A pesar de las dificultades para viajar debido al fallo técnico que afectó a las aerolíneas de todo el mundo, apasionados creyentes se reunieron para hablar de inclusión, compasión y apoyo para todas las personas afectadas por la epidemia de VIH. La conferencia interreligiosa tenía el propósito de inspirar una esperanza y resiliencia duraderas que permitan garantizar que los esfuerzos de las comunidades religiosas vayan más allá de las estadísticas y prioricen el bienestar de todas las personas afectadas por el VIH.
Los debates se centraron en promover un futuro en el que la dignidad y el apoyo para todos sean aspectos esenciales, y den lugar a una respuesta que no solo sea eficaz, sino también profundamente humana. Este enfoque aspira a tender puentes entre diversas religiones y sectores para ofrecer una respuesta más coordinada y que tenga un mayor impacto.
En sus palabras de bienvenida, Christine Stegling, directora ejecutiva adjunta de la División de Política, Defensa y Conocimiento de ONUSIDA, encomió la labor de las comunidades religiosas y se comprometió a mejorar la colaboración. Asimismo, puso de relieve el papel histórico de los actores religiosos a la hora de responder a los desafíos del VIH, afirmando: “Ustedes estaban allí antes de que los programas llegaran a las comunidades y probablemente seguirán estando allí cuando los programas terminen”.
El Rev. Dr. Kenneth Mtata, director del programa del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) de Testimonio Público y Diaconía, que participó virtualmente, destacó la importancia de la colaborar en vez de competir para garantizar la sostenibilidad de la respuesta religiosa al VIH. También hizo hincapié en que esta colaboración debería ampliarse y, además de a los actores religiosos, debería incluir a representantes de la ciencia, organismos internacionales, el cuerpo médico y entidades gubernamentales y políticas. “La religión, por sí sola, si no va acompañada de medidas concretas, es inútil”, afirmó.
Durante toda la conferencia, los participantes mantuvieron conversaciones profundas y estimulantes en las que reafirmaron su compromiso de alzar las voces únicas, creíbles y coherentes de las comunidades religiosas contra el estigma y la discriminación. Esto es algo especialmente importante para las personas más expuestas, como los jóvenes, los consumidores de drogas intravenosas, los trabajadores del sexo y las comunidades LGBTQI+.
La Rev. Dra. Sande Bailey-Gwinn de Foundations for Living, en EE. UU., recordó a los participantes que el trabajo de las comunidades religiosas en materia de VIH no es solo un programa, sino un ministerio. Bailey-Gwinn subrayó la necesidad de autocuidado físico, mental, emocional y espiritual entre quienes realizan este trabajo: “Tengo que cuidar de mí misma antes de que pueda cuidar de ti”.
Las personas jóvenes que viven con el VIH reconocieron los esfuerzos de las comunidades religiosas destinados a implicarlas, pero alentaron a prestar un apoyo aún mayor. En particular, instaron a las comunidades religiosas a asignar más espacio y más recursos para apoyar su participación activa y significativa en la vida y la labor de la comunidad, poniendo de relieve que su participación debería tener lugar en un espacio seguro en el que se les permita ser humanos, vulnerables y apoyados.
En una conmovedora sesión final, los creyentes se comprometieron de nuevo a promover la compasión y la comprensión, prestando apoyo y atención, fomentando la prevención, las pruebas y el tratamiento, abogando a favor de la inclusión y la no discriminación, y educando y concienciando.
El evento fue coordinado por la Iniciativa Religiosa de ONUSIDA y el Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del Sida (PEPFAR). Entre las organizaciones colaboradoras, figuraron el CMI, Caritas Internationalis, la Plataforma de Asociaciones Cristianas de Salud de África (ACHAP), la Red internacional de líderes religiosos que viven con o están personalmente afectados por el VIH y el Sida (INERELA+), Ayuda Islámica, el Consorcio Académico de la Iniciativa Religiosa de ONUSIDA y el PEPFAR (la Universidad de Emory, Atlanta y la Universidad de San Pablo, en Limuru, Kenia), UBtheCURE, la Red de Ensayos de Vacunas contra el VIH (HVTN), la Coalición Religiosa sobre el VIH/SIDA de los Estados Unidos, la Plataforma Interreligiosa de Salud (IHP) y la Asociación Internacional sobre Religión y Desarrollo Sostenible (PaRD).