“Lamentamos el altísimo coste en vidas civiles de esta guerra absurda, entre ellas las de muchos niños y refugiados”, declaró. “Gran parte de las infraestructuras civiles esenciales, como escuelas, hospitales y sistemas de suministros de agua han sido dañadas o destruidas, a menudo de forma deliberada”.
Han continuado la invasión, sus consiguientes crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, la creciente cifra de víctimas mortales, y la destrucción de las comunidades y de las esperanzas de futuro, reflexionó Pillay.
“Una vez más, hacemos un llamado al diálogo y la negociación para garantizar una paz justa y sostenible”, dijo Pillay. “El CMI acoge con satisfacción todo esfuerzo legítimo que persiga verdaderamente una paz sostenible en la región, y no una paz que recompense la agresión perpetrada y la violación de tantos de los principios del derecho internacional establecidos tras la Segunda Guerra Mundial para proteger a los vulnerables contra las depredaciones de los poderosos”.
Socavar de tal manera el Estado de derecho no sería sino una invitación a nuevas agresiones, añadió Pillay. “Además, la legitimidad de cualquier proceso de paz de este tipo depende, en última instancia, de la inclusión de la víctima de la agresión en la mesa de negociaciones y en la toma de decisiones”, afirmó. “Oramos por un alto al fuego inmediato, por la unidad de los cristianos contra la violencia y la injusticia, y por la paz a la que nos llama nuestro Señor y Salvador Jesucristo”.
Declaración del CMI en el 3er aniversario de la invasión rusa de Ucrania (en inglés)