“El niño en el pesebre, en su vulnerabilidad, es una imagen de esperanza frágil, el inicio de una nueva historia que culminará en el don de la vida y la salvación mediante la muerte y la resurrección de Jesucristo”, dice. “A lo largo de la historia, ha habido y sigue habiendo muchos motivos para tener miedo y vivir en la desesperanza”.
En las épocas más difíciles, los cristianos han encontrado una y otra vez consuelo y esperanza en los días de Navidad, prosigue.
“Este año, las celebraciones navideñas en las iglesias y las familias se verán afectadas por el distanciamiento físico y otras restricciones destinadas a protegernos unos a otros del coronavirus”, afirma. “La gente llorará los muchos muertos en todo el mundo y expresará su gratitud a quienes atienden a los enfermos con gran dedicación y coraje”.
La pandemia ha dañado el tejido social en todas partes, y la violencia y la guerra no dan tregua, observa Sauca. “No obstante, incluso en estas circunstancias, se escucha en el aire el canto de los ángeles proclamando el nacimiento de Cristo con gran alegría”, señala. “Como cristianos, en este acontecimiento singular, el nacimiento del niño Jesús en un pueblo remoto en los confines del Imperio Romano, vislumbramos los frágiles comienzos de nuestra propia redención”.
Sauca también ora por los fieles y líderes de las iglesias miembros del CMI, y por todos los seres humanos.
“En un mundo de dolor y muerte, el acontecimiento de la Navidad nos permite hallar consuelo, mantener la frente en alto con esperanza y vislumbrar en la fe profunda el triunfo de la vida y el amor que representa el nacimiento de Jesús”, concluye. “Son buenas noticias que infunden una gran alegría a todas las personas”.
Leer el mensaje navideño completo del CMI, ver el vídeo de Navidad y descargar la tarjeta navideña: www.oikoumene.org/christmas
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