El mensaje, difundido entre la comunidad mundial del CMI y todas las personas de buena voluntad por el secretario general del CMI, el Rev. Prof. Dr. Jerry Pillay; y el moderador del Comité Central del CMI, el obispo Dr. Heinrich Bedford-Strohm; asegura que Dios está obrando para renovar el mundo y garantizar el triunfo de la vida sobre la muerte, del bien sobre el mal, de la luz sobre la oscuridad.
“Para nosotros, Dios siempre está creando vida y sustentándola”, dice el mensaje. “Dios está con nosotros, siempre sanando y redimiéndonos a nosotros y a toda la creación. Y Dios está en nosotros, siempre presente, invitándonos a la transformación personal y social y a la nueva creación de Dios”.
El mensaje también reconoce que el mundo no está en paz. “Son cada vez más los conflictos y las guerras entre países, las tensiones entre pueblos, y la violencia contra quienes no tienen el poder”, afirma el mensaje. “El mundo no se ha reconciliado, y cabe cuestionar si lo intenta siquiera”.
Pero el misterio de Cristo nos hace ver por nosotros mismos y dar testimonio al mundo de una esperanza y un amor vivificantes precisamente cuando parecen haberse perdido.
Como señala el mensaje: “En este especial año ecuménico, celebramos aniversarios de gran importancia para la iglesia —como el del Concilio de Nicea (325) y el centenario de la Conferencia de Estocolmo (1925)— y, casualmente, todos los cristianos celebrarán la Pascua el mismo día. ¿No podría ser siempre así? ¿Una celebración común de la Pascua, la esencia de nuestra fe compartida? Supondría una contundente señal de reconciliación y una expresión tangible de la unidad por la que Cristo oró”.
“Demos, pues, testimonio de la resurrección, no solo con la palabra, sino con nuestras vidas”, concluye el mensaje. “Mostremos señales de la primavera incluso en invierno. Caminemos con el Cristo resucitado y unos con otros, aceptando los tiempos que vivimos y trabajando para que llegue el día en que todos seamos verdaderamente uno en el Señor”.