a llegar pronto. En la primavera de 1964, el personal de Malagnou empezó a despedirse del verde bosque de cipreses, tejos comunes, robles y cedros. Allí siguen, rodeando las mismas villas de siempre, esperando que los visiten.
Las nuevas oficinas fueron inauguradas en abril de 1964. En los años siguientes, el Centro Ecuménico albergaría comuniones mundiales y organizaciones ecuménicas, entre ellas los Patriarcados Ortodoxos de Constantinopla y Moscú, hoy uno al lado del otro en la primera planta, y el Consejo Metodista Mundial. El centro ecuménico estuvo a punto de convertirse en un signo efectivo de una catolicidad que la 4ª Asamblea del CMI en Uppsala describiría como “lo opuesto a cualquier tipo de egoísmo y particularismo”.
El Centro Ecuménico fue inaugurado oficialmente el 11 de julio de 1965, el primer día de una reunión del Comité Ejecutivo. Se celebró un servicio de oración en la capilla, cuyo mobiliario la convirtió en una metáfora del movimiento ecuménico entendido como un intercambio de dones.
Un veterano Visser 't Hooft subió los dos escalones que conducen al púlpito para predicar uno de sus últimos sermones como secretario general del CMI.
¿Se dejó llevar por emociones encontradas y contradictorias? Era hora de dar gracias por el futuro que prometía la inauguración. Pero también para él había llegado el momento de rememorar el largo camino ginebrino del recuerdo de sus cuarenta años de ministerio ecuménico. ¿Quién sino él había servido al movimiento ecuménico sucesivamente en rue Calvin, chemin des crêts-de-Champel, route de Malagnou, y entonces, en route de Ferney? El 20 de septiembre cumpliría 65 años y pronto se jubilaría del Consejo Mundial de Iglesias. Tañían las campanas de la finitud.
El sermón de Visser 't Hooft, que resumiré en los párrafos siguientes, me recordó las ideas centrales de sus conferencias en Yale de 1957 y cómo estas dieron forma a la expansión de la base teológica del CMI en 1961. En septiembre de 1957, Visser 't Hooft aprovechó que tenía la oportunidad de dictar una serie de conferencias en la Yale Divinity School de Estados Unidos para proponer una teología del movimiento ecuménico. Su tarea consistiría en dar orientaciones para el ínterin ecuménico, “para ese periodo intermedio en el que ya no podemos permanecer totalmente aislados unos de otros y nos damos cuenta de que debemos permanecer juntos, pero en el que todavía no somos capaces de entrar en plena comunión unos con otros”. La cuestión clave, sostuvo, es “descubrir cómo crece la unidad cristiana” desde la unidad que ya existe hasta la unidad “de la que habla el Nuevo Testamento”. La unidad de la iglesia “es el corolario necesario de su vocación”. La unidad de quienes comparten una vocación común crece “en la medida en que honran su vocación” de testimonio, servicio y comunión. La unidad crece cuando las iglesias buscan juntas ser la iglesia. Las conferencias de Yale fueron publicadas en 1959 bajo el título The Pressure of Our Common Calling (Las exigencias de nuestra vocación común).
La idea de que la unidad crece a medida que las iglesias divididas tratan de cumplir juntas su vocación común resurgió ese mismo año, durante una visita del personal del CMI a Rusia, antes de la admisión de las iglesias ortodoxas de Europa del Este como miembros del Consejo.
En el transcurso de un desayuno con el historiador de la Iglesia rusa Vitali Borovoy y Nikos Nissiotis, la conversación se centró en la cuestión de cómo ampliar la base teológica del CMI para hacerla más trinitaria. Súbitamente inspirado, Visser 't Hooft escribió en el reverso del menú del hotel: “El Consejo Mundial de Iglesias es una comunidad de iglesias que creen en Jesucristo, nuestro Dios y Salvador, y que, bajo la guía del Espíritu Santo, procuran responder juntas a su vocación común de manifestar su unidad como hijos de nuestro Padre celestial”. Dos años más tarde, en 1961, la 3ª Asamblea del CMI enmendaría el primer artículo de la constitución del CMI del siguiente modo: “El Consejo Mundial de Iglesias es una comunidad de iglesias que confiesan al Señor Jesucristo como Dios y Salvador, según el testimonio de las Escrituras, y procuran responder juntas a su vocación común, para gloria del Dios único, Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
Esta idea fundamental de la teología ecuménica de Visser 't Hooft, ahora un elemento constitutivo y constitucional de la autocomprensión del CMI, fue la clave hermenéutica de su sermón el día de la inauguración del Centro Ecuménico. Predicó sobre una expresión de despedida de Colosenses 4.17: “Digan a Arquipo: ‘Cuida el ministerio que has recibido del Señor, para que lo cumplas’”.
Todo lo que ocurra en estos edificios, afirmó al comenzar, “debe estar sostenido, alimentado e inspirado por la conversación con Dios” que tendrá lugar en la capilla. Por eso “esta capilla no ha sido proyectada como un edificio independiente”. Si tenemos en cuenta la finalidad de la construcción de esta capilla, “podremos comprender mejor el significado de toda nuestra tarea ecuménica”.
¿Cuál es ese propósito? Como Arquipo, todo cristiano es un ministro con un ministerio, un siervo con un servicio. Esta capilla nos recordará “esa verdad fundamental”. En esta capilla, Dios nos recordará constantemente nuestra vocación al ministerio preguntándonos: “¿Qué estás haciendo con la vida que te di y con el propósito que tengo para ti?”.
Pero la capilla del centro ecuménico “significa algo más”. Las personas que entren en ella “procederán de todas las naciones y de muchas iglesias diferentes”, pero compartirán un ministerio común. ¿Qué ministerio? El texto responde “un ministerio recibido en el Señor”. La tarea común en la que cooperamos “no es una tarea de invención propia”. Consiste en reunir el rebaño del Gran Pastor. Como podemos olvidarlo rápidamente, debemos venir siempre a esta capilla.
Nuestro ministerio común es un ministerio “en el Señor”. Esto significa que todas nuestras tenaces diferencias son, con todo, “diferencias dentro de una familia que tiene una sola cabeza”. Si nos desanimamos por no poseer la plena unidad, “debemos darnos cuenta aquí, en esta capilla, de que estamos ya unidos entre nosotros porque todos pertenecemos al mismo Señor”. En esta capilla “nos sentiremos rodeados de todos los hombres y mujeres que son parte de su cuerpo. Sus oraciones nos sostendrán e intercederemos por cada iglesia por separado, tratando de identificarnos con sus alegrías y sufrimientos”.

Jardín Brugger, Centro Ecuménico.