¿Qué le ha llevado a implicarse en los esfuerzos para superar la violencia sexual y de género?
Ndombet-Assamba: En la vida, he desempeñado diversos papeles. Como soy abogada de formación, he ejercido la abogacía. También he sido senadora en el Gobierno de Jamaica, en el Parlamento. He sido diputada, ministra del Gobierno y embajadora. Ahora ya estoy retirada de todo eso. Empecé a involucrarme en la cuestión de la violencia sexual y de género unos ocho años después de tener una experiencia personal durante mi matrimonio en la que mi marido me maltrataba. Tardé ocho años en hablar de ello, y, cuando lo hice, lo hice públicamente, de modo que incluso miembros de mi familia lo escucharon por primera vez. Tuve que ir a terapia, y recuerdo que le pregunté a mi terapeuta: “¿por qué Dios permitiría esto?”, y me respondió: “porque Dios te va a utilizar para concienciar sobre este problema de nuestra sociedad, del que nadie quiere hablar”.
Cuando yo hablé de ello, no tenía ningún plan ni intención de hacerlo públicamente como lo hice, en absoluto. Estaba en una sala llena de gente; bueno, creo que eran más de 250 personas, porque me iban a dar un premio junto con otras tres mujeres, y me pidieron que respondiera en nombre de todas.
A principios de esa semana, se había publicado una noticia sobre un hombre que descubrió la ubicación de un centro de acogida y fue a sacar a su pareja de allí, golpeando al personal que allí se encontraba en ese momento. Salió en las noticias y me sentí indignada, pero no solo por ese acto. Me disgustó el hecho de no ver en nuestra comunidad el nivel de revulsión que, en mi opinión, debería haber existido ante dicho acto, y acabé por hablar de ello.
Fue en uno de los hoteles más grandes de Kingston, donde se reunían los actores más influyentes de la sociedad jamaicana y donde también estaban mi madre, mis hermanas y mis tías, y fue la primera vez que algunas de ellas escucharon mi historia. Salí de detrás del podio y dije: “Mírenme. ¿Tengo aspecto de mujer maltratada?”. Y se hizo un silencio total. En ese momento, miré a mi madre, porque la vergüenza y la deshonra es algo que no queremos ni para nosotros mismos ni para nuestros allegados. Mi madre, que sabía de lo que hablaba, me dijo: “habla”,' y así lo hice.
¿Cuál es el cambio más importante que debe producirse para avanzar en la erradicación de la violencia de género?
Ndombet-Assamba: La verdad es que probablemente fui la primera persona de mi círculo en Jamaica en sacar a la luz mi historia y hablar públicamente de lo que viví. Sé que eso abrió las puertas a muchas otras personas que se dieron cuenta de que no tenían por qué quedarse calladas y aguantar cosas así. En primer lugar, hay que saber que hay ayuda disponible. En segundo lugar, que no estamos solos, y que hay muchas otras personas que tienen historias similares. Y, en tercer lugar, podemos ver qué podemos hacer nosotros. En este sentido, desde hace 24 años, cuando hablé por primera vez de esto, en Jamaica se ha avanzado mucho, y me complace mucho que el Consejo Mundial de Iglesias esté realizando esta labor.
¿Cómo pueden los “Jueves de negro” contribuir a un cambio positivo?
Ndombet-Assamba: Es muy importante que cambiemos la percepción de que estas situaciones son normales. En la propia comunidad en la que me crié, era bien sabido que había mujeres y hombres que sufrían violencia en su pareja, pero, en ese momento, se consideraba que aquello eran historias entre hombres y mujeres, y que nadie tenía que meterse en eso. Incluso la policía adoptaba esa postura si alguien acudía a la comisaría por ese motivo. Gracias a Dios, la situación ha cambiado y los agentes de policía han recibido formación sobre cómo deben actuar ante esta lacra de nuestra sociedad. Desde mi punto de vista, la campaña “Jueves de negro” puede ayudarnos a poner estas historias en primer plano y así promover el cambio. No obstante, como sabemos, lograr cambios es muy difícil, y no se hace automáticamente ni sucede de la noche a la mañana.
¿Ha cambiado la esencia de su mensaje a lo largo de los años, de generación en generación?
Ndombet-Assamba: La forma en que comunico el mensaje depende siempre de las personas a las que me dirijo. Mis interlocutores han ido desde grupos de abogados y de policías hasta grupos de personas que en esos momentos son víctimas de violencia de género. He hablado también con jóvenes de ambos sexos en las escuelas, en los institutos y en las universidades, así que, cada vez, adapto la manera de transmitirlo, pero, en esencia, el mensaje es el mismo: “Ninguno hemos sido creados por Dios para sufrir a manos de otra persona, ni es lo que Dios tiene previsto para nosotros. Hay posibilidades de ayuda disponibles, y puedo ayudarles a encontrar ayuda. Lo único que trato de hacer es ver cómo puedo ayudar a las mujeres y hombres que son víctimas de la violencia de género”.
Más información sobre los “Jueves de negro”.