El CMI es la única organización religiosa que ha tenido una presencia permanente en el proceso de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), y ha estado presente en todas las conferencias climáticas de la ONU desde la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992.
No obstante, lo que pocas personas saben es cómo, incluso antes de la Cumbre de la Tierra de Río, en la década de 1970, el CMI desempeñó un papel destacado poniendo de relieve los peligros para el medio ambiente.
En este proceso, fue fundamental el papel de dos conferencias mundiales organizadas por el CMI.
La primera conferencia se celebró en 1974 en Bucarest (Rumanía), en torno al tema de “Ciencia y tecnología para el desarrollo humano”, y concluyó con un llamado a favor de una “sociedad justa y sostenible”. Se dice que fue la primera vez que se habló de sostenibilidad en relación con el medio ambiente en la sociedad.
La conferencia se celebró en un periodo de creciente preocupación mundial por el medio ambiente, tras el influyente estudio Los límites del crecimiento (The Limits to Growth) publicado en 1972 y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano celebrada en Estocolmo ese mismo año.
La segunda conferencia del CMI —esta vez, sobre “Fe, ciencia y futuro”— tuvo lugar en 1979 en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge, Massachusetts, cerca de Boston, y en ella se escucharon advertencias sobre los efectos del aumento del dióxido de carbono en la atmósfera como consecuencia de los combustibles fósiles.
La conferencia de 1974 en Bucarest fue precedida por consultas en Ginebra en 1970 y en Nemi, Italia, en junio de 1971. Entre los participantes en la consulta de Italia figuraba el físico noruego Jorgen Randers, que pronto sería conocido como uno de los autores del estudio Los límites del crecimiento .
Ese mismo año, el Comité Ejecutivo del CMI aprobó una declaración sobre “El medio ambiente mundial, la elección responsable y la justicia social” como documento de debate para las iglesias miembros antes de la Conferencia de las Naciones Unidas en Estocolmo.
En 1975, la 5ª Asamblea del CMI en Nairobi reafirmó el llamado a una “sociedad justa y sostenible", y al año siguiente, el Comité Central del CMI acordó que la “Búsqueda de una sociedad justa, participativa y sostenible” sería uno de los énfasis principales de la futura labor del Consejo.
A esto le siguió la conferencia de 1979 sobre “Fe, ciencia y futuro”, celebrada en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, que reunió a representantes eclesiásticos y a científicos y académicos.
En ella se afirmó que “el peligro mundial más preocupante era la posible acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera, en parte como resultado de la combustión de combustibles fósiles, y en parte como resultado de la deforestación mundial y la oxidación del humus de los suelos”.
En sus informes, la conferencia del MIT subrayó “con creciente alarma el daño a largo plazo, y en algunos casos irreversible, que la humanidad estaba causando a la atmósfera”. Esto era una amenaza para “la capa protectora de ozono y el equilibrio térmico global que afecta a todas las formas de vida en la Tierra”.
Advirtió de que “en los últimos años, gran parte del mundo había descubierto que sus actuales hábitos de consumo amenazaban el entorno físico y los recursos de los que vive la gente”.
La humanidad, afirmaba, "es un miembro del ecosistema (también parte de la creación de Dios) y tiene que vivir en continua interacción con él. Las prácticas destructivas del ecosistema también destruirán la sociedad humana".
Declaración del CMI de 1971 sobre “El medio ambiente mundial, la elección responsable y la justicia social” (en inglés)
* El Dr. Stephen G. Brown es el editor de la revista del CMI, The Ecumenical Review.