Su interior simboliza una tienda de campaña, y las ondulaciones del techo sugieren el viento soplando en el tejado. La capilla es un recuerdo de que, a pesar de que todavía no hemos logrado la plena comunión, las iglesias peregrinan hacia la unidad.
El arquitecto, Eric Möller, y el diseñador de interiores, Knud Lollesgaard, ambos daneses, utilizaron mobiliario nórdico y materiales naturales.
A veces, se puede oír el crujido de la madera al contraerse o expandirse. En el interior de la capilla, uno no se siente desconectado del mundo exterior.
El entramado de madera de roble en los ventanales de cristal filtra la luz, pero también permite ver el mundo, la creación de Dios: la naturaleza, los árboles, la gente, el movimiento.
El movimiento es una dimensión de la fe, observa el Dr. Olav Fykse Tveit, obispo primado de la Iglesia de Noruega y ex secretario general del CMI.
“La peregrinación ecuménica tiene muchas etapas”, dice. “Esta capilla ecuménica y el gran hall adyacente representan mis mejores recuerdos de la comunidad ecuménica y algunos de los momentos más dichosos de mi vida”.
Tveit añade: “Ahora se trata de pasar a la próxima fase necesaria de renovar, reconstruir y restablecer el hogar y la economía del CMI. Más aún, se trata de hacer que el centro ecuménico sea un centro renovado y fortalecido para el movimiento ecuménico único. ¡Que Dios bendiga nuestras salidas y nuestras entradas desde ahora y para siempre!”.
Cambios en la capilla
En el transcurso de los años, la capilla ha ido cambiando, un hecho que la Rev. Jane Stranz, que recientemente trabajó en la oficina de prensa de la 11a Asamblea del CMI, explica de forma especialmente descriptiva. “Con el paso del tiempo, nuestra idea de lo que es ecuménico y lo que es un espacio de oración para todo el mundo ha cambiado”, observa. Hay, por ejemplo, según señala, muchos más obsequios e imágenes que cuando se construyó.
Asimismo, Stranz lanza una pregunta esencial sobre la capilla: “¿Cómo compaginamos la idea de un espacio ecuménico de oración que sea un lugar en el que todos podamos sentirnos como en casa, pero donde al mismo tiempo podamos sentirnos interpelados?”.
Una manera de hacer que la gente se sienta cómoda es que se accede al espacio caminando a través de las “olas” del suelo de mármol que simbolizan las aguas del bautismo.
La sensación de estar en contacto con el mundo natural también une a las personas: las vidrieras abstractas muestran la salida y la puesta del sol en el mundo, en toda la tierra habitada, el oikoumene. Y la capilla respira a través de su entramado de madera, dando lugar a que muchas personas comenten lo que este sonido significa para ellas.
Tal como observa la directora de Comunicación del CMI, Marianne Ejdersten, “las paredes susurran”. Y añade: “Siempre me tomo un momento para orar en la capilla y pensar en todas las iglesias del mundo que oran y trabajan por la unidad, la justicia y la paz”.
La música que salía de la capilla fue lo primer que atrajo la atención de Beth Ferris, quien llegó al Centro Ecuménico en 1985 para asumir el cargo de secretaria de estudio e interpretación de las cuestiones relacionadas con el Servicio de Refugiados.
“La música era diferente de los himnos estadounidenses a los que estaba acostumbrada”, recuerda. “Asomé la cabeza y me di cuenta de que estaban cantando en una lengua que me era extraña. ‘¡Guau!, pensé, ¡va a ser un entorno de trabajo diferente! Y, por supuesto, esta primera impresión resultó ser cierta”.
Para Simon Oxley, que trabajo en el CMI entre 1996 y 2008 como responsable del programa de Educación del CMI, la capilla es un símbolo físico de que el CMI es algo más que otra organización internacional al servicio de redes mundiales. “Hiciera lo que hiciera como miembro del personal, participar en el culto en la capilla era siempre importante”.
Oraciones e inclusión
El Dr. Marcelo Schneider, miembro del personal del CMI encargado de comunicación y relaciones eclesiales afincado en Brasil, con los años ha ido creando su propio ritual. “Cuando voy a Ginebra, al llegar, voy a la capilla a hacer una pequeña oración, y cuando me voy hago lo mismo”, explica.
La capilla también ha sido símbolo de una comunidad inclusiva y solidaria, dice Evelyn V. Appiah, que trabajó en la sección del CMI que se ocupaba de la renovación y la vida de la congregación, de la participación de los laicos en la construcción de una comunidad inclusiva, y de los centros laicos, academias y movimientos de preocupación social.
“Celebrar cultos y orar juntos en la preciosa capilla, utilizando materiales procedentes de iglesias y comunidades monásticas de todo el mundo, era impresionante”, rememora. “El servicio de culto de los lunes contaba con una nutrida asistencia”.
Ivars Kupcis, encargado de comunicación, siempre recordará los días calurosos de agosto, cuando la madera de la capilla se expande y se contrae, crujiendo suavemente. “Siempre hay una agradable brisa, causada por las diferencias de temperatura, un vientecillo que se deja sentir”, dice. “Es casi como sintieras llegar de la capilla un soplo del Espíritu Santo”.
Anam Gill, una veterana comunicadora que prestó sus servicios durante la 11a Asamblea del CMI, también recuerda vívidamente el tiempo pasado en la capilla. “Para mí, era como estar en el corazón del Centro Ecuménico, palpitando en silencio con la vida”, explica. “El mosaico de las aguas bautismales en la entrada me conmovió profundamente, y ver la Cruz de la Reconciliación de Europa, hecha con las bombas de la Segunda Guerra Mundial, hizo que se me saltaran las lágrimas, pero también me llenó de esperanza, la esperanza de que podemos superar los tiempos difíciles”.
En 2010, el CMI e Implenia iniciaron el proyecto de desarrollo inmobiliario Green Village, contribuyendo a la renovación de la Ginebra internacional. El proyecto incluye seis nuevos edificios, cada uno de los cuales lleva el nombre de una ciudad que ha acogido una cumbre mundial sobre el clima: Montreal, Kioto, Estocolmo, Durban, Río y Lima.
El proyecto prevé la renovación y construcción de un nuevo Centro Ecuménico llamado Lima en el que se conservarán la histórica capilla, el hall Visser t’ Hooft, el grand foyer, y los jardines Brugger. Durante los próximos tres años, el CMI, sus organizaciones hermanas y sus arrendatarios trabajarán en el edificio Kioto.