Al comenzar un 2023 lleno de desafíos mundiales, ¿cuál es su mayor esperanza?
Dr. Pillay: Espero que seamos capaces de inspirar y entusiasmar a las iglesias miembros para que se impliquen en las cuestiones de justicia, y de darles las herramientas necesarias para que puedan tomar conciencia de que lo que ocurre en cualquier lugar del mundo también les ocurre y les afecta a ellas, como hemos visto en la situación entre Rusia y Ucrania. Nos estamos centrando en cuestiones de justicia económica, justicia de género y justicia ecológica en el marco de la situación del cambio climático, en una Comisión especial sobre Salud y Sanación, y en muchos otros aspectos relacionados con la justicia.
¿Cómo piensa presentarse a las iglesias miembros del CMI?
Dr. Pillay: El CMI es una comunidad de iglesias, y las iglesias miembros son esenciales para nuestra labor y para todo lo que hacemos. Aunque las iglesias miembros son importantes en términos de colaboración, vamos más allá de ellas para llegar a todo el mundo. La idea no es centrarse únicamente en las iglesias bien establecidas, sino también en las pequeñas iglesias que forman parte integrante de la familia del CMI. Todas las iglesias son esenciales para la comunidad; todas forman esta familia: cuando una sufre, todos sufrimos, y cuando una celebra, todos celebramos. Somos una comunidad de iglesias, y todas las iglesias tienen la misma importancia para el CMI.
En cuanto a presentarme, estamos estudiando la posibilidad de visitar las regiones. Una de las cosas que espero hacer es fomentar el desarrollo de nuestras responsabilidades regionales. Allí, en las regiones, es donde se encuentran las iglesias miembros. Hemos elegido presidentes y presidentas para las distintas regiones, y una de las cosas que haré es trabajar con ellos de manera más intencional. Es algo en lo que creo firmemente porque creo que el CMI tiene mucho que ofrecer al mundo. También creo que el CMI tiene mucho que ofrecer a sus iglesias miembros y a través de ellas.
Más concretamente, creo que Dios nos llama a servir a su propósito en el mundo. Esto es algo que pienso hacer, y espero ponerme a disposición de las iglesias, las regiones y otros interlocutores.
El CMI está situado en Ginebra, y tenemos la suerte de contar, en este contexto particular, con una gran variedad de organismos mundiales que se ocupan de cuestiones importantes: la Organización Mundial de la Salud, la Organización Internacional del Trabajo, la Cruz Roja, las Naciones Unidas y muchos otros organismos importantes que realizan una labor mundial. Como secretario general del CMI, creo que debemos estar conectados con estas organizaciones no gubernamentales. Tengo previsto presentarme a las personas que corresponda para explorar cómo podemos trabajar por el bien común, para crear un mundo mejor para todas las personas.
¿Cómo se pone el CMI al servicio de sus iglesias miembros, independientemente de su tamaño?
Dr. Pillay: Comunicaré a las iglesias miembros, a las iglesias y a los pastores y pastoras de congregaciones pequeñas que hay cuestiones importantes en el mundo, e incluso cuestiones en sus propios contextos, que tenemos que abordar juntos y que no pueden abordar solos ni de manera aislada. Esperamos ponernos a su servicio en sus contextos y caminar junto a ellos en estas situaciones.
Muchos cristianos y cristianas se enfrentan a diferentes situaciones, y el CMI crea una plataforma para el diálogo. El CMI les permitirá, desde sus pequeñas congregaciones, participar en un panorama más amplio de conversaciones y comprender las diferentes dinámicas de la teología, de la doctrina, de la vida y de las cuestiones en las que podemos aprovechar la riqueza que ofrece la experiencia de otras personas cristianas. Para fomentar el compromiso espiritual, necesitamos una familia más amplia. Es una alegría saber que Dios también abarca la tierra: tanto el cielo como la tierra pertenecen al Señor. Esto les proporciona una vía para conectarse con la gran familia de cristianos y cristianas de todo el mundo.
¿Cuáles son los mayores desafíos para el servicio?
Dr. Pillay: Seguimos comprometidos con la misión de Dios y hacemos todo lo que podemos —e incluso más— con lo que tenemos. Aunque los recursos financieros son importantes, no es eso en lo que realmente nos centramos. La fe nos impulsa a cumplir el propósito de Dios en el mundo.
Hay muchas iglesias y muchas denominaciones que tienden a centrarse en sí mismas. Se suelen preguntar: ¿qué está pasando en mi iglesia? ¿Qué está pasando en mi denominación? A veces, esto hace que estemos tan limitados que no percibimos la visión más amplia. ¿Cómo podemos cambiar nuestro estilo de vida? ¿Cómo podemos cambiar el funcionamiento de las iglesias? El desafío consiste en despertar el interés de las iglesias y conectarlas con la iglesia más amplia.
Incluso las iglesias locales tienden a construir imperios en lugar de dedicarse al ministerio basado en el Reino. ¿Cómo llevarlas hacia el ministerio basado en el Reino? Asegurémonos de que el CMI está presente en el mundo, creando impacto y dándose a conocer no solo a las iglesias miembros, sino a todas las iglesias del mundo y a todas las personas que ni siquiera forman parte de la religión cristiana.
¿Es la peregrinación de justicia, reconciliación y unidad para todas las personas?
Dr. Pillay: En los últimos ocho años, la peregrinación anterior —la peregrinación de justicia y paz— nos ha demostrado que incluía a todas las personas. Ayudó a movilizar a la gente. Ayudó a las personas a encontrar apoyo y a caminar juntas en sus respectivas situaciones. La solidaridad era la clave. Los reportajes de la peregrinación suelen ser historias muy conmovedoras. La peregrinación de justicia y paz captó y compartió las historias de personas de todo el mundo junto a las que se pudo caminar en su contexto.
Por eso, la 11ª Asamblea del CMI decidió que continuáramos con una peregrinación de justicia, reconciliación y unidad. Es un camino que habla de diálogo, colaboración y cooperación interreligiosos, y de creación de redes interreligiosas. ¿Cómo podemos entonces trabajar con estas otras religiones? ¿Cómo podemos colaborar para lograr la paz? En la peregrinación confluyen cuestiones sociales, políticas y económicas, y es una peregrinación inclusiva.
¿Cómo piensa incluir e inspirar a la juventud en el movimiento ecuménico?
Dr. Pillay: El movimiento ecuménico nunca podrá tener éxito en el futuro ni en el presente sin la participación de la juventud. La juventud es la que aporta nuevas formas de pensar, nuevas formas de cambio, nuevas perspectivas, una nueva apreciación de las cosas y nuevos niveles de compromiso. Puesto que esto es lo que aporta, no podemos descuidarla. No podemos decir “esto puede dejarse para más tarde”.
La 11ª Asamblea del CMI afirmó que la juventud debe participar en las estructuras de gobernanza del CMI, en nuestros programas, en nuestros grupos de referencia y en nuestras comisiones, y en la vida del CMI. Creo que la juventud aporta una mayor comprensión de la espiritualidad, diferente de aquella a la que algunos de nosotros estamos acostumbrados, pero atractiva y que nos interpela; pertinente y contextual. La juventud nos hace pensar de forma diferente sobre muchos temas y nos ayuda a darnos cuenta de la necesidad de la espiritualidad, de la necesidad de recrear una sola familia humana y de ocuparnos de los problemas medioambientales: creo que la juventud está muy sensibilizada con los problemas medioambientales.
Necesitamos personas jóvenes para insuflar nueva vida a nuestras iglesias. Necesitamos que se expresen en las organizaciones ecuménicas y en todos los aspectos de la vida cristiana. No queremos actos simbólicos. Queremos cuestionamiento. Queremos movimientos que recojan las distintas perspectivas. Queremos compromisos. También contamos con el Instituto Ecuménico de Bossey, que se centra en la juventud y la teología. Sin la juventud, ¡estamos en apuros!
¿Cómo se relaciona la unidad con la justicia?
Dr. Pillay: No se puede hablar de unidad sin hablar de justicia. Para mí, la unidad y la justicia son las dos caras de una misma moneda; las dos hojas de una tijera o las dos alas de un pájaro. Creo que es importante comprender que la verdadera unidad debe incluir también cuestiones de justicia en su agenda. Necesitamos ambas y, si no van al unísono, no estaremos dando todo el crédito debido al imperativo evangélico. La unidad y la justicia deberían ir de la mano, y así debe ser.
¿Qué significa el liderazgo profético?
Dr. Pillay: Ser profético significa defender la verdad, ser la voz de las personas que no tienen voz, defender la causa de aquellas personas que se encuentran en situaciones injustas. Ser profético significa decir la verdad a las estructuras de poder, pero también significa decirnos la verdad a nosotros mismos. Si queremos ser proféticos para el mundo, también tenemos que cuestionarnos a nosotros mismos. ¿Cómo se relaciona lo que decimos al mundo con nosotros mismos en términos de nuestras propias prácticas? Ser proféticos debe comenzar dentro de nosotros mismos, dentro de nuestras iglesias.
Ser profético es estar allí donde está Dios. Por desgracia, hoy en día nos centramos demasiado en la riqueza y la prosperidad, y esta influencia se ha abierto camino en la iglesia. La iglesia bailando al ritmo del poder no es el camino que hay que seguir. La iglesia debería estar en los lugares donde la gente sufre. La iglesia debería estar en los lugares en los que se victimiza y deshumaniza a las personas.
¿Cuál es su visión del CMI?
Dr. Pillay: Creo que podemos decir que estamos en una nueva fase del CMI. Tenemos nuevos líderes en algunos puestos de la alta dirección. Estamos avanzando en nuevas direcciones y estudiando un nuevo plan estratégico para los próximos ocho años.
Realmente creo que el CMI debería centrarse más en aumentar su presencia en el mundo y que debería unir a sus iglesias miembros para sanar y restaurar un mundo que sufre y está quebrantado. Como decía el tema de la 11ª Asamblea del CMI, “El amor de Cristo lleva al mundo a la reconciliación y la unidad”. Como CMI, estamos llamados a dar testimonio y ser agentes del amor de Cristo en el mundo.
En la actualidad, nos enfrentamos a una serie de desafíos profundos: la guerra en Ucrania y Rusia, las crecientes amenazas nucleares, el cambio climático, la pobreza, la violencia de género, el VIH y el sida, y la pandemia de la COVID-19. Todas estas cosas exigen que los cristianos y cristianas se unan y trabajen juntos; pero no solo las personas cristianas, sino también personas de otras religiones y las personas no religiosas. Lo más importante que quiero decir es que el CMI crea un espacio: un espacio seguro y abierto para que las personas puedan abordar muchas cuestiones diferentes, sean controvertidas o no. El diálogo abre posibilidades de entendimiento, posibilidades de una nueva dirección y esperanza.
Video: "Rev. Prof. Dr Jerry Pillay: “I believe God calls us to serve God’s purpose in the world.”