El Comité Ejecutivo del CMI se reunió del 6 al 11 de junio en Bogotá (Colombia), donde el órgano rector se centró no sólo en los asuntos habituales del CMI, sino también en absorber la vida y el testimonio de las iglesias en medio de la peregrinación de justicia, reconciliación y unidad.
“El hecho de que el Consejo Mundial de Iglesias nos haya visitado no sólo es importante porque estén aquí en Colombia, sino por la visión que tienen de apoyar y acompañar el proceso de paz”, dice Hurtado.
“Como bien lo sabemos, este proceso ha sido un caminar largo, con sus momentos altos y sus momentos bajos, con muchos obstáculos, que no son un secreto para nadie, y es importante ver que otras realidades eclesiales, que otras perspectivas, están llegando no sólo para escuchar, sino para mirar cómo pueden aportar y cómo pueden acompañar”.
Eso amplía la perspectiva de la búsqueda de la paz, observa Hurtado.
Eso es “lo que nos da a nosotros la confianza y la seguridad de que no se trata sólo de un proceso de Colombia, que no se trata sólo de un sueño de nosotros los colombianos, sino que muchos otros países y muchas otras visiones -que también tienen sus propios conflictos y situaciones- están queriéndose unir, [lo] que nos permite soñar en una paz que no sólo va a llegar a las fronteras colombianas, sino que se está buscando extender más allá”, dice.
“Considero que, como iglesia presbiteriana, ver que el CMI está prestando atención a esta realidad… que realmente nos está acompañando visiblemente, asistiendo, escuchando, participando, proponiendo, dando su punto de vista, nos da confianza, nos da seguridad, nos da tranquilidad a nosotros dentro de todo este caminar, y… lo que más me llama a mí la atención o lo que más tranquilidad me da y, sobre todo, que he podido participar y verlo directamente, es que no sólo se queda en unas palabras contenidas en una hoja de papel para un informe, sino que realmente hay interés”.
Hurtado manifiesta su agradecimiento a las personas que hicieron un largo viaje para escuchar las realidades en Colombia.
“Considero que una de las cosas que no se debe perder es el compromiso de las iglesias y, por eso, me encanta todo lo que he estado participando con el CMI y ver a cada miembro que, desde sus realidades, desde sus perspectivas, desde sus objeciones teológicas, quiere aportar por la paz”, dice. “Considero que eso es lo que no se puede perder”.
Además, reflexiona sobre el mensaje profundo que la presencia en Colombia del Consejo Mundial de Iglesias aporta al mundo.
“Cuando las iglesias dejen de hablar de paz, creo que perderán su propósito y su sentido, y hasta el sol de hoy, ver que nos estamos reuniendo un montón de personas de diferentes países, de diferentes lugares, para soñar por la paz, eso trae mucha esperanza y confianza”, afirma. “Y creo que es el mejor mensaje que podemos dejar”.